Cinco metros de oro para envolver una mu?eca
Entramos en la manufactura de Bulgari donde se fabrica la ic¨®nica colecci¨®n de joyas tubogas. Solo se utiliza oro de 18 quilates.
A poco m¨¢s de una hora en coche desde Mil¨¢n est¨¢ la manufactura de Valenza, el lugar donde pesados lingotes de oro amarillo se convierten en espirales flexibles, brillantes y con movimiento. En sus talleres se fabrica una de las joyas m¨¢s emblem¨¢ticas de todos los tiempos: las tubogas de Bulgari. La casa joyera italiana comenz¨® a experimentar con este dise?o en 1948 para crear la pulsera flexible de su primer reloj de alta joyer¨ªa, Serpenti.
La manufactura se levanta entre las ruinas de la mas¨ªa que alberg¨® en el siglo XIX la gran escuela orfebre fundada por Francesco Caramora, quien hab¨ªa aprendido el oficio en Pav¨ªa y en 1817 fund¨® un taller que alcanz¨® tal fama que su Cascina dell¡¯Orefice se mencionaba en la cartograf¨ªa napole¨®nica. El viejo edificio se apuntal¨® con una estructura de cristal de 13 metros de alto, y hoy es el mayor centro orfebre de Europa, donde trabajan algunos de los mejores artesanos de la regi¨®n.
Los espacios del taller no son nada lujosos. Una f¨¢brica siempre es una f¨¢brica, aunque aqu¨ª solo se trabaje con oro de 18 quilates. Lo primero que visitamos es la zona donde se funden los prototipos de cera, una t¨¦cnica del antiguo Egipto que con algunas mejoras se sigue usando en nuestros d¨ªas. Con ellos se crean ¡°¨¢rboles de piezas¡± que luego se replican en oro y son los cimientos de las tubogas. En esta parte del proceso la precisi¨®n es importante, y por ello se controlan la temperatura del horno y el peso de la cera, y se registra la fecha de cada fundici¨®n.
Estos procesos milenarios casi alqu¨ªmicos se combinan con impresoras 3D y potentes microscopios que han agilizado el proceso, pero trenzar los oros requiere de artesanos con buenas manos, sensibilidad y dominio del pulso y las herramientas. Las joyas tubogas son una mezcla bien calibrada de delicado trabajo manual y tecnolog¨ªa de ¨²ltima generaci¨®n.
Esta colecci¨®n naci¨® en 1948. La tubogas en cuesti¨®n fue en su d¨ªa un desaf¨ªo t¨¦cnico: varias bandas de oro flexible, trenzadas entre s¨ª, que se unen por sus extremos sin soldadura alguna. El nombre hac¨ªa referencia a las tuber¨ªas utilizadas en los a?os veinte del siglo pasado para transportar gas presurizado. Para construir una pulsera tubogas se necesitan al menos cinco metros de cinta. Gracias a su estructura en forma de espiral los bordes contorneados de las bandas encajan entre s¨ª, ocultan la estructura interna y confieren a la pieza su caracter¨ªstico tacto el¨¢stico. El dise?o se actualiz¨® en la d¨¦cada de 1970, cuando Bulgari aplic¨® la t¨¦cnica a relojes, pulseras, collares y anillos.
El trenzado de una tubogas requiere horas de concentraci¨®n y preciso trabajo artesanal para enlazar dos largas tiras flexibles de oro en torno a un centro que puede ser de cobre o madera. Previamente las tiras de oro han pasado hasta 20 veces por una m¨¢quina que le confiere el grosor exacto para que la pieza una vez enrollada tenga el relieve perfecto. La flexibilidad de la banda de oro resultante permite unir varias tubogas para crear collares, pulseras y relojes con varias bandas.
¡°Al principio¡±, explica Marco Ceva, responsable de uno de los talleres, ¡°apenas hab¨ªa m¨¦todo, se trabajaba con ensayo/error y se aprend¨ªa de cero. Hoy tenemos la suerte de poder ense?ar el oficio a las nuevas generaciones de artesanos¡±. En la manufactura de Valenza solo hay dos artesanos, Matteo Di Benedetto y Alessandro Francese, que dominan la t¨¦cnica del trenzado de las cintas y son capaces de mezclar los tres oros ¡ªel amarillo, el rosa y el blanco¡ª en una misma banda. Un trabajo de cierta complejidad, pues los materiales tienen diferente elasticidad y flexibilidad y el artesano debe modular sus propiedades para poder trenzar los metales. ¡°El secreto est¨¢ en dejar el espacio exacto para cada oro¡±, revelan.
Ambos aprendieron de un artesano que trabaj¨® 30 a?os en Bulgari y les ense?¨® el oficio. El momento cr¨ªtico llega a la hora de girar la banda. ¡°Si se hace mal, el material se solapa, la pieza queda con relieve, entonces hay que deshacerlo todo y empezar otra vez¡±, explica Marco Ceva. El resultado final debe estar pulido como un espejo. Hasta hace dos a?os, el trenzado solo se hac¨ªa a mano. Ahora, en la manufactura existe una m¨¢quina personalizada para Bulgari que reproduce el movimiento manual de manera autom¨¢tica. ¡°Los ingenieros pasaron varios meses con nosotros en el taller hasta que consiguieron replicar el movimiento de las manos de los artistas, que ya solo se encargan de las piezas ¨²nicas o muy complejas¡±, cuenta el responsable de taller.
El oro amarillo vuelve a ser habitual en la alta joyer¨ªa moderna, pero durante varias d¨¦cadas fue una extravagancia. Entonces, las creaciones excepcionales se hac¨ªan en platino. Pero con las tubogas la casa italiana decidi¨® recuperar el amarillo dorado, que recordaba los tonos c¨¢lidos y la luz de los paisajes italianos. Mauro Di Roberto, director general de la unidad de negocio de joyer¨ªa de Bulgari, observa ¡°un cambio significativo¡± en el mercado de la alta joyer¨ªa. ¡°Vuelve el aprecio por la elegancia atemporal del oro amarillo. Esta tendencia nos permite honrar nuestro rico patrimonio¡±, se?ala.
Seg¨²n se explica en el libro Bvlgari, escrito por Amanda Triossi y Daniela Mascetti, la raz¨®n por la que la firma privilegi¨® el uso del oro amarillo por encima de otros metales preciosos fue porque su calidez permit¨ªa que las grandes piedras pudieran ser usadas de un modo m¨¢s informal. ¡°En otras palabras, si se combina el oro amarillo con un gran diamante ocurre una desmitificaci¨®n: la piedra preciosa instant¨¢neamente se convierte en algo m¨¢s llevable¡±.
En una de las plantas superiores encontramos a los orfebres que se encargan de engarzar las piedras en las tubogas terminadas. Guillermo Messiva es uno de ellos, e intenta con ayuda de un microscopio engarzar un diamante peque?¨ªsimo entre las bandas de oro de una tubogas. De sus manos sale el producto final seg¨²n lo han concebido en el departamento creativo que tiene su sede en Mil¨¢n.
Una de las obsesiones de los fundadores de la casa joyera italiana fue que las joyas no se quedaran durmiendo en una caja fuerte, sino que se dejaran ver y usar en cualquier ocasi¨®n y en cualquier lugar. En este contexto, las bandas el¨¢sticas de oro que componen una joya tubogas se adivinan elegantes y f¨¢ciles de llevar. Seg¨²n Di Roberto, las tubogas son piezas que compran los clientes de toda la vida. ¡°La esencia misma de la colecci¨®n reside en su transici¨®n effortless [sin esfuerzo] del d¨ªa a la noche. Son piezas modernas y atemporales, algunas con dise?os lisos de est¨¦tica minimalista y otros m¨¢s atrevidos con contrastes de color. Combinando la elegancia desenfadada de la tubogas con piedras de colores como la tanzanita, la rubelita y la turmalina verde, junto con engastes de diamantes pav¨¦, pretendemos crear joyas especiales que sean adecuadas para el uso diario¡±. Aunque una tubogas pueda ser material de museo ¡ªvarias exposiciones han mostrado las piezas emblem¨¢ticas de la colecci¨®n¡ª, es tambi¨¦n una joya para llevar por la vida. El¨¢stica, ligera y de oro macizo, ?qu¨¦ m¨¢s se puede pedir?
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