Otegi y la autocr¨ªtica por su pasado
Los hechos desmienten que reorganizara Batasuna en 2011 para relanzar ETA
La repetici¨®n del juicio a Arnaldo Otegi y cuatro dirigentes de la izquierda abertzale por el caso Bateragune ¡ªla reconstrucci¨®n de la direcci¨®n de Batasuna en la etapa final de ETA¡ª, tras haber sido condenados por la Audiencia Nacional en 2011, por el Tribunal Supremo en 2012 y por el Constitucional en 2014 es ins¨®lita. El caso Bateragune fue pol¨¦mico desde el principio de su tr¨¢mite.
El Tribunal Supremo redujo la condena a Otegi y sus compa?eros tras un debate controvertido, zanjado por 3 votos a favor y 2 en contra. El Tribunal Constitucional los conden¨® por 7 contra 5. Cuatro a?os despu¨¦s, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo fall¨® que el juicio no fue imparcial. Y ahora, el Tribunal Supremo, tras asumir aquella sentencia europea, ha decidido por unanimidad volver a sentar en el banquillo de los acusados a unos condenados por un caso juzgado.
Esta peripecia y, especialmente, la divisi¨®n en los tribunales juzgadores, refleja la tormenta pol¨ªtica que provoca el caso. En Euskadi, los partidos, menos el PP, fueron cr¨ªticos con las decisiones judiciales. La divisi¨®n est¨¢ vinculada con la complejidad del personaje. Otegi fue militante etarra en los setenta y ochenta. Y desde 2001, ejerci¨® como portavoz de la izquierda abertzale, entonces brazo pol¨ªtico de ETA.
Esa es la imagen de Otegi para muchos ciudadanos y numerosas v¨ªctimas del terrorismo. El comportamiento impropio por la parcialidad de las expresiones de la presidenta del tribunal de la Audiencia Nacional, Angela Murillo, origen de la descalificaci¨®n del tribunal europeo, responde a esa imagen rechazable de Otegi.
Pero el pasado rechazable de Otegi convive con el pol¨ªtico. En 2006, tras el atentado etarra en Barajas que rompi¨® aquella tregua, protagoniz¨® un debate en la izquierda abertzale a favor de las v¨ªas pol¨ªticas y de rechazo del terrorismo.
La reorganizaci¨®n de Batasuna ten¨ªa ese objetivo y lo logr¨® en 2011 con la creaci¨®n de Sortu, un partido que en sus estatutos condena la violencia, y con el cese definitivo del terrorismo de una ETA muy debilitada. Otegi tiene un d¨¦ficit grave, la autocr¨ªtica pendiente por su pasado etarra. Pero los hechos desmienten que reorganizara Batasuna en 2011 para relanzar ETA. Empecinarse en desatender los hechos es victimizar a Otegi.
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