El bombero de 63 a?os que lucha contra el fuego en Las Hurdes y Monfrag¨¹e: ¡°All¨ª arriba estamos a 60 grados¡±
Francisco Gonz¨¢lez, de rehalero en una finca de caza mayor a ret¨¦n de tierra contra los incendios forestales en C¨¢ceres
El color rojo, por la exposici¨®n al fuego, oculta el marr¨®n de sus ojos. Se presenta como Curro. ¡°Trabajo mucho¡±, detalla sin perder la sonrisa. Es Francisco Gonz¨¢lez, uno de los 550 habitantes de Torrej¨®n el Rubio (C¨¢ceres), aunque ¡°viviendo de verdad aqu¨ª¡± no llegan a los 400. El ret¨¦n de tierra forma parte de los equipos del Infoex (Servicio de Prevenci¨®n y Extinci¨®n de Incendios Forestales de Extremadura), que siguen luchando contra el fuego que abrasa el terreno desde hace una semana. A sus 63 a?os, participa en las labores de extinci¨®n en el incendio de Las Hurdes y de Monfrag¨¹e: ¡°Si aqu¨ª estamos a 40 grados, all¨ª arriba estamos a 60. Es duro, y con la edad que tengo, m¨¢s. Hay que ir con mangueras, subir y bajar la sierra...¡±.
A pesar de haber estado 12 horas sofocado por el fuego en el monte, Gonz¨¢lez llega puntual a la cita en el ¨²nico bar del pueblo abierto a primera hora de la ma?ana. Aunque la noche anterior advert¨ªa de que pod¨ªa surgir una nueva misi¨®n en el trabajo en cualquier momento. ¡°Si no hay ning¨²n imprevisto...¡±, contestaba por tel¨¦fono ante el alboroto provocado por el desastre medioambiental que le mantiene alerta. ¡°Nunca volver¨¦ a ver esto como estaba antes¡±, lamenta el extreme?o, que vive con su madre, de 92 a?os, que cada vez que ¨¦l sale por la puerta ¡°se pone nerviosa¡±.
Las labores de extinci¨®n han sido complicadas: ¡°A muchos chicos les han dado golpes de calor¡±. El viernes, mientras las llamas abrasaban la reserva de Monfrag¨¹e, Gonz¨¢lez llegaba con su moto, ataviado con la camiseta fluorescente con la insignia de los bomberos de Extremadura, al enclave donde medio centenar de vecinos de Jaraicejo divisaban la cat¨¢strofe. ¡°Es una pena¡±, lamentaba. Dos d¨ªas antes, estuvo apagando las llamas en el incendio de Las Hurdes. Toma aire y resopla: ¡°Aquello fue horrible. All¨ª hay pinos de 15 de metros de altura. Empieza aquello a arder y sube eso a mil grados¡±.
El extreme?o naci¨® dentro del parque natural de Monfrag¨¹e, protegido desde 1979. Se crio en la finca Valero, que fue propiedad del duque de Ari¨®n. All¨ª hered¨® el trabajo de su padre, su abuelo y su bisabuelo. Hasta los 20 a?os fue ¡°rehalero, de rehala¡±. Se encargaba de dirigir a la manada de perros para la caza de monter¨ªa que persiguen ciervos y jabal¨ªes. Pero decidi¨® marcharse de all¨ª por desacuerdos con los jefes de la propiedad: ¡°Hab¨ªa mucha desigualdad entre ellos y los trabajadores¡±.
¡°Aqu¨ª la mayor¨ªa de las parcelas son cotos de caza y fincas privadas¡±, explica. ?l ya no sale a cazar, aunque su pasi¨®n por los perros sigue latente. Va siempre acompa?ado de Dieciocho, un perro salchicha negro azabache. Hay otro animal al que no olvida, Capit¨¢n, al que se?ala en la fotograf¨ªa pegada en las p¨¢ginas amarillas de un ¨¢lbum a?oso, y en la que aparece ¨¦l con un bast¨®n de caza. ¡°El t¨ªo Valdemoro mat¨® este venado a la Santa de Azagala con la escopeta y lo vendi¨® a una tienda de Madrid por 5.000 duros¡±, se lee en un escrito de su pu?o y letra.
Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, recuerda con especial cari?o su ¨¦poca de adolescente, en la que sal¨ªa en busca de los buitres que sobrevolaban el cielo al anochecer. Ahora las cosas han cambiado. ¡°La vida aqu¨ª ha ido a peor. No hay trabajo. Los chavales est¨¢n amargados porque no ven futuro. No tienen ni para los vicios...¡±, opina con desaz¨®n. El incendio es una cat¨¢strofe ambiental que tendr¨¢ consecuencias para ellos. ¡°Lo que nos faltaba¡±, se queja Gonz¨¢lez, al que todos los que pasan por la terraza del bar se paran a saludar. ¡°Claro, mujer, si aqu¨ª somos cuatro gatos¡±, dice sonriente. El extreme?o ha hecho de todo. Hizo la mili, trabaj¨® como vigilante en Barcelona y abri¨® una droguer¨ªa en el pueblo, hasta que en 1991 se convirti¨® en bombero.
Su equipo tiene la base en un silo, donde antiguamente se almacenaban las cosechas de trigo. ¡°?Nos ponemos el equipo y nos vamos donde manden!¡±, dice tras aclarar varias veces que no quiere jubilarse. El politono de un mochuelo interrumpe la charla. Es un mensaje del grupo de Telegram del Infoex. Un nuevo incendio en el Valle del Jerte se suma a los m¨¢s de 30 fuegos contra los que luchan los servicios de emergencia. Normalmente, su turno es de dos d¨ªas y libra tres, o al rev¨¦s. Pero cuando hay una emergencia como esta, trabaja una jornada larga y luego descansa un d¨ªa. ¡°Fuegos grandes como este pasan pocas veces¡±, dice apenado. ¡°?Curro, ven aqu¨ª! ?Cu¨¢nto tardar¨¢ esto en ser como antes?¡±, le vocifera desde la mesa de al lado una de las vecinas. ¡°Uy, para recuperar eso...¡±, contesta afligido Gonz¨¢lez, que resiste sin dificultad a los rayos de sol de una ma?ana calurosa en el parque de Monfrag¨¹e.
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