Juana Ruiz: ¡°He sido utilizada por Israel por ser espa?ola y palestina¡±
La cooperante liberada tras permanecer 10 meses en prisiones israel¨ªes defiende su inocencia y llama a solucionar con ¡°humanidad¡± el conflicto en Palestina
¡°Ahora solo quiero ver el mar, las monta?as. Estar con mi familia, los amigos¡±. Cuatro d¨ªas despu¨¦s de salir de una prisi¨®n israel¨ª, Juana Ruiz S¨¢nchez, de 63 a?os, convers¨® con buen ¨¢nimo en la tarde del viernes con un grupo de medios espa?oles, entre ellos EL PA?S, en su casa de Beit Sahur (Cisjordania), situada a un kil¨®metro de la bas¨ªlica de la Natividad de Bel¨¦n. En la madrugada del pasado 13 abril dos docenas de soldados irrumpieron en esa misma morada para detener a la cooperante madrile?a y llev¨¢rsela aterrorizada una mazmorra en Israel. Diez meses despu¨¦s ha regresado con diez kilos menos y la sombra de la extenuaci¨®n en la mirada, pero sin haber perdido un ¨¢pice del apego a la condici¨®n humana.
¡°En la c¨¢rcel me he dado cuenta de la verdadera cara de Israel¡±, relata mientras sus hijos, Mar¨ªa y George, ofrecen caf¨¦, t¨¦ y pastas a los periodistas, y su marido, el palestino El¨ªas Rishmawi, observa complacido su regreso al hogar. Todos parecen felices. Juana Ruiz tambi¨¦n goza al fin de la serenidad familiar tras un largo cautiverio. ¡°Los israel¨ªes sienten m¨¢s miedo que nosotros. Tienen que cambiar el chip y ser m¨¢s humanos¡±, razona sin aparente sombra de rencor sobre un Estado obsesionado con la seguridad. ¡°Pero tengo miedo, a¨²n no ha acabado mi condena¡±, advierte, ¡°y me han asustado los interrogatorios, que han mostrado un odio infernal¡±.
En noviembre, la cooperante espa?ola acept¨® una condena a 13 meses de c¨¢rcel ante un tribunal militar israel¨ª por ¡°prestar servicios a una organizaci¨®n ilegal¡± y ¡°tr¨¢fico de divisas en Cisjordania¡±, dentro de la ONG palestina Comit¨¦s de Trabajo para la Salud, con la que colaboraba desde hac¨ªa 28 a?os. El acuerdo alcanzado por su abogado con la Fiscal¨ªa castrense le eximi¨® de ser encausada por graves cargos de terrorismo y la puso a salvo de una prolongada permanencia entre rejas a la espera de juicio. El lunes vio confirmada su libertad condicional con tres meses de antelaci¨®n.
¡°Espero que Israel recule y le d¨¦ un pa¨ªs, aunque sea peque?ito, a los palestinos. Y que sean vecinos. Algo tiene que cambiar. Se est¨¢ creando mucho odio y debemos volvernos m¨¢s humanos, no pensar en muertes, en guerras¡±, argumenta al ser preguntada sobre la creaci¨®n de un Estado palestino.
Ruiz asegura que el trato f¨ªsico en prisi¨®n ha sido ¡°correcto¡±. ¡°Mentalmente, ha sido otra historia¡±, admite. ¡°Todav¨ªa me pregunto el porqu¨¦. La experiencia ha sido demoledora: la separaci¨®n de mi familia, aislada¡±. Se interroga por lo ocurrido en busca de respuestas, sin dejar de mencionar a cada momento a sus compa?eras presas en la prisi¨®n de Damon, en un bosque de las afueras de Haifa (norte de Israel). ¡°No me dejaron sola. Me hac¨ªan re¨ªr, entrar en una rutina para evitar que me deprimiera. A esas mujeres extraordinarias se lo debo todo por su cari?o¡±.
¡ªCuando en agosto lleg¨® esposada y con grilletes al tribunal militar de Ofer (Cisjordania) no parec¨ªa estar recibiendo un trato normal.¡ª se le plantea durante el encuentro con la prensa.
¡ªNo lo era. Era mi primera vista. Una sesi¨®n de 20 minutos que me supuso tres d¨ªas de periplo. Me trasladaron a varias prisiones. Me despertaron muy temprano. Estuve 12 horas esperando a comparecer ante el tribunal. Es una manera de presionar. Estaba muy mal. Volv¨ª destrozada.
Ruiz padece de una enfermedad cr¨®nica por la que est¨¢ medicada. Una mu?equera de color beis protege su mano izquierda. ¡°A¨²n no he podido ir al m¨¦dico¡±, confiesa. ¡°He estado en la c¨¢rcel con muchos dolores: se me dorm¨ªa el brazo y he aguantado a base de calmantes¡±.
La entereza en el penal de Damon con sus compa?eras se desvanece, sin embargo, al recordar el primer mes de detenci¨®n. ¡°Me desarm¨¦ totalmente. Ca¨ª en una depresi¨®n, en lloros. En no querer comer ni ducharme¡±, relata con semblante sombr¨ªo. ¡°Me sometieron a continuos interrogatorios. Me llevaban desde la c¨¢rcel de Sharon [en la zona de Tel Aviv] hasta un centro de detenci¨®n de Ashkelon [junto a la franja de Gaza]. Pasaba 12 horas fuera de mi prisi¨®n habitual y volv¨ªa totalmente extenuada¡±, detalla.
En la c¨¢rcel de mujeres cercana a Haifa escuchaba los mensajes de su familia en el programa de la radio palestina dedicado a los presos en Israel. En 10 meses solo tuvo tres visitas familiares y dos llamadas telef¨®nicas, aparte de los breves encuentro a voces en la sala de vistas del tribunal militar de Ofer.
¡°Me acusaron de financiaci¨®n de terrorismo, pero yo solo era una empleada de una ONG que trabajaba en la presentaci¨®n de los proyectos de cooperaci¨®n, no en su ejecuci¨®n, que era auditada por instituciones espa?olas¡±, puntualiza. ¡°Mi ideolog¨ªa es la humanidad, los derechos civiles, en absoluto estoy relacionada con cuestiones pol¨ªticas. He trabajado 28 a?os con la organizaci¨®n sanitaria y nunca me han planteado dudas sobre su legalidad¡±.
Ruiz considera que su proceso ha sido una causa general contra las ONG humanitarias palestinas: ¡°Yo solo soy como un clavo, peque?ito, pero fundamental. Un punto d¨¦bil. Soy espa?ola, pero tambi¨¦n tengo ciudadan¨ªa palestina y por eso me han utilizado en Israel para enviar un mensaje de propaganda a Europa y cortar el flujo de financiaci¨®n a las ONG¡±.
¡°Tengo la conciencia tranquila¡±
¡°Creo que esa ha sido la intenci¨®n de Israel con mi detenci¨®n, pero el resultado ha sido todo lo contrario. Toda la gente ha demostrado estar conmigo en Palestina y en Espa?a. Tengo la conciencia tranquila¡±, replica para defender su inocencia.
El lunes por la tarde, cuando le anunciaron su liberaci¨®n, se ech¨® a llorar antes de abrazarse con todas sus compa?eras. ¡°Estaba en estado de choque¡±, describe su peripecia. Cuando lleg¨® al puesto de control de Yamala, entre Israel y Cisjordania, cerca de Yen¨ªn, no hab¨ªa acudido a¨²n el representante consular espa?ol que iba a recogerla. ¡°Un taxista palestino me vio desorientada. ¡®Soy una presa que acaba de salir¡¯, le expliqu¨¦. ¡®No necesito un taxi. Solo un m¨®vil para decirle a mi marido que ya estoy libre¡±. Se lo ofreci¨® de inmediato, recuerda entre sonrisas.
¡°Enseguida vino el vicec¨®nsul y habl¨¦ por tel¨¦fono con el ministro espa?ol¡±, explica sobre su comunicaci¨®n de urgencia con el titular de Exteriores, Jos¨¦ Manuel Albares. ¡°Me pidi¨® que se lo cuente todo cuando vaya a Madrid¡±. La sentencia le proh¨ªbe trabajar en ONG palestinas durante cinco a?os. ¡°Estoy cansada, tengo problemas de salud y pronto cumplir¨¦ la edad de jubilaci¨®n. La c¨¢rcel me ha hecho pensar. Quiero vivir a caballo entre Espa?a y Palestina¡±, adelanta sus pr¨®ximos planes, cuando pueda viajar a Espa?a a partir del 13 de mayo.
¡°Me gustar¨ªa escribir unas memorias, sobre mi experiencia desde que llegu¨¦ a Palestina en 1985 y contar lo que ha pasado ahora en la prisi¨®n¡±. Pero antes quiere ¡°dar las gracias a la ciudadan¨ªa espa?ola¡± por el apoyo que ha recibido para lograr su excarcelaci¨®n. ¡°A veces no nos damos cuenta de lo solidaria que es la gente en Espa?a¡±, concluye emocionada. ¡°Nuestro pa¨ªs tiene mucha m¨¢s humanidad que otros. Me siento muy orgullosa de ¨¦l¡±.
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