Caca, culo, pedo, pis
Al tiempo de manifestarse a favor de las pol¨ªticas de Donald Trump, el luchador Hulk Hogan se arranca la ropa con la desesperaci¨®n o el fervor con los que otros se sacan los ojos cuando se enteran de que est¨¢n casados con su madre. La instant¨¢nea lo ha sorprendido en el momento de quitarse la camisa, aunque lo de ¡°quitarse¡± suena muy civilizado. En realidad, la rompi¨® para que el sonido del desgarr¨®n potenciara, micr¨®fono mediante, la banda sonora de la cacofon¨ªa bucal. Tras la camisa, y por el mismo m¨¦todo, prescindi¨® tambi¨¦n de la camiseta, que hubo que extirparle de lo pegada que la llevaba al cuerpo. El hombre pretend¨ªa hacer un estriptis f¨ªsico, pero lo que le sali¨® fue un desnudo mental que puso al descubierto las tres o cuatro neuronas de un cerebro hecho jirones que el viento de la furia trumpiana agitaba como ropa interior ajada y tendida en el patio interior de una existencia atroz. Esto de dejar al descubierto el pensamiento cuando lo que se pretende es mostrar el m¨²sculo ocurre mucho, cada vez m¨¢s, como si estuvi¨¦ramos sufriendo una inversi¨®n evolutiva, un regreso al hom¨ªnido que, a falta de l¨®gica, ha de confiarlo todo a la fuerza bruta. Los asistentes al mitin se desga?itaban de placer ante esta curiosa exhibici¨®n de pobreza reflexiva, porque, digamos la verdad, la raz¨®n cansa. El simple seguimiento de las tres partes de un silogismo puede dejar la mente hecha polvo. Un eructo, en cambio, se entiende sin necesidad de estudiar, igual que un pedo, de ah¨ª tambi¨¦n el ¨¦xito creciente de la escatolog¨ªa en los programas de entretenimiento de la tele.
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