Los ¨²ltimos d¨ªas de Puigdemont en Waterloo
El expresidente, huido en B¨¦lgica desde 2017, hab¨ªa recuperado cierto protagonismo tras el par¨®n obligado de la pandemia
Carles Puigdemont no estaba all¨ª, en Estrasburgo (Francia). Varios medios buscaban por los pasillos, por asegurarse de si hab¨ªa acudido o no, pero el expresidente de la Generalitat, huido de la justicia espa?ola desde 2017 y asentado en B¨¦lgica desde entonces, no asisti¨® la semana pasada al pleno del Parlamento Europeo a pesar de que, en teor¨ªa, no corr¨ªa riesgo de ser detenido. O quiz¨¢ s¨ª. Fue la ¨²ltima oportunidad en la que se le pudo haber visto en su esca?o de eurodiputado, pero rechaz¨® desplazarse a la ciudad alsaciana alegando motivos familiares, seg¨²n indicaron entonces fuentes de su entorno.
En julio, su enmara?ado caso judicial hab¨ªa dado el en¨¦simo giro cuando el Tribunal General de la Uni¨®n Europea rechaz¨® la petici¨®n de medidas cautelares que hab¨ªa solicitado la defensa del pol¨ªtico independentista, y volvi¨® a retirarle a ¨¦l y a los exconsejeros Clara Ponsat¨ª y Toni Com¨ªn ¡ªtambi¨¦n huidos en B¨¦lgica y reclamados por el Tribunal Supremo¡ª la inmunidad de la que gozaban como eurodiputados.
En ese auto, el juez consider¨® que ninguno de los tres corr¨ªa el peligro de ser detenido y entregado a las autoridades espa?olas porque las ¨®rdenes europeas de detenci¨®n y entrega cursadas por el Tribunal Supremo espa?ol estaban suspendidas. Sus euro¨®rdenes quedaron congeladas a la espera de que el tribunal europeo resuelva el conflicto entre la justicia espa?ola y la belga, que en enero de este a?o hab¨ªa rechazado entregar a Espa?a a Llu¨ªs Puig, otro encausado del proc¨¦s residente en B¨¦lgica, por estimar que su entrega a Espa?a pondr¨ªa en peligro sus derechos fundamentales.
Tras ese golpe, el juez del Supremo Pablo Llarena plante¨® una cuesti¨®n prejudicial ante el tribunal europeo para determinar si la justicia belga ha infringido o no las normas de la orden europea de detenci¨®n y entrega en el caso de Puig. Esa cuesti¨®n prejudicial conlleva la paralizaci¨®n del resto de ¨®rdenes, seg¨²n confirm¨® entonces Espa?a durante el procedimiento.
Tras pasar un 2020 de perfil bajo durante la pandemia, que disminuy¨® de forma obligada el ritmo de sus viajes por Europa y sus habituales recepciones y ajetreo en la autodenominada Casa de la Rep¨²blica, el chalet de 550 metros cuadrados donde vive en Waterloo, Puigdemont fue recuperando protagonismo este a?o.
En junio, tras meses de tensi¨®n para formar Gobierno en Catalu?a, y el enfrentamiento entre Junts, el partido que preside, y ERC, recibi¨® en Waterloo la visita del reci¨¦n nombrado presidente de la Generalitat, Pere Aragon¨¨s. Aparcaron diferencias y en una comparecencia a la puerta de la vivienda aseguraron: ¡°Con los indultos no se soluciona la represi¨®n¡± y tampoco ¡°el conflicto pol¨ªtico de fondo¡±.
Poco despu¨¦s, regres¨® el movimiento a la residencia del expresident: a principios de julio recibi¨® la visita del exvicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras, tras haber pasado este m¨¢s de tres a?os y medio en prisi¨®n y despu¨¦s de ser indultado por el Gobierno. Fue un encuentro breve que Junqueras describi¨® como ¡°personal¡±, ¡°agradable¡±, ¡°emotivo¡± y en el que no hubo ¡°ning¨²n reproche¡±. Puigdemont abri¨® la casa incluso a la prensa, y dej¨® ver entre bambalinas unos minutos distendidos del que se supon¨ªa iba a ser un encuentro g¨¦lido entre dos antagonistas del proc¨¦s.
Durante las ¨²ltimas semanas, Puigdemont ha dedicado bastante tiempo a criticar una s¨®lida investigaci¨®n del diario estadounidense The New York Times sobre el apoyo de Rusia al proceso independentista. Su ¨²ltimo tuit, publicado el mismo jueves de su detenci¨®n, arranca: ¡°Espa?a es una monarqu¨ªa bananera¡±. Y critica que ¡°los bien informados corresponsales del New York Times¡± no hablen de su ¡°deriva totalitaria¡±.
A mediados de septiembre, hace menos de 10 d¨ªas, Puigdemont se dej¨® ver por Par¨ªs, donde acudi¨® a la presentaci¨®n de un documental sobre el proceso independentista.
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