Las dos caras de las relaciones sociales (pueden ser agotadoras y generar malestar)
La socializaci¨®n es una de las bases del bienestar, s¨ª. Pero adem¨¢s de beneficios, a veces tambi¨¦n genera problemas. Entre el 50% y el 70% de las demandas de psicoterapia tienen que ver con problem¨¢ticas relacionales
El statu quo en salud mental plantea que la socializaci¨®n puede ser un gran ant¨ªdoto para aliviar el malestar emocional y la sintomatolog¨ªa de numerosos trastornos mentales. A la contra, hay acuerdo entre profesionales sobre que el aislamiento social puede tener efectos devastadores en varias dimensiones, entre ellas, el estado emocional, la autoestima, las capacidades cognitivas e, incluso, el bienestar f¨ªsico. Por supuesto, somos seres gregarios, sociales y necesitamos de la comunidad para desarrollarnos plenamente. Sin embargo, en tales afirmaciones faltan muchos matices y se nos olvidan algunas realidades que quedan relegadas a los m¨¢rgenes.
Mientras la ciencia en psicolog¨ªa sigue centrada en postular principios universales a trav¨¦s de un m¨¦todo estad¨ªstico que solo representa lo que se cumple en ¡°una mayor¨ªa¡±, gran parte de los libros de autoayuda persiguen f¨®rmulas literarias de ¨¦xito que priorizan la venta por encima de la promoci¨®n de la salud.
Ni una ni la otra se aproximan con agudeza a la realidad de la que somos testigos quienes atendemos en las consultas de salud mental; y es que, tal y como numerosas investigaciones estiman, entre el 50% y el 70% de las demandas de psicoterapia tienen que ver con problem¨¢ticas relacionales.
Por tanto, ante el malestar emocional, ?debemos prescribir la socializaci¨®n para todas las personas o deber¨ªamos abordar en qu¨¦ t¨¦rminos podr¨ªa la socializaci¨®n suponer un beneficio para el bienestar individual y colectivo? Porque en salud mental, el cu¨¢ndo, c¨®mo, para qu¨¦ y para qui¨¦n siempre importan.
La socializaci¨®n puede suponer un apoyo fundamental, pero tambi¨¦n puede ser agotadora o generar un gran malestar. Especialmente si no hemos desarrollado habilidades ni la seguridad necesaria para mostrarnos tal y como somos frente a los dem¨¢s.
Algo que se repite constantemente en la consulta es la dificultad para cambiar nuestro rol en nuestros grupos de referencia (¡°el gracioso¡±, ¡°la que siempre ayuda¡±, ¡°el nervioso¡±, ¡°la quejica¡±¡). Muchas personas se sienten encasilladas en lo que suponen que se espera de ellas en las interacciones sociales. Pero no se trata ¨²nicamente de una percepci¨®n subjetiva, es un hecho contrastado en investigaciones de psicolog¨ªa social: los grupos tienden a oponer resistencia cuando la conducta de alguno de sus miembros no sigue el guion habitual. Es frecuente que, aunque ese guion nos pueda estar ocasionando sufrimiento emocional o ya no represente c¨®mo somos o c¨®mo nos sentimos en la actualidad, tendamos a tratar de reproducirlo, aunque esto nos cause sufrimiento.
Ocurre de forma similar cuando no somos capaces de respetar nuestros tiempos de descanso y recarga de energ¨ªa, bien porque no sabemos identificar nuestras propias necesidades, bien porque nos sentimos presionados a desatenderlas. ?Cu¨¢ntas veces te has visto acudiendo a esa cena a la que te hab¨ªas comprometido a pesar de sentirte saturada?, ?cu¨¢ntas veces te has negado una tarde en el sof¨¢ de casa porque ha salido el sol y ¡°debes aprovechar el tiempo¡±?, ?por qu¨¦ no te has permitido descansar a solas en tu habitaci¨®n de hotel estas vacaciones de verano si llevas todo el d¨ªa interactuando con tus amistades?
Es curioso observar que no tenemos conciencia de que la socializaci¨®n exige de una energ¨ªa y que nuestra energ¨ªa es limitada. Muchas personas se sienten culpables por sentir saturaci¨®n hacia sus amistades o por preferir estar a solas puntualmente. Nos cuesta mucho mantener estas conversaciones con nuestra red de v¨ªnculos y muy frecuentemente optamos por aplazar nuestras necesidades y sucumbir a la deseabilidad social o por inventarnos alguna excusa que justifique nuestra decisi¨®n. Pero no contamos con muchas m¨¢s herramientas.
Quiz¨¢ se deba a que la mayor¨ªa de las personas estamos convencidas de que expresar estas necesidades en el grupo ser¨¢ recibido como la manifestaci¨®n de que algo no va bien. Esta es la paradoja, ser¨ªa al contrario. Para poder disfrutar de nuestros grupos, para sentirnos realmente conectados con nuestros v¨ªnculos, debemos abordar estas conversaciones, aunque puedan suponer incomodidad.
En definitiva, cuando prescribimos la socializaci¨®n como ant¨ªdoto, olvidamos elementos cruciales. Obviamos que sentirse amparado por una verdadera red de apoyo no depende de estar rodeado de personas. Depende de la calidad de las interacciones, de la capacidad de escucharse a uno mismo, de tener en cuenta al otro, de aprender a mantener una comunicaci¨®n honesta y de tener acceso a un entorno seguro, lo cual sigue siendo un privilegio no alcanzado para muchos colectivos.
Kike Esnaola es psic¨®logo y divulgador.
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