S¨¢nchez cumple cuatro a?os de v¨¦rtigo, entre unos socios dif¨ªciles y una oposici¨®n implacable
El presidente ha sorteado cada d¨ªa un laberinto parlamentario mientras la derecha no ha cesado de proclamar la muerte de su Gobierno
Se podr¨ªa escribir una ucron¨ªa a partir de la hip¨®tesis de que aquel 1 de junio de hace cuatro a?os, Mariano Rajoy hubiese aceptado el ¨®rdago de Pedro S¨¢nchez, presentase su dimisi¨®n y neutralizase la moci¨®n de censura. No lo hizo y ese d¨ªa se cerr¨® un ciclo de la pol¨ªtica espa?ola. Por primera vez alcanzaba el Gobierno, aupado por una mayor¨ªa parlamentaria, un partido que no hab¨ªa sido el m¨¢s votado en las urnas. La derivada final tardar¨ªa un a?o y medio en llegar: un Ejecutivo de coalici¨®n, el fin a cuatro d¨¦cadas de monopolio bipartidista del poder.
Hoy, S¨¢nchez, aun con 35 diputados m¨¢s que los 85 que ten¨ªa en 2018, podr¨ªa repetir las mismas apelaciones de entonces a ¡°entender la aritm¨¦tica parlamentaria, tan compleja, como un factor decisivo en el desempe?o del Gobierno¡±. El l¨ªder socialista es hoy m¨¢s fuerte, pero sigue en manos de un Parlamento donde el independentismo catal¨¢n supone un factor decisivo y la oposici¨®n no da tregua. Si ya eso lo condenaba a vivir en el v¨¦rtigo, luego vino todo lo dem¨¢s, lo nunca visto: una pandemia, un volc¨¢n y una guerra. A cada embestida de esas, la oposici¨®n se ha lanzado a proclamar la muerte prematura del Gobierno. Y el Gobierno se aferra a la vida sorteando obst¨¢culos cada d¨ªa.
Las leyes acaban saliendo. S¨¢nchez no logr¨® estabilizar una base parlamentaria hasta que incluy¨® a Unidas Podemos en el Gobierno, en enero de 2020. Antes hab¨ªa visto c¨®mo le tumbaban unos Presupuestos y una investidura. Desde entonces, y pese a las constantes sacudidas, ha sacado adelante 140 leyes. Entre ellas, adem¨¢s de dos Presupuestos, las iniciativas sociales de las que m¨¢s presumen los socialistas: la ley de eutanasia, las que protegen derechos de las mujeres, la de transici¨®n energ¨¦tica, la reforma laboral, la revalorizaci¨®n de las pensiones, el ingreso m¨ªnimo vital¡ Varias las hab¨ªa prometido en la moci¨®n de censura. Otra que tambi¨¦n mencion¨® entonces, la reforma de la ley mordaza, sigue empantanada por divergencias con los aliados parlamentarios, lo mismo que las m¨¢s recientes de memoria democr¨¢tica y de vivienda.
Una cr¨ªtica constante al Gobierno por parte de la oposici¨®n, y a menudo tambi¨¦n de sus socios, es su largueza en el uso del decreto ley. S¨¢nchez lleva 120 desde que es presidente, m¨¢s de dos tercios en esta legislatura. El Ejecutivo alega que finalmente esas normas pasan el filtro parlamentario y que muchas han venido obligadas por la emergencia de la pandemia.
Las que s¨ª se han revelado como un obst¨¢culo casi insalvable en el Parlamento son las cuestiones que exigen acuerdo con la oposici¨®n. Ah¨ª est¨¢ el Consejo General del Poder Judicial, inamovible desde Rajoy por el bloqueo del PP.
La papeleta catalana. La base que sostiene a S¨¢nchez es tambi¨¦n el gran flanco por donde ataca la oposici¨®n: su supuesta ¡°humillaci¨®n¡± ante los que ¡°quieren romper Espa?a¡±. Un discurso que encontr¨® munici¨®n con el indulto a los l¨ªderes del proc¨¦s y que se ha recrudecido ahora por el cese de la directora del CNI, Paz Esteban, a ra¨ªz del esc¨¢ndalo del espionaje.
Otra de los grandes agravios que esgrime la oposici¨®n es la mesa de di¨¢logo con Catalu?a, que solo se ha reunido una vez y en la que el Gobierno no ha dado la menor muestra de acceder a las demandas m¨¢ximas del independentismo. Los datos de las inversiones en Catalu?a no avalan la tesis de un trato preferente: esa comunidad est¨¢ a la cola en la ejecuci¨®n de los Presupuestos del Estado, apenas un 36%.
Econom¨ªa pand¨¦mica. El Gobierno de coalici¨®n reuni¨® a antiguos activistas del 15-M con una ministra como Nadia Calvi?o, proveniente de la ortodoxia bruselense. Y a la primera, saltaron chispas. En el inicio de la pandemia, por iniciativas como los ERTE o las ayudas directas a las empresas, de las que recelaba Calvi?o. M¨¢s adelante, por la pol¨ªtica laboral. A la larga, la pandemia curiosamente result¨® bals¨¢mica, porque el p¨¢nico ante el virus arroj¨® a toda Europa en brazos del keynesianismo y alivi¨® tensiones en el Gobierno.
Esa era la gran esperanza del Ejecutivo hasta que lleg¨® la guerra. Lo avalaban cifras como que Espa?a ha superado por primera vez los 20 millones de afiliados a la Seguridad Social, un mill¨®n m¨¢s que en 2018. El paro, seg¨²n datos del INE, ha bajado ligeramente desde la marcha de Rajoy, del 15,44% al 13,65%. Otra comparaci¨®n resulta mucho menos benigna y resume las aprensiones sobre el futuro: S¨¢nchez lleg¨® con una inflaci¨®n del 2,1% y ahora est¨¢ en el 8,7%. El d¨¦ficit se ha disparado, del 2,59% del PIB al 6,87% al cierre de 2021.
El resbal¨®n del S¨¢hara. La pol¨ªtica exterior, volcada en el europe¨ªsmo, apenas hab¨ªa abierto flancos internos al Gobierno hasta que hace un a?o estallaron las tensiones con Marruecos. La soluci¨®n ensayada, el vuelco a la posici¨®n sobre el S¨¢hara Occidental, se revel¨® un bumer¨¢n. S¨¢nchez a¨²n tiene pendiente una comparecencia al respecto en el Congreso, probablemente el pr¨®ximo d¨ªa 8, forzado por los que se oponen a su giro, todos menos el PSOE. La inequ¨ªvoca apuesta atlantista del presidente con la guerra de Ucrania ha tenido un efecto muy distinto: le ha acercado a la oposici¨®n y ha vuelto a tensar las relaciones con su socio.
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