Exhibici¨®n p¨¢nica
Dan ganas de apagar el trasto cuando aparece este hombre en el telediario, con ese aspecto de lactante ah¨ªto, para perpetrar alguna de sus fechor¨ªas, o facher¨ªas, dial¨¦cticas. Dec¨ªa Coc¨® Chanel, aunque lo podr¨ªa haber dicho Camus, que a partir de cierta edad cada uno es responsable de su rostro. Tambi¨¦n Tellado, que, tras sus intervenciones, se precipita en un deleite ¨ªntimo productor de una sonrisa satisfecha (quiz¨¢ satifacha) que no pertenece a esta dimensi¨®n de la realidad. Habr¨ªa sido perfecto para encarnar al reci¨¦n nacido de La semilla del diablo. No es necesario tener cuernos ni pezu?as para provocar el horror. Polanski prefiri¨® que no apareciera en la pel¨ªcula el beb¨¦ de Rosemary como Kafka se neg¨® a que en las portadas de La Metamorfosis apareciera un escarabajo. Part¨ªan ambos de la idea de que no conven¨ªa cambiar el terror metaf¨ªsico por la truculencia pl¨¢stica. Quiz¨¢ no se hab¨ªan percatado a¨²n del poder paralizante de la normalidad. Saque usted a una persona normal, normal como Tellado, que es el ep¨ªtome (signifique lo que signifique ep¨ªtome) de la normalidad, s¨¢quelo usted, dec¨ªamos, sujetando el cartel de la imagen con esos dedos reci¨¦n salidos de la manicura, y d¨¦jese de historias. El efecto p¨¢nico est¨¢ conseguido sin necesidad de los rabos ni de los cuernos que tem¨ªa Polanski, o de los exoesqueletos de los que recelaba Kafka.
Hasta en sus propias filas, dicen, produjo espanto esta fotograf¨ªa, sobre todo cuando uno comparaba la expresi¨®n de los rostros de las v¨ªctimas con la del portavoz, o lo que sea, del PP. ?Qu¨¦ nostalgia de ETA y qu¨¦ poco pudor en exhibirla!
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