La palabra mosca
Parece extra?o, pero los cient¨ªficos dicen que es as¨ª: que nos corresponden 17 millones de pares de alas por cabeza
¡°Inevitables golosas, / que ni labr¨¢is como abejas, / ni brill¨¢is cual mariposas; / peque?itas, revoltosas, / vosotras, amigas viejas, / me evoc¨¢is todas las cosas¡±, les escribi¨®, entre otras loas, el maestro Machado. Ellas evocan, por supuesto: evocan casi todo y joden casi tanto. Sol y moscas, dicen los espa?oles para nombrar estos d¨ªas de agosto y de bochorno y resumirlos, como suelen, usando dos opuestos: el sol es el objeto m¨¢s grande que conocemos, las moscas est¨¢n entre los peque?itos; hay, junto a la Tierra, un solo sol pero en ella, cuentan, 136.000.000.000.000.000 de moscas. El sol y las moscas nunca se imaginaron juntos. Aunque es cierto que el sol est¨¢ por todas partes y las moscas tambi¨¦n.
Dicen que el origen latino de la palabra mosca fue un intento de reproducir su zumbido, tipo muzzzz: la onomatopeya es el ¨²ltimo recurso del ca¨ªdo. Pero a menudo la palabra mosca intenta camuflarse, mimetizarse en la espesura: uno podr¨ªa pensar que una mosca son unos pelos de barba en el ment¨®n, un lunar falso de dama francesa, un se?uelo para truchas bobas o, incluso, en algunos pa¨ªses sudacas, la plata la pasta la guita ¡ªque quiz¨¢ se llame as¨ª porque siempre se vuela. Papar moscas es estar atontado, tener una detr¨¢s de la oreja es todo lo contrario, ser una peque?ita y muerta es peligroso para muchos machos, y as¨ª de seguido. Pero, pese a todos sus esfuerzos, la palabra mosca sigue pegada a ese bicho con dos alas.
Aunque decir ¡°mosca¡± tambi¨¦n es una concesi¨®n a la ignorancia, la variante m¨¢s cruel de la pereza. La Real Academia, sin ir m¨¢s lejos, la define como un ¡°insecto d¨ªptero muy com¨²n, de unos seis mil¨ªmetros de largo, de cuerpo negro¡¡± ¡ªy empieza mal, ya que la mosca m¨¢s com¨²n tiene la panza amarillenta. Y se conocen por ahora unas 160.000 especies de insectos con dos alas que llamamos moscas y que pueden ser tan parecidas entre s¨ª como el difunto Michael Jackson y la difunta reina de Inglaterra: piel y huesos.
Las moscas son tan comunes, tan presentes y, sin embargo, nos molestan. Parecen sucias y morbosas, cargosas pero desde?osas, zumban y retumban y se enrumban, comen basura, comen podrido, comen muerto ¡ªpero no nos pican. No deber¨ªamos mosquearnos por la presencia de una mosca: si acaso, por su infinitud. Los n¨²meros son espantosos. Casi siempre lo son, pero en su caso m¨¢s: son, insisto, unos 136.000 millones de millones. O, dicho m¨¢s personal, 17 millones por cada ser humano. Parece extra?o, no se nota, pero los cient¨ªficos dicen que es as¨ª: que nos corresponden 17 millones de pares de alas por cabeza. Si fu¨¦ramos, como dicen, los verdaderos reyes de la creaci¨®n, cada uno de nosotros estar¨ªa rodeado por una corte o cohorte de 17 millones de moscas.
Por suerte no somos reyes de nada, pero s¨ª somos esclavos de la cantidad. Por eso aquel viejo dicho que aseguraba que mil millones de moscas no pod¨ªan equivocarse ¡ªy nos instaba a una ingesta que no sonaba apetitosa.
Parec¨ªa un chiste, se ha convertido en la forma del mundo. Nunca la cantidad tuvo tanta fuerza como hoy. Para empezar, porque puede medirse. La fuerza de un caballo, el valor de un diamante, los lectores de una novela mala siempre pudieron suponerse; ahora, gracias a ciertas m¨¢quinas, se pueden medir con precisi¨®n siniestra. (Es curioso que los sudacas llamemos a esas m¨¢quinas computadoras, las que computan, las que cuentan; los espa?oles, en cambio, las llamamos ordenadores porque cre¨ªamos, en esos d¨ªas en que aparecieron, que el mundo deb¨ªa tener un orden y un se?or ordenador.)
Ahora, dec¨ªamos, todo puede medirse, se computa. Una pel¨ªcula es mala si muchos la estrellaron poco. Un restaurante es sabroso si lo han dicho 4.372 personas. Y cada cosa que cada quisqui dice en el espacio p¨²blico tiene un valor preciso: 6 likes, 6K likes, 6M likes. Y cada quisqui tiene un valor preciso: 3 seguidores, 3K seguidores, 3M seguidores. Y as¨ª de seguido: la l¨®gica del rating lo define todo ¡ªperi¨®dicos, televisiones, canciones, discursos, tetas y patadas¡ª, todo se hace para engordar los n¨²meros. Hay, incluso, un sistema pol¨ªtico basado en esa idea. As¨ª que nada, moscas. Si alguna vez nos decidimos a ser realmente coherentes, democr¨¢ticos, les daremos el poder y las obedeceremos. Mientras tanto, nos conformamos con asumir su gu¨ªa: mil millones de moscas no se equivocan, aceptamos, y seguimos comiendo.
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