Juan Antonio Gonz¨¢lez Iglesias: ¡°Nuestra ¨¦poca es m¨¢s entretenida que esencial: grandes avances tecnol¨®gicos, pocas ideas¡±
Traductor de Horacio, Ovidio y Catulo y ganador de premios de poes¨ªa, este catedr¨¢tico de Filolog¨ªa Latina ha llevado los cl¨¢sicos a la calle. Convencido de que el mundo es hermoso y confuso, su ensayo ¡®Historia alternativa de la felicidad¡¯ rescata el legado de Marcial, Santa Teresa o Montaigne
En las paredes de la Universidad de Salamanca est¨¢n escritos los nombres de sus doctores. Del de santa Teresa de Jes¨²s (honoris causa p¨®stumo) al v¨ªtor de Juan Antonio Gonz¨¢lez Iglesias (Salamanca, 60 a?os) que, en el Palacio de Anaya, donde est¨¢ la Facultad de Filosof¨ªa y Letras, mira hacia la estatua de Unamuno. El catedr¨¢tico de Filolog¨ªa Latina ha comprado una cafetera para la entrevista. No acierta a manejarla. Se r¨ªe de s¨ª mismo, pero se pone serio para hablar de felicidad.
?Se aprende a ser feliz?
La felicidad, no la alegr¨ªa, no es un estado. Es una actividad vital. Una tradici¨®n, ininterrumpida, por la v¨ªa alta de la cultura y de la popular la ense?a. Que se nos olvide c¨®mo ser felices forma parte del secreto de la vida. Cada vez que lo recuperamos empezamos de nuevo.
¡°Si nos acercamos con af¨¢n de atraparla, se aleja¡±.
Se parece al horizonte al que no llegas. A la perfecci¨®n y la plenitud absoluta es mejor renunciar. No son cosa nuestra. La felicidad est¨¢ vinculada al lenguaje, hay que darle vueltas hablando.
O no necesitar mencionarla.
Ese es el grado m¨¢s alto. La felicidad interesa a fil¨®sofos y psic¨®logos, pero lo esencial lo han dicho los poetas. Las dos caras de la moneda que son el carpe diem, que nos anima a adue?arnos de lo bueno del mundo, y el Beatus Ille, que nos ayuda a alejarnos de lo malo, las acu?¨® Horacio, como moneda con anverso y reverso.
Decimos carpe diem sin saber lat¨ªn. Y lo decimos mal.
Est¨¢ tan mal entendido que ha acabado siendo lo contrario de lo que significa. No es lo que los te¨®logos describ¨ªan como avaritia mundi. Es disfrutar de lo que tienes, una met¨¢fora agr¨ªcola: disfruta de la fruta de temporada.
?Los cl¨¢sicos nunca se van?
Ve¨ªan m¨¢s all¨¢ de s¨ª mismos. El propio Horacio se dirigi¨® a la posteridad. Ten¨ªan un equilibrio entre lo refinado y lo natural. La polis ¡ªlo que Unamuno dec¨ªa cuando viv¨ªa aqu¨ª, que a 10 minutos ten¨ªa el campo¡ª, les permiti¨® tocar lo esencial del ser humano. Todo lo dem¨¢s: tecnolog¨ªa, avances, abundancia¡ es accesorio. Nos hemos vuelto muy sofisticados tecnol¨®gicamente y acarreamos gran sufrimiento por alejarnos de lo natural. Los cl¨¢sicos hacen una apuesta: tiran al mar una botella. Nosotros rara vez enviamos mensajes a los que vendr¨¢n porque priorizamos vender, comunicar, conseguir amigos. Estamos prisioneros de nuestro momento.
Tienen otro convencimiento: lo que le pasa a un ser humano nos pasa a todos.
A todos. Humanitas. Dieron a la humanidad la idea de que los seres humanos formamos un grupo. Que se puede ense?ar a ser m¨¢s humano: m¨¢s amable, m¨¢s tolerante, m¨¢s compasivo¡
?Eso precisa educaci¨®n o concienciaci¨®n?
Autoconocimiento, que es el principio de la felicidad. Lo llaman virtus. La felicidad es una virtud. Se aprende. Y se ense?a. Por eso son tan importantes los estudios de humanidades. No deber¨ªan ser optativos.
?Las mujeres no eran consideradas humanas?
La humanitas es una idea y un proyecto. Incluye a las mujeres y a los esclavos, que estaban excluidos de la ciudadan¨ªa. Ese proyecto todav¨ªa no lo hemos cumplido, pero los fil¨®sofos griegos y los romanos s¨ª vislumbran un modelo de humanidad entera.
?La humanitas solo se puede defender desde el progresismo?
Es a la vez progresista y tradicional. Se ancla en el pasado, pero contiene la idea de progreso: conocer lo mejor entre lo que hab¨ªan hecho los anteriores, no ignorarlo. Como proyecto es apasionante. Las mejores l¨ªneas pol¨ªticas contempor¨¢neas defienden al ser humano como parte de la naturaleza, sin separarlo.
Define nuestra ¨¦poca como menor.
Nuestra ¨¦poca es m¨¢s entretenida que esencial: grandes avances tecnol¨®gicos, pocas ideas.
?Qu¨¦ otra ¨¦poca fue menor?
El final del Imperio Romano. Uno de sus avances tecnol¨®gicos, el c¨®dice, permiti¨® antolog¨ªas. En nuestro mundo solo lo ha permitido Google. San Isidoro hace las etimolog¨ªas, que es una Wikipedia de la antig¨¹edad. No tiene ninguna idea nueva, pero es una enciclopedia buen¨ªsima. Trabajamos igual que ellos: res¨²menes que nos organizan el saber. Ellos ya no le¨ªan los grandes libros, le¨ªan res¨²menes.
?Repensamos pero no pensamos?
Soy categ¨®rico: hoy no hay grandes fil¨®sofos. Pero el conocimiento est¨¢ repartido y, para vivir, estas ¨¦pocas son mejores. Si fuera un filete estar¨ªa muy hecho. No en su punto. No hay ni un Miguel ?ngel ni un Plat¨®n. Aunque esta ¨¦poca nos tiene que gustar porque es la nuestra.
?Ansiamos tener raz¨®n sin haber pensado?
La felicidad es tambi¨¦n comprender al otro que habita en ti. Los atenienses consideraban que, que otros piensen distinto, es bueno. Si tengo raz¨®n, no me importa que diga otra cosa porque lo voy a convencer. Y si no la tengo, salgo mejor, cambio de opini¨®n. Eso lo hemos perdido. Como la pluralidad interior de cada uno. Aunque optemos por una v¨ªa, cada uno refleja la humanidad entera.
?Ha visto a alguien cambiar de opini¨®n?
Me gustar¨ªa. Le¨ª que Jimmy Carter era inteligent¨ªsimo, capaz de ver las cosas desde tantos puntos de vista que le resultaba imposible tomar decisiones. Trump es lo contrario: toma decisiones a lo bruto.
?Somos un pueblo sometido al entretenimiento?
?Hablas de Espa?a? ?Occidente? ?La sociedad? La respuesta es s¨ª. No tenemos tiempo para matices. Vivimos en una ¨¦poca demag¨®gica: el que m¨¢s halaga a las multitudes, m¨¢s consigue. Las multitudes, de las que formamos parte, no deber¨ªamos querer eso. Las cosas claras las dijeron los romanos que no tuvieron miedo de hacer el mal y el bien que hubiera que hacer. Ordenaron el mundo. Y cargaron con ser unos cabrones. Para ellos el populus es el pueblo romano en su perfecci¨®n: racional y ordenado. Uno de sus atributos es la majestad. Se la quedaron luego Augusto y los reyes, pero era atributo del pueblo. Esas mismas personas siguiendo modas, movi¨¦ndose por sus peores instintos¡ son vulgo. En el lenguaje del siglo XX es lo que Ortega define como masas: el medio mill¨®n de personas que, en cualquier ciudad, halagan a Stalin, Mussolini, al rey o la Rep¨²blica. El pueblo bien organizado exige a los dirigentes que se comporten con decoro.
Define su felicidad cuando consigue decir algo como quer¨ªa decirlo.
Mis momentos de infelicidad son m¨¢s, como en cualquier ser humano. Pero no he dejado que la poes¨ªa entristeciera a mis lectores porque ya bastante tienen ellos. Es una de las cosas que me preocupan: que no todos tengamos la misma dosis de felicidad.
?C¨®mo se mide?
Borges dijo: ¡°No hay d¨ªa que no seamos felices en alg¨²n momento¡±. Pero, claro, no hay d¨ªa que no tengamos tambi¨¦n miedo.
Habla de construir la felicidad. ?C¨®mo dec¨ªrselo a quien est¨¢ en Gaza o enfermo?
Estar en un momento bueno y no comprender el malo del otro aumenta el da?o. Pero nadie que est¨¦ mal va a estar mal siempre. La suerte puede ser buena o mala, la felicidad es lo que hacemos con eso.
Su Autorretrato: ¡°Igual que un poeta arcaico celebro la pobreza y la riqueza. Porque son dones¡±.
Parece lenguaje religioso, pero es lo poco que tenemos para alcanzar lo que es m¨¢s grande que nosotros. Necesitamos m¨¢s poes¨ªa.
La poes¨ªa espanta a muchos.
Incluyo en ella lo que ilumina, el arte. Pero es verdad que ha sufrido un desprestigio.
A los que llenan estadios no los aplaude el establishment.
Ha sido siempre as¨ª: la l¨ªnea alta y la popular se desprecian y se temen.
?No dicen lo mismo?
No tienen m¨¢s remedio porque hay cuatro cosas: el amor, la muerte, la belleza¡
El miedo¡
El miedo es sufrir antes. La confianza, disfrutar antes. Es muy b¨¢sico todo.
¡°La amistad es una forma de amor que proporciona seguridad frente a los miedos¡±.
A pesar de que nace de la necesidad de ayuda, acaba siendo desinteresada.
?La amistad solo es posible entre iguales?
Eso dec¨ªa Marcial. Yo creo que hace iguales a las personas. Pablo Garc¨ªa Baena, mi amigo m¨¢s querido, vivi¨® casi hasta los 100 a?os. Siempre sent¨ª que ten¨ªamos la misma edad. Los cl¨¢sicos manejaban la idea ascendente de la felicidad: una vejez mejor que la juventud.
?Y usted?
Me gusta tanto la belleza de la juventud como la de las personas ancianas. Una vez me gust¨® tanto un profesor que hubiera querido dormir con ¨¦l. Nada m¨¢s. No todo erotismo es sexual. A la ma?ana siguiente me dijo: ¡°Me qued¨¦ dormido con tu libro Esto es mi cuerpo¡±. Me dije: se cumplen las cosas.
?Se gusta a s¨ª mismo?
Si viera al hombrito que soy¡ ver¨ªa cierto encanto. Ni el cuerpo ni la belleza, la mirada. Pero no soy ning¨²n vanidoso ni un egoc¨¦ntrico. El pu?al para matar yo lo tengo.
?Fue un ni?o feliz?
En la medida en que un ni?o puede ser feliz. Tengo la idea de que los adultos son m¨¢s felices que los ni?os. No recuerdo una infancia dif¨ªcil.
?Ni por su homosexualidad?
No tengo la idea de ser un homosexual sino un hombre normal y corriente. No creo ser distinto. Tengo problemas y torturas, pero el amor no me los ha causado.
?Qu¨¦ le tortura?
Llevo mal el absurdo porque soy muy racional. Quisiera arreglar todo, dise?ar todo¡ Las cosas mal hechas est¨¢n mal.
Los orientales valoran la belleza de lo imperfecto.
En el poema todo es perfecto. Y fuera del poema¡ casi nada. Sufro con las imperfecciones del mundo. Y con las m¨ªas, claro. Soy un enamorado de Occidente, pero creo que la ¨²nica manera de que nos hagamos una idea de c¨®mo era nuestro pasado es fij¨¢ndonos en los orientales, que no han roto con el suyo. Tienen tecnolog¨ªas m¨¢s avanzadas que las nuestras, pero no las han opuesto ni a la tradici¨®n ni a la naturaleza. No funcionan por opuestos. Occidente obliga a elegir.
?De d¨®nde vienen las dicotom¨ªas excluyentes?
Creo que de Grecia. Cuando Arist¨®teles educa a Alejandro Magno surge una contracultura que son los c¨ªnicos: Di¨®genes en el tonel que no quiere ni poder ni riqueza. Esas dos l¨ªneas, el sistema y los antisistema, se mantienen: nos cuesta ver lo bueno en el otro.
?Sus padres a qu¨¦ se dedicaban?
Preservo mucho a mis padres. M¨¢s ahora que no est¨¢n. Creo que no hace falta contarlo todo. Eran trabajadores sencillos y nobles.
?Eran creyentes?
M¨¢s mi madre que mi padre. Pero yo creo en la inmortalidad y en la resurrecci¨®n. Soy un cristiano cultural. No voy a misa. Aunque el Mi¨¦rcoles de Ceniza me gusta que me pongan un poco en la frente y me recuerden que soy mortal.
?El punto de partida hacia la felicidad tiene que ser personal?
Individual. Esc¨®ndete al vivir es el mensaje esencial de Epicuro. La esencia de la felicidad vive escondida. La privacidad es una conquista. A m¨ª charlar un ratito con alguien me renueva. Lo noto en las c¨¦lulas. Pero estar solo es esencial. Dicho esto, no dejemos solo a nadie.
?Se empieza a investigar sobre la felicidad desde la infelicidad?
El silencio la dificulta. Necesitamos que nos digan buenos d¨ªas y decirlo. Es contagioso. La sonrisa es fundamental. La risotada ya no. Ha perdido el equilibrio y se parece al llanto. Pero la sonrisa es un atributo de la madurez, el fruto logrado de toda una vida, sufrimiento incluido.
?Es un profesor ben¨¦volo?
S¨ª. De joven era duro. Ten¨ªa que demostrar cosas. Tambi¨¦n soy m¨¢s ben¨¦volo conmigo mismo.
¡°Ni envidiado ni envidioso¡±.
Fray Luis de Le¨®n dio clase aqu¨ª. Y las envidias universitarias lo metieron en la c¨¢rcel. A menudo quien te envidia es o tu familia, o tus compa?eros¡ La envidia, ponerse triste por el bien del otro, es lo contrario del amor.
?Identificamos pasi¨®n amorosa con felicidad?
Una gran trampa. El placer que proporciona es tan alto que deber¨ªamos entender que lleva aparejado sufrimiento.
En una ¨¦poca de ansiedad generalizada defiende la rutina.
No yo, Gil de Biedma: ¡°Empezar el a?o aprendiendo a ser casto y a estar solo¡±. Rutina viene de ruta. Le he dedicado mucho tiempo a la sexualidad y mucho a la castidad y no creo que sean cosas contrarias.
Escribi¨® contra el matrimonio homosexual.
Ahora lo acepto desde la raz¨®n pr¨¢ctica. No como ideal. Me hubiera gustado una soluci¨®n nueva, una ley estatal. Tengo la sensaci¨®n de que las uniones civiles van a terminar extingui¨¦ndose y ya no habr¨¢ alternativa legal al matrimonio. Para alguien que conoci¨® la contracultura, opuesta a todo tipo de matrimonios, es causa de melancol¨ªa.
?Sabemos querer? ?Buscamos poseer?
Yo, como me dedico solo a lo de querer, soy feliz en el amor. Tambi¨¦n leyendo, pero al ser un animal muy b¨¢sico¡ pues todo es lo mismo. Para m¨ª el amor es posterior y superior al deseo. Igual que dormir juntos es superior al encuentro sexual. Siendo el encuentro sexual algo maravilloso.
Bastantes mujeres son incapaces de acostarse con alguien sin estar enamoriscadas.
Follar por follar no es muy femenino.
El deseo puede ser destructivo.
Eros es una revoluci¨®n en la persona. Y como revoluci¨®n tiene que desordenarlo todo. Pero ?cu¨¢ntas revoluciones puede haber en una vida?
?Cu¨¢l es su idea de la felicidad?
Amar. ?La tuya?
Mi idea de amar es ¡°ama y haz lo que quieras¡±.
Muy bonito y arriesgado eso de Agust¨ªn de Hipona.
La de felicidad es no tener dobleces. Poder ser.
Eso cuesta tambi¨¦n, ?no?
Lo dec¨ªa Fellini: ¡°Poder decir la verdad sin que nadie tenga que sufrir¡±.
Es muy bonito. Pero es un milagro.
Probablemente signifique que le pon¨ªa cuernos a Giulietta Masina.
Esos l¨ªos tan italianos.
Insiste en la moderaci¨®n.
Es un ejercicio. Para entrenarte tienes que contrariarte. Cada uno es su propio adversario.
?C¨®mo ha aprendido a conocerse?
Leyendo.
Para muchos es un suplicio.
Eso es un fracaso nuestro. No de ellos. Y menos mal que, por una ley f¨ªsica, todo vac¨ªo tiende a ser llenado, surgen clubes de lectura. Son pocos los libros que nos producen felicidad como son pocos los verdaderos amigos. Pero la lectura transmite el conocimiento con lentitud e intimidad. Leo un poema de Safo y estoy con ella. Aunque nos separen milenios. Lo m¨¢ximo es dormir juntos, pero lo siguiente leer juntos. Hay que reivindicar la paciencia y la timidez. Los t¨ªmidos son una especie de reserva natural de la especie humana.
¡°Estoy acostumbrado al fracaso, aunque s¨¦ que Juan Ram¨®n Jim¨¦nez no tuvo m¨¢s sustancia que la que tengo yo¡±.
Juan Ram¨®n escribi¨®: ¡°Los dioses no tuvieron m¨¢s sustancia que la que tengo yo¡±. ?l estaba psiqui¨¢trico arriba, psiqui¨¢trico abajo, pero lo vio. No es arrogante. Es humano. En el cristianismo m¨¢s ortodoxo, santo Tom¨¢s de Aquino dice: todos de alguna manera somos todo.
?C¨®mo aprendi¨® a perder?
Es bueno perder cuando toca. A mis alumnos les hace llorar el discurso de Leonard Cohen en el Pr¨ªncipe de Asturias: ¡°Tenemos que estar preparados para la gran derrota que a todos nos espera¡±.
?Perdido el temor a la muerte se pierden todos?
La muerte es miedo puro, as¨ª que quitado el miedo¡ Wittgenstein pidi¨® que les dijeran a sus amigos que hab¨ªa tenido una buena vida. Y no la tuvo f¨¢cil. El adjetivo feliz, como mordaz, o audaz, es activo. La persona feliz hace felices a los dem¨¢s. Tira de ellos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.