Esa peculiar forma de suicidio

A veces los pueblos eligen esa peculiar forma de suicidio que es la ignorancia. He asistido perpleja las pasadas semanas a una aut¨¦ntica org¨ªa de mentecatez en los medios de comunicaci¨®n, que pasearon a troche y moche a un pat¨¦tico exfutbolista con cerebro de ameba que anda repitiendo la monserga de que la Tierra es plana y de que nos tienen enga?ados. No entiendo la raz¨®n de que semejante memez analfabeta pueda ser considerada digna de ocupar ni medio segundo del inter¨¦s de la audiencia; lo siguiente ser¨¢ hacer tertuliano a alguien que sostenga que dos m¨¢s dos son doce o, a¨²n mejor, que la muerte no existe, que los cementerios no son m¨¢s que un decorado y que los supuestos fallecidos en realidad han sido secuestrados por cient¨ªficos malvados para utilizarlos en horrorosos experimentos (no me dig¨¢is que este relato paranoico no es una historia perfecta para los menteplanistas). No, amigos, no. Los disparates no son interesantes, ni resultan una pizca de divertidos, ni se pueden sacar a pasear sin consecuencias por la normalidad p¨²blica. Como dec¨ªa hace un par de semanas Sergio del Molino en un estupendo art¨ªculo, ver¨¢s t¨² qu¨¦ risa cuando hagan diputado al exfutbolista.

?Pero si hubo programas de televisi¨®n que enfrentaron a ese tarugo con gente seria para discutir sobre el terraplanismo! Un cient¨ªfico se neg¨® a participar, el f¨ªsico y radi¨®logo Alberto N¨¢jera, y explic¨® su posici¨®n con claridad meridiana: ¡°El objetivo no es que desmintamos un bulo, una mentira, una desinformaci¨®n o una chorrada, el objetivo es que la gente dude de la verdad¡± (recogido en P¨²blico). En efecto: cuando pones una necedad demencial en circulaci¨®n como si fuera una opini¨®n respetable y equiparable a la verdad m¨¢s elemental, est¨¢s haciendo un da?o incalculable a la cultura, la educaci¨®n y la convivencia de la sociedad, y yo dir¨ªa que incluso a la salud mental colectiva. Basta ya de frivolizar con estas burradas.

Cuando, en mi primera adolescencia, me enter¨¦ de que, a lo largo de su historia, la humanidad hab¨ªa olvidado cosas esenciales que sab¨ªa, me qued¨¦ horrorizada. A mis 12 o 13 a?os no me cab¨ªa en la cabeza que el conocimiento pudiera deteriorarse de tal modo. ?Pero si por lo visto los egipcios sab¨ªan anestesiar, y luego los humanos sufrieron y sufrieron atrozmente durante milenios hasta que volvi¨® a reinventarse la anestesia en 1846! (lo le¨ª en un libro de divulgaci¨®n para ni?os). Hoy sigo obsesionada por esa ca¨ªda en los abismos intelectuales. Pensar que en el siglo VI antes de Cristo Anaximandro y Pit¨¢goras ya dijeron que la Tierra era redonda, que en el siglo III antes de Cristo Erat¨®stenes incluso midi¨® la esfera emp¨ªricamente, y que ese conocimiento se perdi¨® en los a?os oscuros de la Edad Media. Influy¨® el dogmatismo religioso, hasta el punto de que incluso san Isidoro de Sevilla, el mayor sabio del siglo VII, opt¨® por una f¨®rmu?la de compromiso con la fe y, aunque conoc¨ªa bien a los cient¨ªficos griegos, dictamin¨® que la Tierra era plana dentro de un cielo esf¨¦rico.

Yo pensaba que esta cat¨¢strofe intelectual se pod¨ªa explicar por las guerras, las pestes, las oleadas de b¨¢rbaros, la estrategia b¨¦lica de la tierra quemada y, sobre todo, por la precariedad del soporte en que se recog¨ªa el conocimiento y la dificultad de su difusi¨®n. Y que en nuestros tiempos, hiperconectados, informados y documentados, esto ser¨ªa imposible. Pero ya ven. La zopenca idea de la Tierra plana resurgi¨® a mediados del siglo XIX como un dogma de peque?as comunidades ultrarreligiosas norteamericanas, y ah¨ª permaneci¨® como un virus en letargo hasta que ha hecho una impensable eclosi¨®n en lo que llevamos del siglo XXI. Y no es solo el terraplanismo, claro est¨¢; son todo tipo de frikadas mentales conspiroparanoicas, desde que te meten chips con las vacunas a que la nieve es falsa y un complot del Gobierno. As¨ª que da igual lo que se sepa: podemos volver a hundirnos en las tinieblas, porque, como digo, a veces los pueblos eligen suicidarse. Supongo que es el miedo a este mundo tan cambiante, tan amenazador y tan incomprensible lo que les hace comportarse as¨ª. Y esta revoluci¨®n tecnol¨®gica tan acelerada que se sienten incapaces de seguir: por eso para ellos los mayores malvados son siempre los cient¨ªficos. Todo esto no tiene ninguna gracia y es peligroso. Basta ya de dar un lugar de normalidad a los delirantes. El lado oscuro de la Fuerza es la ignorancia.