ETA no sobrevivi¨® a sus fundadores
El fallecido Julen Madariaga pas¨® al partido ¡®abertzale¡¯ Aralar, pero otros miembros se alejaron de la pol¨ªtica
Con motivo del fallecimiento de Julen Madariaga, personaje clave en la fundaci¨®n de ETA y en su apuesta por la violencia, Patxi Zabaleta, creador de Aralar ¨Del partido abertzale escindido de Batasuna tras la ruptura de la tregua etarra de 1998-99¨D ha recordado que Aralar, nacido en 2001, acogi¨® a los fundadores de ETA. Sucedi¨® con Madariaga y Jos¨¦ Luis ?lvarez Emparanza, Txillardegi. Los restantes o hab¨ªan muerto o estaban inhabilitados. Aralar, partido cr¨ªtico con el terrorismo, recogi¨® parte del voto de la izquierda independentista durante la ilegalizaci¨®n de Batasuna. Tras el final del terrorismo y la legalizaci¨®n de la antigua Batasuna en 2011, reconvertida en Sortu, Aralar confluy¨® con ella y Eusko Alkartasuna para fundar Bildu. Zabaleta concluye que Aralar y hoy Bildu, al acoger a Madariaga y Txillardegi cierran el ciclo que en 1959 iniciaron los fundadores de ETA.
La tesis de Zabaleta es v¨¢lida para los fundadores de ETA. Pero no puede generalizarse a todos los veteranos de la organizaci¨®n terrorista pues antes de que Franco muriera, los fundadores de ETA fueron desplazados por nuevas generaciones encadenadas. Numerosos veteranos se alejaron de ETA a medida que la democracia y el autogobierno vasco se consolidaban y la organizaci¨®n terrorista iba decayendo. Chirriaba la pr¨¢ctica terrorista en una democracia. Pero unos se alejaron antes que otros. La excepci¨®n m¨¢s conocida es Josu Urrutikoetxea, Ternera, que entr¨® en ETA inmediatamente despu¨¦s que Madariaga, a fines de los sesenta; estuvo d¨¦cadas en su direcci¨®n y proclam¨® su disoluci¨®n en 2018.
Madariaga jug¨® un papel clave en la fundaci¨®n de ETA en 1959 y en impulsar la violencia en su Quinta Asamblea de 1966-67. Una decisi¨®n que acarre¨® sus primeras v¨ªctimas en 1968: el guardia civil Jos¨¦ Pardines y el dirigente etarra Xabi Etxebarrieta. Continu¨® con el jefe de la Brigada pol¨ªtico-social de San Sebasti¨¢n, Melit¨®n Manzanas, y el proceso de Burgos de 1970 que juzg¨® a aquella ETA, pero no a Madariaga que se exili¨®.
Madariaga no tuvo protagonismo en el juicio militar de Burgos de 1970 que populariz¨® ETA a escala internacional. Lo tuvieron los 16 juzgados, especialmente los seis a quienes la dictadura franquista pidi¨® la pena de muerte. Madariaga, veterano nacionalista radical, tuvo, adem¨¢s, discrepancias ideol¨®gicas con los juzgados, la mayor¨ªa j¨®venes influidos por mayo del 68.
Sus diferencias quedaron m¨¢s claras tras la muerte de Franco, la irrupci¨®n de la democracia y la amnist¨ªa. S¨®lo tres de los diecis¨¦is procesados en Burgos apostaron por Herri Batasuna y uno regres¨® a ETA pol¨ªtico-militar. El resto apoyaron a Euskadiko Ezkerra, a partidos de izquierda estatales o se retiraron. Dos de los etarras condenados a muerte en Burgos, Mario Onaindia y Eduardo Uriarte, fueron decisivos, desde Euskadiko Ezkerra, en lograr que ETA pol¨ªtico-militar se disolviera en 1982. Era la expresi¨®n de que la democracia y la autonom¨ªa vasca empezaban a calar en Euskadi.
Madariaga y Txillardegi, fundadores de ETA, optaron por Herri Batasuna, pero no jugaron un papel relevante. Tampoco en ETA militar, la rama etarra que mantuvo el terrorismo en democracia que lideraron Jos¨¦ Miguel Be?ar¨¢n Argala, Txomin Iturbe ¨Dfallecidos en 1978 y 1987¨D y Josu Ternera. Madariaga ha reconocido que los atentados con coches-bomba, que generaron matanzas, como el Hipercor de Barcelona y el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza en 1987, le alejaron de ETA.
Dichas matanzas y el fracaso de las conversaciones de Argel entre el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez y ETA en 1989 originaron graves discrepancias en ETA y su entorno. Joseba Urrusolo, veterano dirigente de ETA posterior a Madariaga, fija la decadencia etarra en ese momento. Como militante percibi¨® que sus apoyos mermaban. Pronto abandon¨® ETA. Por causas similares, Herri Batasuna sufri¨® una grave crisis con la expulsi¨®n del veterano Txomin Ziluaga y sus seguidores. Antes, en 1986, decenas de exmilitantes de ETA durante el franquismo, criticaron p¨²blicamente a la direcci¨®n etarra por el asesinato de la ex dirigente disidente Dolores Gonz¨¢lez Yoyes.
El siguiente hito que alej¨® a veteranos de ETA se produjo con la estrategia de socializaci¨®n del sufrimiento, la generalizaci¨®n del terrorismo contra pol¨ªticos y disidentes del abertzalismo, tras la detenci¨®n de la c¨²pula etarra en Bidart en 1992. Los asesinatos de los concejales del PP, Gregorio Ord¨®?ez y Miguel ?ngel Blanco, motivaron que un dirigente de ETA de la etapa de los coches-bomba, Jos¨¦ Luis ?lvarez Santacristina, Txelis, abandonara ETA y condenara la violencia con argumentos ¨¦ticos. Otro, Francisco M¨²gica, Pakito, fue expulsado por criticar su estrategia por err¨®nea. Madariaga abandon¨® Herri Batasuna por no condenar los atentados. Aralar surgi¨® de esa crisis y cont¨® con Madariaga.
El ¨²ltimo hito fue la disidencia de la c¨²pula de Batasuna, dirigida por Arnaldo Otegi, con una ETA debilitada y dividida tras la ruptura de la tregua etarra de 2006. Le exigi¨® a ETA el final del terrorismo. Tard¨® cinco a?os en lograrlo. Mientras, tres decenas de veteranos disidentes, algunos relevantes ¨DUrrusolo, Carmen Guisasola, I?aki Pikabea...¨D organizaron desde la c¨¢rcel la v¨ªa Nanclares, con autocr¨ªtica ¨¦tica por su participaci¨®n en ETA.
Madariaga respald¨®, desde fuera, la decisi¨®n unilateral de ETA de abandonar el terrorismo en la que coincidi¨® con Josu Ternera, que lider¨®, desde dentro, su final, y con quien hab¨ªa confrontado en los a?os ochenta. Josu Ternera fue el dirigente veterano de ETA m¨¢s importante que, a diferencia de la mayor¨ªa que fueron desvincul¨¢ndose, defendi¨® la vigencia del terrorismo hasta la negociaci¨®n con el Gobierno de Zapatero en 2005-06. Proclam¨® el final del terrorismo en 2011 y la disoluci¨®n de ETA en 2018.
Otros muchos lo hicieron antes. Algunos, tras morir Franco, como Onaindia. Otros, en los a?os ochenta, como Madariaga, o en los noventa, como Urrusolo y Txelis. Algunos, como Onaindia y los de Nanclares, concluyeron que la violencia pol¨ªtica es injustificable. Una conclusi¨®n, la del abandono de la lucha armada, a la que hab¨ªa llegado en 1956 el PCE, el principal opositor a la dictadura franquista.
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