Sin pastos ni piscina en Casas de Miravete: el pueblo abrasado en Monfrag¨¹e resurge entre cenizas
M¨¢s de un centenar de vecinos del pueblo cacere?o, evacuados por el incendio que ha quemado 3.000 hect¨¢reas, regresan a sus tierras calcinadas
¡°Tristes y desolados¡±. As¨ª se sienten los 150 vecinos de la localidad cacere?a de Casas de Miravete, en la reserva de Monfrag¨¹e (C¨¢ceres), despu¨¦s de que el fuego haya abrasado m¨¢s de 3.200 hect¨¢reas de sus tierras. Cuesta recomponerse de la cat¨¢strofe, pero no se rinden. ¡°No nos queda otra¡±, comenta resignado Samuel Mayoral, de 38 a?os, quien, con agilidad, sirve cervezas fr¨ªas a los vecinos que visitan el martes lo que ellos llaman ¡°el pulm¨®n del pueblo¡±: el bar de la piscina municipal, desde donde los helic¨®pteros recog¨ªan hace unos d¨ªas el agua para intentar sofocar las llamas del incendio. Tras cuatro d¨ªas alojados en el polideportivo de Almaraz, volv¨ªan a su hogar. Han pasado 24 horas. Y ya se han puesto manos a la obra para intentar recuperarse de la desgracia, de la que a¨²n quedan las cenizas.
Con un pa?o amarillo, que antes moja en un cubo con agua, Mar¨ªa Teresa Ibarra, de 53 a?os, levanta los vasos de los comensales dispuestos en la mesa para quitar el polvo negro. ¡°?Mira, mira! Y eso que lo he limpiado esta ma?ana¡±, refunfu?a la empleada. Ibarra se mueve de aqu¨ª para all¨¢ dentro de la cocina. Las bandejas de pinchos que prepar¨® hace una semana se han echado a perder. Mientras pela las patatas para hacer una ensaladilla, se?ala las zanahorias podridas que tambi¨¦n tendr¨¢ que tirar a la basura. A la madrile?a, afincada aqu¨ª desde que era ni?a, se le pone la piel de gallina al recordar el momento en el que el monte empez¨® a arder: ¡°Me fui con lo puesto. Sent¨ªa muchas ganas de llorar e impotencia por ver toda mi vida destruida¡±. Aunque ya ha vuelto a acostarse en su cama, la noche se ha hecho eterna. ¡°Voy grogui¡±, comenta nerviosa, despu¨¦s de haber tardado m¨¢s de una hora en limpiar las paredes cubiertas de ceniza en su patio a manguerazos, sin apenas haber dormido.
Con la misma excitaci¨®n aparece Gemma Su¨¢rez, de 45 a?os, que no tarda en gritar a los cuatro vientos su desdicha: ¡°?Todo carbonizado!¡±. La vecina volvi¨® este lunes a su casa y se encontr¨® con un huerto devastado por las llamas. No hay rastro de los tomates ni de las lechugas. Tampoco de los perales y los olivos que plant¨® su abuelo. Le queda mucho trabajo por delante. ¡°Ahora a limpiar y a reponer. Al menos la yegua se ha salvado¡±, dice con pesadumbre. Otra preocupaci¨®n rondaba por su cabeza cuando estaba en el pabell¨®n junto a los dem¨¢s evacuados. Hab¨ªa dejado a sus dos perras en casa: ¡°Me daba miedo que se me quemaran, pero no pod¨ªa hacer nada desde ah¨ª¡±.
La entrada al pueblo ha permanecido herm¨¦tica durante cuatro d¨ªas. La Guardia Civil les advirti¨® de que, si alguien se quedaba dentro, la multa ser¨ªa de 30.000 euros. Antiguamente, las cosas se hac¨ªan de otra manera. Jos¨¦ Naharro, de 52 a?os, lo explica con nostalgia: ¡°La gente del pueblo somos los que conocemos bien las rutas de estos montes. Antes sonaban las campanas y si no sal¨ªas a apagar el fuego te denunciaban¡±. Tras echarse un cigarrillo, se levanta de la silla. No hay tiempo que perder. El vecino, preparado para soportar el calor con una gorra y un chaleco manchado de tierra, se monta en una m¨¢quina cargadora para trasladar los sombrajos de paja que han destrozado las h¨¦lices de los helic¨®pteros durante las labores de extinci¨®n.
¡°Estamos a destajo. No nos metas prisa¡±, le dice a su compa?ero. Francisco Garc¨ªa, de 52 a?os, le pide ayuda para descargar un congelador de una furgoneta que viene de la sede central de los equipos de extinci¨®n. Garc¨ªa lamenta que el fuego haya devastado el legado familiar. ¡°Esas tierras las podr¨ªan haber heredado mis hijos¡±, se queja mientras intenta contener las l¨¢grimas.
La dehesa boyal de propiedad municipal, donde el vecindario del pueblo alimentaba al ganado, ha quedado totalmente calcinada. La ceniza entre las u?as de las manos del teniente alcalde, Jos¨¦ Antonio Sol¨ªs, demuestra que no dan abasto: ¡°Nos hemos quedado sin pasto. Las fincas con explotaciones ganaderas tardar¨¢n mucho tiempo en poder recuperar la actividad¡±.
A pesar de que el incendio en Monfrag¨¹e est¨¢ controlado, las brigadas de bomberos forestales del Infoex (Servicio de Prevenci¨®n y Extinci¨®n de Incendios Forestales de Extremadura) siguen vigilando posibles reproducciones, por la gran extensi¨®n del ¨¢rea afectada. Uno de los retenes se acerca a la barra de la terraza en su tiempo de descanso. Ataviado con el uniforme, Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªaz (51 a?os, Serradilla) explica que ¡°lo peor ya ha pasado¡±. Y a?ade: ¡°Hemos vivido momentos de mucho agobio y presi¨®n¡±.
¡ª?Desde cu¨¢ndo est¨¢is aqu¨ª?
D¨ªaz se pone la mano en la barbilla y cruza las piernas. Tiene que pensar la respuesta. La falta de horas de sue?o y el duro trabajo de estos d¨ªas le est¨¢n pasando factura. Ha perdido la noci¨®n del tiempo. ¡°Chicos, ?qu¨¦ d¨ªa llegamos?¡±, pregunta a sus compa?eros, con los que ahora vigila el per¨ªmetro y apaga troncas encendidas. ¡°Ah, s¨ª, el viernes... Fue la noche de terror. Pero, bueno, ahora estamos m¨¢s tranquilos¡±, comenta mientras sorbe un trago de caf¨¦ con hielo.
Aunque los vecinos ya han vuelto a sus hogares, no se les quita el susto del cuerpo. Por las calles estrechas y empinadas del municipio, no se habla de otra cosa. Sus m¨®viles no paran de sonar. Al otro lado de la l¨ªnea, familiares y amigos llaman a los residentes para saber c¨®mo est¨¢n y c¨®mo se han encontrado el pueblo. Rebeca Calle, natural de Casas de Miravete, comenta intranquila: ¡°Me he levantado mil veces esta noche agobiada por si a¨²n hab¨ªa llamas¡±. La vecina, de 36 a?os, explica su desaz¨®n: ¡°Aqu¨ª vivimos del ganado, dime t¨², ahora, ?qu¨¦ hacemos?¡±.
De momento, los ni?os y j¨®venes se acercan a la piscina municipal a probar suerte. Intentan averiguar cu¨¢ndo volver¨¢ el pueblo a cobrar vida. Se mueren de ganas de darse un chapuz¨®n y tomarse un helado entre la fronda, ahora calcinada por las llamas, que envuelve el ¨²nico refugio de agua que tienen los vecinos para soportar el calor.
¡ª?Ya est¨¢ abierta?
¡ªNo. Tienen que venir a limpiar la ceniza que hay en el fondo.
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