Felipe VI, un rey sin objeci¨®n de conciencia
Los expertos zanjan el debate abierto por Ayuso: al firmar los indultos el jefe del Estado cumple con su deber en una monarqu¨ªa parlamentaria
Tres d¨ªas despu¨¦s de involucrar al Rey en el debate pol¨ªtico de los indultos a los independentistas condenados por sedici¨®n y malversaci¨®n, la pol¨¦mica por las palabras de la presidenta madrile?a contin¨²a: lejos de rectificar, Isabel D¨ªaz Ayuso incluy¨® los conceptos de ¡°trampa¡± y ¡°humillaci¨®n¡± y arrastr¨® en sus declaraciones al l¨ªder del PP, Pablo Casado ¡ª ¡°piensa lo mismo que yo¡±¡ª. Los expertos consultados explican por qu¨¦ Felipe VI no puede negarse a firmar una decisi¨®n del Gobierno y advierten del riesgo de introducir en la sociedad la posibilidad de lo contrario. No es el primer intento de presionar al Monarca por el desaf¨ªo soberanista catal¨¢n, se?alan, pero s¨ª la primera vez que se hace desde dentro de un partido que ocup¨® el Gobierno (aunque el PP se ha apresurado a corregir p¨²blicamente a Ayuso).
¡°El Rey¡±, dice Juan Jos¨¦ Soloz¨¢bal, catedr¨¢tico de Derecho Constitucional, ¡°no expresa su voluntad cuando sanciona una ley o firma un decreto. Se limita a cumplir con su papel en una monarqu¨ªa parlamentaria. Tampoco es responsable de lo que firma. Plantear otra cosa es un absurdo y una falta de cultura constitucional¡±, a?ade.
Jos¨¦ Antonio Zarzalejos, especialista en monarqu¨ªa y autor de Felipe VI, un rey en la adversidad, no cree que Ayuso haya realizado esas declaraciones por desconocimiento. ¡°Es una utilizaci¨®n dolosa y tramposa de la figura del Rey para introducirlo en t¨¦rminos emocionales en un debate pol¨ªtico y eso es muy peligroso, porque cuestiona uno de los pilares de nuestro sistema constitucional, la monarqu¨ªa parlamentaria. Firmar no es una humillaci¨®n, es el cumplimiento de su deber; y, lejos de humillarle, le engrandece porque podemos suponer que no es de su total agrado¡±, sostiene. ¡°Ayuso est¨¢ jugando con la emocionalidad de lo que representa el Rey, que no tiene objeci¨®n de conciencia, y con la ignorancia de parte de la sociedad sobre lo que comporta exactamente una monarqu¨ªa parlamentaria para desorbitar el debate, que es lo que suele hacer. Desde 1978 no recuerdo un caso en el que se haya planteado algo de esta naturaleza¡±, se?ala.
El Rey no tiene poderes ejecutivos, act¨²a bajo la direcci¨®n pol¨ªtica del Gobierno. Sus intervenciones ¡ªsalvo el discurso de Nochebuena, el m¨¢s personal¡ª se redactan en los ministerios competentes. El Rey puede personalizarlos, pero no cambiar el mensaje, y, de hecho, PP y PSOE se han acusado mutuamente en la oposici¨®n de cargar esas intervenciones en un sentido favorable al Ejecutivo.
La Constituci¨®n, recuerda Soloz¨¢bal, atribuye al Monarca el papel de ¨¢rbitro y moderador y ¡°s¨ªmbolo de la unidad y permanencia¡± del Estado. A esto ¨²ltimo se agarr¨® Felipe VI para pronunciar, el 3 de octubre de 2017, dos d¨ªas despu¨¦s del refer¨¦ndum ilegal en Catalu?a, un discurso sobre el desaf¨ªo independentista. En aquella ocasi¨®n fue el Rey quien tom¨® la iniciativa. Lo hizo, relata Zarzalejos, ¡°al observar el fracaso de la gesti¨®n del Estado y al ver que el presidente [Rajoy] parec¨ªa no reaccionar ante la gravedad de los acontecimientos¡±. Don Felipe consult¨®, entre otros, a Pedro S¨¢nchez y a Miquel Iceta, que sugirieron incluir la palabra ¡°di¨¢logo¡± en su intervenci¨®n, y al propio Rajoy. ¡°Con mayor o menor renuencia, el presidente le dio su respaldo. Si no lo hubiera hecho, no habr¨ªa podido pronunciar un discurso de ese calado¡±, a?ade Zarzalejos.
Cr¨ªticas al discurso
Aquella intervenci¨®n fue muy criticada por el nacionalismo catal¨¢n y por Unidas Podemos y el PNV. ¡°Como presidente de un grupo parlamentario que representa a m¨¢s de cinco millones de espa?oles¡±, declar¨® Pablo Iglesias, ¡°le digo al Rey no votado: no en nuestro nombre¡±. Un a?o despu¨¦s, el entonces l¨ªder de Podemos celebr¨® lo que consider¨® un ¡°cambio de tono¡± del Monarca en su discurso de Nochebuena: ¡°Habla de convivencia y respeto a la diversidad. Reconoce as¨ª impl¨ªcitamente que se equivoc¨® asumiendo las tesis de la derecha¡±, opin¨®.
Para Zarzalejos, ¡°es normal que haya roces¡± de vez en cuando en la relaci¨®n entre el Gobierno y la jefatura del Estado. Y cita los c¨¦lebres encontronazos entre Isabel II y Margaret Thatcher. El especialista no cree que haya habido verdaderas presiones a la Corona. Pero el desaf¨ªo soberanista ha caldeado los ¨¢nimos. Un grupo de militares retirados envi¨® una carta al Rey el pasado noviembre acusando al Gobierno de poner en peligro la unidad nacional. Los promotores buscaban provocar una cascada de misivas similares para presionar al jefe del Estado. ¡°El Rey es el jefe de las Fuerzas Armadas, pero no tiene mando operativo¡±, recuerda Zarzalejos.
Uno de los ejemplos de esa tensi¨®n fue la ausencia de Felipe VI en el acto de entrega de despachos a nuevos jueces en Barcelona en septiembre del a?o pasado. ¡°El Rey quer¨ªa asistir y en este caso no estaba tan claro que el Gobierno pudiera prohibir la circulaci¨®n del Monarca por el territorio nacional, pero, sin ese refrendo, don Felipe no acudi¨® al acto¡±, recuerda Zarzalejos.
El PP tambi¨¦n ha acusado al Gobierno de presionar a Felipe VI para que rompiera con su padre y el rey em¨¦rito abandonara el pa¨ªs. Las decisiones fueron consensuadas en un grupo muy reducido de La Moncloa (Carmen Calvo e Iv¨¢n Redondo) y La Zarzuela (Jaime Alfons¨ªn), y Zarzalejos opina que ¡°fue un acierto que no se gubernamentalizaran¡±. Un d¨ªa antes se comunic¨® al l¨ªder de la oposici¨®n la salida del rey em¨¦rito de Espa?a.
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