Negros
?Quieren que aparezcan personas de otras etnias en las series? Pues cuenten sus historias aut¨¦nticas
Soy la ¨²nica persona a la que le inquieta la creciente moda de meter actores negros en series televisivas con papeles completamente incompatibles con la ¨¦poca que reflejan? Empezando por la estadounidense Los Bridgerton, que lleva tres temporadas delirantes en la corte de una improbable reina negra. Carlota de Mecklemburgo-Strelitz, esposa del rey Jorge III de Gran Breta?a e Irlanda, fue blanca de tez y con ojos azules, como la retratan los coet¨¢neos. Para sustentar la serie han echado mano de un rumor que la gran mayor¨ªa de los historiadores niegan: que la reina tuvo ancestros africanos por v¨ªa portuguesa. Podr¨ªa ser, porque estoy segura de que, si se rasca lo suficiente, todos los humanos tenemos un pasado mezclad¨ªsimo, pero desde luego no fue tenida por negra en absoluto. Pero lo m¨¢s alucinante de la serie no es la reina, sino que la corte est¨¢ llena de lores y ladies y duquesas y duques negros, poderosos y adinerados, con toda su pompa y su tron¨ªo. Los Bridgerton es un disparate tan grande que termina siendo como un divertido cuento de hadas, y no resultar¨ªa tan irritante si no formara parte de un claro movimiento de la industria y si no estuviera blanqueando una historia atroz. La reina Carlota vivi¨® de 1744 a 1818, y la esclavitud se aboli¨® en el Imperio Brit¨¢nico en 1833. Mientras la serie finge toda esa alegr¨ªa interracial y ese poder¨ªo de la negritud, los verdaderos arist¨®cratas del momento hac¨ªan su fortuna vendiendo esclavos.
Al menos en la inglesa Agatha Christie: matar es f¨¢cil intentan no perder tanto el contacto con la realidad, pero no terminan de lograrlo. A un peque?o pueblo de Inglaterra llega en 1954 un riqu¨ªsimo heredero nigeriano. Hay d¨¦biles referencias al racismo, pero el hecho es que ese perdido villorrio de los a?os cincuenta acepta con una naturalidad muy poco cre¨ªble a alguien por entonces tan ex¨®tico como el protagonista.
Aunque la serie que m¨¢s me preocupa es la de Un caballero en Mosc¨², tambi¨¦n sorprendentemente llena de negros en la Rusia de la revoluci¨®n bolchevique, algunos como cocineros o camareros pero tambi¨¦n con personajes de alcurnia como el amigo ¨ªntimo del conde protagonista. Un caballero en Mosc¨² quiere ser un trabajo serio, es decir, no cuenta ni con la excusa del obvio dislate de Los Bridgerton. Y aunque Pushkin era bisnieto de un general negro (una verdadera excepci¨®n social, como Dumas en Francia) y en la corte zarista, como en otras cortes europeas, hab¨ªa lacayos africanos porque ¡°adornaban¡±, en la sociedad real de la Rusia de principios del siglo XX no creo que hubiera muchos negros, menos a¨²n en posiciones relevantes, como se deduce, por ejemplo, de Un hombre original, un cuento del ruso Le¨®nidas Andreiev (1871-1919) que explica la historia de un gris oficinista de Mosc¨² al que un d¨ªa se le ocurre decir que le encantan las mujeres negras. Es una afirmaci¨®n tan inaudita que el m¨ªsero chupatintas empieza a hacerse famoso. Todos lo consideran original¨ªsimo, y la cosa funciona durante un tiempo porque no hay nadie as¨ª en la ciudad. Hasta que alguien localiza a una negra en un cabaret y nuestro hombre se ve forzado a casarse con ella.
Creo que lo m¨¢s perverso de esta maniobra de adulteraci¨®n del pasado es la insistencia en sacar personajes negros riqu¨ªsimos y poderos¨ªsimos. Esto es, siguen contando la misma historia de siempre, la historia de los blancos, y lo ¨²nico que hacen es incrustar en ella a unos cuantos morenos blanqueados. Comprendo la indignaci¨®n que provoca la insultante costumbre del black face (actores blancos que se embetunan la cara), pero a m¨ª este simb¨®lico white face me parece a¨²n m¨¢s da?ino, porque est¨¢ limpiando la historia del poder blanco, est¨¢ borrando la realidad de la discriminaci¨®n racial, y hoy todas estas mentiras a¨²n nos parecen chocantes (al menos a unos pocos), pero dentro de un par de temporadas la gente empezar¨¢ a creer que, en efecto, en la Inglaterra esclavista hab¨ªa un mont¨®n de duques negros. En fin, ?quieren que aparezcan personas de otras etnias en las series? Pues cuenten sus historias aut¨¦nticas. H¨¢ganlos de verdad protagonistas. Y por cierto que para sacar negros no es necesario hablar siempre de la esclavitud. Estoy segur¨ªsima de que, como sucede con las mujeres, ha habido personas de todos los colores que han hecho cosas fascinantes e importantes que luego la historia oficial no ha recogido. Ese es el pasado que hay que desenterrar y reivindicar y no esta mentira.
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