Jos¨¦ de la Mano y Alberto Manrique, dos sabuesos del arte y de la memoria
El galerista y su colaborador recorren casas, almacenes y naves en busca de obras que cayeron en el olvido. Su ¨²ltima incursi¨®n fue en el almac¨¦n olvidado de Fernando Vijande
¡°La primera reacci¨®n al abrir la puerta fue cerrarla otra vez¡±. El galerista Jos¨¦ de la Mano (Alicante, 55 a?os) bromea sobre la impresi¨®n que recibi¨® al entrar por primera vez en este espacio. Estamos en Madrid, en una zona residencial, en un garaje vetusto que custodia un tesoro casi m¨ªtico: el almac¨¦n olvidado de Fernando Vijande, el galerista m¨¢s subversivo y prestigioso del Madrid de los setenta y los ochenta. ¡°En el mundo del arte se sab¨ªa que exist¨ªa este lugar, pero llevaba cerrado desde el a?o 1981¡å, explica De la Mano. Cuando Vijande cerr¨® Vandr¨¦s, su primera galer¨ªa, se llev¨® de aqu¨ª las obras, pero dej¨® todo lo dem¨¢s. Un caos impenetrable. ¡°Papeles, cat¨¢logos, muebles, ropa y recuerdos¡±, enumera Alberto Manrique (Castro Urdiales, 47 a?os), codirector de la galer¨ªa Jos¨¦ de la Mano. ¡°Para alguien como nosotros, entrar aqu¨ª es como entrar a un parque de atracciones¡±, dice.
El d¨ªa de la visita, la nave est¨¢ m¨¢s ordenada. Los peines, las estructuras de madera para almacenar lienzos, son los mismos que encarg¨® Vijande, y en ellos se pueden leer los nombres de los artistas ¡ªAlexanco, Miquel Navarro o Villalba¡ª cuyas obras custodiaron. Decenas de cat¨¢logos se amontonan en la antigua garita del aparcamiento. Hay algo de justicia po¨¦tica en el hecho de que este espacio, que custodia la memoria de un episodio clave del arte espa?ol, haya acabado formando parte de los fondos de Jos¨¦ de la Mano, una galer¨ªa cuya principal materia prima es, precisamente, la memoria.
El fundador y el hombre que le da nombre, Jos¨¦ de la Mano, explica la historia de su proyecto. Formado como historiador y especialista en pintura antigua, es el autor del primer cat¨¢logo razonado de Mariano Salvador Maella, un genio del siglo XVIII a la sombra de Goya. Cuando quiso montar una galer¨ªa, descart¨® dedicarse a las obras nuevas. ¡°Era muy complicado entrar en ese sector, y ya hay muchas galer¨ªas que lo hacen muy bien¡±, explica. Pero los motivos no solo eran estrat¨¦gicos. ¡°Siempre he cre¨ªdo que para juzgar el arte contempor¨¢neo hay que tener una distancia cronol¨®gica de diez a?os¡±.
A¨²n estaba decidiendo su l¨ªnea de trabajo cuando le lleg¨®, de casualidad, su primer proyecto. ¡°Un galerista de arte antiguo me ense?¨® un cuadro geom¨¦trico maravilloso. Me dijo que conoc¨ªa a una se?ora de Toulouse que ten¨ªa todo el taller de aquel artista, y hab¨ªa comprado cinco cuadros¡±. Se fue a Toulouse y se encontr¨® con el taller de Virgilio Vallmaj¨®, un artista republicano represaliado y fallecido en el exilio en 1947. Llevaba m¨¢s de medio siglo abandonado y su aspecto tuvo que ser desasosegante. ¡°Para almacenar los cuadros, les hab¨ªan quitado todos los bastidores¡±, recuerda. ¡°Eran monta?as de telas muy gruesas porque, como no ten¨ªa dinero para lienzos, pintaba sobre s¨¢banas o trapos de cocina¡±. El cat¨¢logo que edit¨®, de 66 p¨¢ginas, inclu¨ªa estudios de especialistas como Isabel Garc¨ªa o Juan Manuel Bonet, que explicaban la trayectoria vital de un pionero desconocido del arte geom¨¦trico espa?ol. Corr¨ªa 2005 y aquella no era una exposici¨®n m¨¢s, sino una recuperaci¨®n en toda regla: una peque?a galer¨ªa que asum¨ªa una labor casi muse¨ªstica. ¡°Pas¨® algo que no ha vuelto pasar en estas dos d¨¦cadas¡±, recuerda el galerista. ¡°Se vendieron 70 cuadros en dos semanas¡±.
Con su segunda exposici¨®n, dedicada a 40 obras de Luis Feito ¡°que no parec¨ªan de Feito¡±, incautadas por las aduanas franquistas, nunca reclamadas por el autor y vendidas en una subasta judicial en los sesenta, intuy¨® la l¨ªnea que buscaba: el rescate de artistas olvidados y de etapas desconocidas de artistas c¨¦lebres. La abstracci¨®n geom¨¦trica era un estilo especialmente poco estudiado pero muy interesante. ¡°Muchos de estos artistas eran militantes de izquierdas, as¨ª que tuvieron que exiliarse de Espa?a. Los que se quedaron no tuvieron visibilidad¡±, cuenta De la Mano. ¡°Cuando lleg¨® la democracia, se les pas¨® el momento. Lleg¨® otra generaci¨®n de artistas, el Grupo El Paso [en el que militaron Manolo Millares, Rafael Canogar, Carlos Saura o Mart¨ªn Chirino] lo eclips¨® todo. Se hab¨ªan quedado fuera del circuito¡±.
Durante los primeros dos a?os, De la Mano gestion¨® su galer¨ªa en solitario, con pocas exposiciones y un programa cauto. En 2007 contrat¨® a Alberto Manrique, un joven historiador. Con ¨¦l lleg¨® un nuevo objetivo: entrar en Arco, la feria m¨¢s importante de Espa?a. ¡°Tardamos 10 a?os en conseguirlo¡±, afirma Manrique.¡°Para entrar en Arco hay que tener una l¨ªnea clar¨ªsima, y ese siempre hab¨ªa sido nuestro problema¡±. Jos¨¦ de la Mano, que primero tuvo su sede en el barrio de Salamanca y hoy est¨¢ instalada en el 21 de la calle Zorrilla, no era una galer¨ªa de arte contempor¨¢neo, porque sus directores trabajaban con artistas y obras de d¨¦cadas pasadas, pero tampoco eran anticuarios ni se dedicaban al mercado secundario, porque sacaban a la luz obras que nunca hab¨ªan estado a la venta. Los primeros a?os fueron arduos. Rebuscaban en cat¨¢logos de la ¨¦poca hasta dar con nombres poco conocidos o que no les sonaran. Y esperaban golpes de suerte que, de vez en cuando, llegaban.
Un d¨ªa, cuenta De la Mano, le llam¨® un anticuario del Rastro madrile?o. ¡°Se?or De la Mano, ?es usted de Alicante?¡±. Alguien vend¨ªa el taller completo de un artista alicantino, en una casa de Arturo Soria, y se hab¨ªa acordado de ¨¦l. Cuando le dijeron el nombre del artista, casi sinti¨® un escalofr¨ªo. Era Tom¨¢s Ferr¨¢ndiz, uno de los hombres que expusieron junto a Picasso en el pabell¨®n de la Rep¨²blica que alberg¨® el Guernica. ¡°Lo ten¨ªamos localizado, pero se le hab¨ªa perdido la pista. Era republicano y mas¨®n, y cuando lleg¨® Franco su presencia se diluy¨® totalmente. Consigui¨® una plaza de profesor y casi se cambi¨® de bando¡±. Cuando llegaron al taller, lo adquirieron con una condici¨®n. ¡°Llegu¨¦ a un acuerdo con la familia, y les dije que me quedaba con el taller, pero solo si me vend¨ªan la biblioteca y los documentos¡±. Aceptaron. ¡°Me dijeron que su idea era tirarlo todo a la basura, porque su prioridad era vaciar el local para venderlo¡±. Los galeristas, con dos alba?iles, entraron en el taller y empezaron a vaciarlo. Hab¨ªa cuadros, pero tambi¨¦n mucha basura. Y varias sorpresas. En un altillo oculto con una l¨¢mina de poliestireno, Ferr¨¢ndiz hab¨ªa escondido esculturas y obras con simbolog¨ªa mas¨®nica, las m¨¢s perseguidas por el franquismo. Tambi¨¦n encontraron lo que parec¨ªa un p¨®ster, y que en realidad era un dibujo original que hoy cuelga en el Museo Reina Sof¨ªa, cerca del Guernica de Picasso, igual que en 1937 .
Historiadores, galeristas, arque¨®logos, catalogadores y, en el fondo, detectives, De la Mano y Manrique han conquistado una posici¨®n propia gracias a casualidades afortunadas y a su rigor filol¨®gico. Catalogan cada obra con precisi¨®n. ¡°Para nosotros el archivo es lo m¨¢s importante. Sin archivo no hay memoria¡±, explica De la Mano. Manrique coincide: ¡°Cuando un archivo se dispersa, la memoria del artista desaparece¡±.
Cuando en 2017 Carlos Urroz, entonces director de Arco, les concedi¨® su primer espacio, lo dedicaron al Centro de C¨¢lculo de la Universidad de Madrid, un episodio clave entre el arte y la inform¨¢tica a finales de los sesenta. El stand se vendi¨® al completo. Fue el primero de varios golpes de efecto en la feria madrile?a. Otro fue su recuperaci¨®n de Aur¨¨lia Mu?oz, una artista con prestigio internacional que apenas hab¨ªa expuesto en Espa?a. ¡°Era una mujer, y hac¨ªa obra textil, algo que hasta entonces no se consideraba arte, sino artesan¨ªa. Ahora ya est¨¢ en los museos¡±, explica Manrique.
A la reivindicaci¨®n de obras de mujeres olvidadas ha sucedido la reescritura del canon del arte ligado a la disidencia sexual. Este a?o han llevado a la feria una obra inclasificable y magn¨¦tica, Manuel, de Rodrigo, que cuenta una historia de homoerotismo y memoria ¨ªntima. Otra de sus puntas de lanza es Agust¨ªn Ibarrola. En 2021, el rescate del Guernica del artista vasco marc¨® un hito. Hoy pertenece a la colecci¨®n del Museo de Bellas Artes de Bilbao, pero nada hac¨ªa prever ese desenlace cuando, meses antes, los galeristas preguntaron a los herederos del artista, en cuya obra geom¨¦trica ya hab¨ªan trabajado, por esta enigm¨¢tica pintura, expuesta brevemente a principios de los setenta y desaparecida desde entonces. ¡°Les preguntamos y nos dijeron que hac¨ªa siglos que no lo hab¨ªan visto. ¡®Probablemente ni exista¡¯, nos dijeron. ¡®O vete a saber en qu¨¦ estado estar¨¢¡±. No hab¨ªa muchos motivos para la esperanza: adem¨¢s de la metodolog¨ªa ca¨®tica de Ibarrola, en los ochenta su taller hab¨ªa sufrido graves da?os durante las inundaciones de Bilbao. ¡°Un d¨ªa nos llamaron y nos dijeron: ¡®lo hemos encontrado, y no est¨¢ mal¡±, recuerda el galerista. A la ma?ana siguiente, a las 9 estaban en el taller. ¡°Los hijos abrieron la nave, y hab¨ªan dispuesto los paneles, que son diez lienzos, para que los vi¨¦ramos. Saqu¨¦ un v¨ªdeo con el m¨®vil, se lo mand¨¦ a Maribel L¨®pez [directora de ARCO] y le dije ¡®necesito 80 metros m¨¢s de stand¡±.
Al principio, sus principales clientes eran coleccionistas latinoamericanos, familiarizados con el tipo de trabajo que hac¨ªan, y tambi¨¦n con la abstracci¨®n geom¨¦trica, muy arraigado en Chile o M¨¦xico. ¡°Entend¨ªan la geometr¨ªa, y adem¨¢s alucinaban con los precios¡±, reconoce Manrique. Los precios son otra de esas cuestiones a las que dedican no pocos desvelos. ¡°Nuestro modelo es claro: rescatamos al artista y, si la familia conf¨ªa en nosotros, la exposici¨®n tiene que tener precios l¨®gicos para que puedan comprar museos y coleccionistas, o ir a ferias¡±, apunta De la Mano. Luego hay casos, como Aur¨¨lia Mu?oz, que con los a?os cuadriplican precios, pero es un proceso que hay que manejar con cuidado. Algunos proyectos fracasan porque las familias no entienden que esos artistas no tienen mercado y hay que crearlo, no a corto plazo sino a medio y largo plazo. Adem¨¢s, insistimos mucho en la importancia del archivo, en que lo conserven o, con el tiempo, lo donen a instituciones¡±.
Por su galer¨ªa de la calle Zorrilla, cerca del Congreso de los Diputados, pasan a diario visitantes, artistas, coleccionistas y familiares. Cuando logren poner orden en la nave de Vijande, su idea es abrirla como una segunda sede, un almac¨¦n y sala de exposiciones para las obras de su fondo, muchas de las cuales ya ocupan los antiguos peines. Tambi¨¦n quieren darle un nombre que evoque la memoria de Vandr¨¦s y de Vijande, a quien ya dedicaron una exposici¨®n, y retomar algunos de los proyectos que dej¨® pendientes. En los cajones han encontrado, por ejemplo, las tripas de un libro de Antoni Miralda que no lleg¨® a ver la luz. ¡°Cuando llam¨¦ a Miralda para dec¨ªrselo, me dijo que no se cre¨ªa que hubiera sobrevivido¡±, cuenta De la Mano. Los proyectos siguen y su n¨®mina de artistas, adem¨¢s de una forma de negocio, es un ¨ªndice de nombres que poco a poco, y gracias a ellos, van encontrando su sitio en los museos y los manuales de arte espa?ol del siglo XX. ¡°Hace diez a?os, recuerdo que Pepe me dijo: ¡®Alberto, no te creas que van a seguir apareciendo talleres as¨ª, v¨ªrgenes, esper¨¢ndonos a nosotros con 200 cuadros¡±, recuerda Manrique. ¡°Y la verdad es que ya llevamos veinte. Pero, por si acaso, me lo repite cada tres o cuatro a?os¡±.
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