La guerra de Ceuta: ¡°Est¨¢n convirtiendo a chavales en sicarios¡±
Desde hace meses, dos bandas formadas en su mayor¨ªa por menores aterrorizan la ciudad. Ya han asesinado a tres personas
A Dris Amar le quer¨ªan disparar en las piernas para darle un aviso a su hermano menor, perteneciente a una banda. El problema ¡ªuno de ellos¡ª fue que quien apret¨® el gatillo del arma semiautom¨¢tica era apenas un cr¨ªo. No supo controlar el retroceso del subfusil, que elev¨® el ca?¨®n hacia arriba, haciendo que la r¨¢faga de balas alcanzara tambi¨¦n la cadera y el vientre de Dris. Muri¨® desangrado en el suelo tras m¨¢s de media hora esperando una ambulancia. Ocurri¨® la madrugada del 10 de octubre en el barrio de El Pr¨ªncipe, en Ceuta. Es el tercer asesinato en los ¨²ltimos meses. El segundo de alguien inocente, ajeno al enfrentamiento de bandas que aterroriza a la ciudad. ¡°Esto es horrible, hermano¡±, resume un joven del barrio, cara afilada y ch¨¢ndal del Paris Saint-Germain. ¡°Es una guerra¡±.
La guerra, en realidad, lleva a?os en marcha. Tal y como explica un investigador de la Polic¨ªa Nacional destinado en la ciudad durante muchos a?os, ¡°Ceuta es el v¨¦rtice sobre el que pivota el tr¨¢fico de hach¨ªs del Estrecho¡±. Un circuito que arranca en Marruecos, donde las organizaciones de narcotraficantes env¨ªan la droga a grupos asentados en el Campo de Gibraltar y la Costa del Sol. Los encargados de esta intermediaci¨®n suelen ser ciudadanos ceut¨ªes de origen marroqu¨ª. Se mueven entre ambos lados de la frontera y alcanzan llamativas cotas de poder.
Cuando este poder logra ser monopolizado, Ceuta duerme m¨¢s tranquila. Si est¨¢ en disputa, se desata el caos. Hace dos d¨¦cadas, Tafa Sod¨ªa impon¨ªa su ley. ¡°Sab¨ªa d¨®nde estaba hasta el ¨²ltimo casquillo de bala de la ciudad. Nada se hac¨ªa sin que ¨¦l diera la orden¡±. Lo explica un antiguo y poderoso miembro de las bandas, ahora apartado del mundo criminal tras pasar por prisi¨®n. Accede a mantener una conversaci¨®n mientras recorremos Ceuta en su coche. ¡°Si aparec¨ªa la violencia, la polic¨ªa, los pol¨ªticos y hasta el delegado del Gobierno hablaban con Tafa. ?l hac¨ªa el trabajo de todos¡±.
Pero otra figura, apodado El Nene (sobre el que se lleg¨® a hacer una pel¨ªcula titulada El Ni?o), irrumpi¨® en escena y le disput¨® la hegemon¨ªa. Se sucedieron los ajustes de cuentas, los asesinatos y las desapariciones. En 2013, en el paseo mar¨ªtimo y con cientos de personas alrededor, dos miembros de la banda de El Nene le volaron la cabeza a Tafa. El propio Nene desapareci¨® al a?o siguiente y jam¨¢s se ha vuelto a saber de ¨¦l.
Chakor fue el sucesor de El Nene, pero en 2016 lo detuvieron, as¨ª que un joven de 20 a?os tom¨® el mando. Su apodo: Piol¨ªn. Enfrente, quien obtuvo el relevo de Tafa fue otro veintea?ero, conocido como Tayena, aupado al poder gracias al dinero que hizo como traficante de inmigrantes en la frontera.
Ambas bandas, la de Piol¨ªn en el barrio de El Pr¨ªncipe y la de Tayena en el contiguo barrio de Los Rosales, comenzaron con buen pie: se daba la circunstancia de que Piol¨ªn era, casualmente, sobrino de Tafa Sod¨ªa y de que Tayena estaba fugado en Marruecos. Pero en 2020, Tayena regres¨® a Ceuta. Y comenz¨® la tensi¨®n. Primero, roces, amenazas, alguna paliza. En abril de este a?o, se desat¨® la hostilidad. El detonante: Tayena quiso comprar la casa de su antecesor, Tafa Sod¨ªa, situada en pleno coraz¨®n del barrio de El Pr¨ªncipe, cuartel general de la banda del Piol¨ªn. Se intent¨® dirimir el asunto en una conversaci¨®n que acab¨® a golpes. De los golpes a las pistolas como pretexto para el objetivo real: controlar Ceuta y hacerse con esa parte del circuito del hach¨ªs. La guerra entre los Piolines y los Tayenas ya no ten¨ªa vuelta atr¨¢s.
¡°Son ni?os¡±
En abril, los bomberos tuvieron que apagar las llamas que consum¨ªan un coche deportivo de alta gama. El incidente tuvo lugar en el puerto deportivo de la ciudad. Ceuta est¨¢ conformada por un centro urbano donde la mayor¨ªa de los vecinos son cristianos y por una periferia con casi la totalidad de la poblaci¨®n musulmana. Es en este cintur¨®n donde operan los grupos criminales, cuyas acciones parecen discurrir en otro universo ajeno a las terrazas, comercios y calles peatonales del centro de la ciudad, situado a menos de cuatro kil¨®metros, pero a a?os luz, vital, social y culturalmente, de las calles en las que viven los pandilleros.
El coche calcinado result¨® ser de Tayena y las llamas estaban enmarcadas en la guerra reci¨¦n declarada. A esas alturas ya se suced¨ªan las reyertas y las balas silbaban. Los barrios de El Pr¨ªncipe y Los Rosales se convirtieron en territorios de una batalla que nunca ha dejado de escalar.
Por las noches, ambos grupos se dedican a patrullar las calles con motos mientras abren fuego contra las casas de todo aquel que consideran enemigo, incluidos domicilios de padres o amigos de sus rivales. Un simple recorrido por El Pr¨ªncipe permite hallar, en multitud de fachadas y paredes, agujeros de bala.
Una de esas balas se col¨® en una hamburgueser¨ªa y acert¨® de pleno en la cabeza de El Churrero, un trabajador del barrio que cay¨® muerto al instante. ¡°A muchos de los ni?os que esa noche estaban disparando los hab¨ªa invitado a comer porque no ten¨ªan dinero¡±, lamenta un vecino de El Pr¨ªncipe, amigo de la v¨ªctima.
El vecino usa la palabra ni?os porque, en la mayor¨ªa de los casos, lo son. ¡°Lo que est¨¢n haciendo las bandas es reclutar a chavales de 15, 16 o 17 a?os y los est¨¢n convirtiendo en sicarios¡±, explica Jorge Gil Pacheco, abogado penalista en Ceuta. El vecino a?ade: ¡°Nunca ha habido una generaci¨®n tan peligrosa. Ahora ves en el barrio a un chaval de 14 a?os y no se te ocurre decirle nada porque puede llevar una pistola¡±.
Pepe Grosso, profesor en Ceuta, tiene muchos alumnos cercanos a las bandas: ¡°Les pides que hagan un dibujo y siempre acaban dibujando lanchas, helic¨®pteros, armas¡ Crecen en la normalidad de la violencia y ven el tr¨¢fico de hach¨ªs como una profesi¨®n m¨¢s.¡±. Pepe evita victimizar: ¡°Primero: son una inmensa minor¨ªa. Segundo: tienen alternativas. En Ceuta hay una gran inversi¨®n en programas educativos. Pero la idea de resolver la vida a los 18 a?os, con cochazos y pistolas, les atrae m¨¢s¡±.
Tamara Sordo, profesora de uno de los colegios m¨¢s castigados de Ceuta, a?ade: ¡°Hay ni?os que vienen a clase uno de cada cinco d¨ªas para evitar que se active el protocolo de absentismo, que conocen. Los que asisten, te cuentan que escuchan disparos cada noche. Les llegas a ver v¨ªdeos en Tik Tok jugando con pistolas. Es aterrador¡±.
Reclutar a ni?os es sencillo para estas bandas. Un funcionario de prisiones de la c¨¢rcel de Ceuta explica que ¡°se hacen con los listados del Plan de Empleo y detectan las familias a las que les han denegado las ayudas. Al d¨ªa siguiente, est¨¢n en esas casas prestando dinero a los padres o proponiendo encargos a los ni?os. Ya est¨¢n dentro¡±.
El exmiembro de una de las bandas con el que recorremos Ceuta es un ejemplo. ¡°Mi padre muri¨® cuando yo era un ni?o. Me vi en la obligaci¨®n de llevar dinero a casa. A los 14 a?os ya ten¨ªa una condena por asesinato¡±. Despu¨¦s explica: ¡°Ahora les dan 2.000 o 3.000 euros y ya est¨¢n reclutados. A veces ni eso: les regalan una moto o les dejan usar un Golf R8 con el que dan vueltas mientras ponen Morad a todo volumen¡±.
Tanto la banda de Tayena como la de Piol¨ªn (cuyo brazo derecho es un chico llamado Laika que controla la zona sur de El Pr¨ªncipe) est¨¢n conformadas por dos o tres lugartenientes y unos 20 o 30 soldados. Aunque no tienen territorios exactamente definidos, la mayor¨ªa de los integrantes del grupo de Piol¨ªn viven en El Pr¨ªncipe, mientras que los de Tayena lo hacen en Los Rosales.
Cuentan con una red de chavales que se dedican a distintas labores, entre ellas la vigilancia. Una entrada a El Pr¨ªncipe por la noche permite ver a grupos en cada esquina. Las luces del coche iluminan los corrillos que forman, algunos llevan pinganillo y walkie-talkies. ¡°El m¨®vil tienen prohibido tocarlo¡±. Cada veh¨ªculo que pasa es escrutado. Casi todos llevan ch¨¢ndal, bolsitos cruzados, capuchas o gorras. M¨¢s all¨¢, callejuelas oscur¨ªsimas se retuercen hacia el coraz¨®n del barrio y alg¨²n vecino mayor pasea ajeno. Si no fuera porque avanzamos acompa?ados del antiguo narco ya habr¨ªan dado el aviso.
Cada grupo cuenta con una flota de drones que sobrevuelan sus territorios para controlar qui¨¦n entra o sale. Los agentes de polic¨ªa suelen sentirlos sobre sus cabezas cada vez que llevan a cabo un operativo. Tambi¨¦n los utilizan para pasar drogas sint¨¦ticas a Marruecos. Es su principal fuente de financiaci¨®n. Una de estas drogas, conocida como carcovi, es consumida por los propios chavales. Mezclada con hach¨ªs y alcohol produce un efecto desinhibidor extremo, que los ayuda en sus tiroteos y ajustes de cuentas.
Terror en las redes
En Instagram y TikTok alardean de dinero y, sobre todo, de armas. Tambi¨¦n se intercambian avisos. El estilo es aterrador: algunas amenazas son stories con fotos de ni?os peque?os (hermanos o sobrinos) en triciclo o v¨ªdeos de miembros de bandas rivales a los que han capturado y humillan y golpean. El nivel de violencia es elevad¨ªsimo.
A pesar de su capacidad, ninguna de las dos facciones es ¡ªtodav¨ªa¡ª una gran organizaci¨®n de narcos ni, en realidad, tiene demasiado peso en el circuito del hach¨ªs. Son, de momento, grupos de j¨®venes callejeros, violentos y armados que fantasean con infundir miedo y convertirse alg¨²n d¨ªa en poderosos traficantes.
¡°Muchas de las disputas son por ni?adas¡±, explica el abogado Jorge Gil Pacheco. ¡°Hace poco dispararon a un chico en las piernas por haberle enviado un mensaje a la novia de uno de la otra banda¡±. El exnarco que nos acompa?a a?ade: ¡°Si tienen que disparar a la madre de alguien, lo hacen. Si tienen que chivarse a la polic¨ªa, lo hacen. Son ni?atos. Sin honor y sin palabra¡±. El list¨®n que marca el desencadenante de un tiroteo se est¨¢ desplomando a gran velocidad en las barriadas de Ceuta.
Mientras las refriegas se suceden, algunos narcos de perfil bajo del Estrecho aprovechan el vac¨ªo de poder y trabajan a destajo estos meses, mientras los esfuerzos policiales y la atenci¨®n medi¨¢tica y pol¨ªtica recae sobre las barriadas.
La noche de la ira
Semanas despu¨¦s del asesinato de El Churrero, Ibrahim Buselham cay¨® fulminado de su moto tras recibir un disparo en la cara en el Puente del Quemador, junto a El Pr¨ªncipe. Ten¨ªa 16 a?os y, seg¨²n los investigadores, pertenec¨ªa a los Tayenas. Esa noche de abril, el nivel de ira toc¨® techo. ¡°Yo no recuerdo nada igual¡±, rememora un vecino. ¡°Grupos de chicos en motos, con pasamonta?as y fusiles, armas largas, disparando al aire, a las fachadas, a las casas¡¡±. Decenas de coches ardieron esa noche en El Pr¨ªncipe y Los Rosales. Las balas surcaron el sal¨®n de la madre de Tayena, una mujer de 70 a?os que tuvo que tirarse al suelo y huir a gatas mientras los cristales de espejos y vasijas saltaban por los aires. Cientos de piedras volaron sobre los polic¨ªas que trataron de contener la violencia. Los agentes recogieron casi cien casquillos al amanecer. Algunos de ellos de fusiles autom¨¢ticos. Todo, en un barrio de Espa?a.
¡°Aqu¨ª estamos viviendo lo que hace a?os ve¨ªamos en las pel¨ªculas¡±. Lo dice Abdel, el nombre ficticio de un vecino de El Pr¨ªncipe que intenta mudarse. ¡°Tengo un hijo de 12 a?os y no lo dejo estar un minuto solo en la calle. Yo hace tiempo que no me tom¨® un caf¨¦ fuera. La mayor¨ªa de los vecinos estamos aterrorizados¡±. Cuenta Abdel que hace unas semanas estaba en el portal de su casa con su hijo y, frente a ellos, pas¨® Piol¨ªn con su banda. Todos llevaban pistolas en el pantal¨®n del ch¨¢ndal. ¡°Aqu¨ª casi nadie va ya al primer rezo de las 6.00 de la ma?ana. Tenemos miedo hasta dentro de casa, por si entra una bala perdida.¡±
Yussef, otro nombre inventado para otro vecino, esta vez de Los Rosales, cuenta que hace poco tuvo que ir a las cinco de la ma?ana a El Pr¨ªncipe por trabajo. Nada m¨¢s entrar en el barrio, tres j¨®venes encapuchados le dieron el alto. Uno de ellos golpe¨® la ventanilla con una pistola, pidi¨¦ndole que la bajara. ¡°Yo encend¨ª r¨¢pidamente la luz de dentro del coche. Me mir¨®, me reconoci¨® y dijo: ¡°Tira¡±. Un check point para entrar en el barrio.
La polic¨ªa evita patrullar estas calles. A partir del atardecer, no entran. Solo lo hacen con operativos si se desata la violencia. ¡°La ¨²ltima vez que pasamos nos bloquearon con motos en una v¨ªa estrecha y empezaron a llover piedras. Tuvimos que salir del coche y disparar al aire¡±, relata un agente. ¡°Apedrear a la polic¨ªa es deporte nacional en El Pr¨ªncipe¡±, agrega.
Uno de esos proyectiles golpe¨® en la cabeza de un miembro de la UIP el 8 de octubre. La Polic¨ªa estableci¨® un dispositivo durante el fin de semana. Fue durante ese despliegue cuando dispararon a Dris Amar en su garaje.
Un compa?ero admirado
A Dris Amar le encantaba conducir sobre la arena del desierto. En cuanto pod¨ªa, cruzaba a Marruecos y se pasaba el d¨ªa recorriendo dunas. Se mud¨® a El Pr¨ªncipe en abril. Ten¨ªa 39 a?os, estaba casado y con dos hijos de 6 y 10 a?os. Desde los 18 form¨® parte del cuerpo de Regulares de Ceuta. Era cabo, ten¨ªa varias condecoraciones y, sobre todo, era un compa?ero admirado. Tanto superiores como iguales mastican su tristeza desde el pasado domingo en el cuartel. ¡°Un t¨ªo incre¨ªble, amable, cari?oso¡±. Como un tributo improvisado y en voz alta, recuerdan c¨®mo Dris sac¨® del agua a un beb¨¦ cuando miles de inmigrantes cruzaron la frontera del Tarajal el a?o pasado. Hablan de cuando emple¨® un mes de sus vacaciones para acompa?ar en el hospital a un soldado suyo que result¨® herido. Fuera de su unidad, la desolaci¨®n es la misma: ¡°Dris era un vecino harto y atemorizado por la violencia¡±, dice un amigo.
El lastre del cabo Dris estaba en su hermano peque?o, conocido como Chavala y miembro de la banda de Tayena. Otro hermano, mayor, nos recibe en su casa con l¨¢grimas en los ojos tras el funeral de Dris y explica que al cabo asesinado ¡°lo ¨²nico que le ocupaba eran sus hijos, pescar y conducir¡±. Luego cuenta que hace un tiempo habl¨® con la banda de Piol¨ªn y les dijo: ¡°Si ten¨¦is un problema con mi hermano peque?o, resolvedlo con ¨¦l. Lo acato. Pero dejad a Dris en paz. No tiene nada ver con vuestras cosas¡±.
Fue en vano. Hace unas semanas, Chavala recibi¨® una visita en su casa y tres disparos en la puerta. D¨ªas despu¨¦s llegaron varias amenazas por Instagram. En una de ellas aparec¨ªa un ni?o en bicicleta y la frase: ¡°Chavala, pronto tendr¨¢s un sorpres¨®n. A ver si luego Tayena te ayuda, que solo sabe esconderse¡±. En otra se le¨ªa: ¡°No olvides a tu hermano que, aunque no entre en esto, sabemos de ¨¦l¡±. Dris nunca tuvo conocimiento de estas amenazas.
Horas antes de su asesinato envi¨® un whastapp a un compa?ero quej¨¢ndose, una vez m¨¢s, de la situaci¨®n del barrio. Por la noche baj¨® al garaje de su casa. All¨ª ten¨ªa una silla donde fumaba un cigarro y jugaba al parch¨ªs con el vigilante del p¨¢rking antes de irse a dormir. Era la una de la madrugada. Cuatro encapuchados aparecieron, miraron al vigilante y, con un gesto en la cabeza, lo echaron. ¡°Ya sab¨¦is que no he hecho nada¡±, acert¨® a decir Dris. Despu¨¦s, la r¨¢faga de balas.
Se desangr¨® en el suelo esperando por la ambulancia, a pesar de que el hospital est¨¢ a 400 metros y a que dos agentes de polic¨ªa escucharon los tiros e irrumpieron en la escena. Horas despu¨¦s, tres de los cuatro pistoleros fueron detenidos.
¡°?Qu¨¦ hac¨ªa la polic¨ªa justo ah¨ª?¡±, se pregunta hoy el hermano de Dris. No es el ¨²nico. En El Pr¨ªncipe y el resto de barriadas la desconfianza hacia la Polic¨ªa es enorme. M¨¢s en los ¨²ltimos meses, despu¨¦s de que se filtraran unos audios en los que se escucha a lo que presumiblemente es uno de los agentes que apareci¨® en el garaje hablando con Tayena en tono cordial y de confianza, pidiendo y devolviendo favores.
¡°Hay gente intocable, a la que la polic¨ªa ayuda y protege¡±, a?ade. La percepci¨®n no est¨¢ solo en la calle. Un agente de la Guardia Civil se muestra contundente: ¡°Habr¨ªa que investigar a fondo lo que est¨¢ haciendo la Polic¨ªa en Ceuta. Hay un elevado nivel de corrupci¨®n¡±. El viernes, Nabila Soliman Ali, representante de Unidas Podemos en Ceuta, subi¨® a sus redes sociales el hashtag #polic¨ªacorrupta.
La respuesta de la Polic¨ªa Nacional busca devolver la cordura, y un mando explica: ¡°Nosotros hablamos con todos, desde grandes narcos hasta chavales de bandas. Tenemos informadores y contactos, esto es algo habitual. Est¨¢ todo supervisado y judicializado. Lo que pasa es que luego las cosas se descontextualizan y se malinterpretan. No vamos a parar hasta acabar con la violencia en El Pr¨ªncipe¡±.
Los guetos
Es mi¨¦rcoles por la ma?ana. La primera casa de El Pr¨ªncipe aparece tras la curva que da acceso al barrio. Justo enfrente de ella, un ni?o sentado en una silla de playa en mitad de la acera nos mira. No hay una sola hora del d¨ªa en la que el barrio no est¨¦ vigilado.
Los Rosales y sobre todo El Pr¨ªncipe se han convertido en una suerte de guetos. El segundo es un laberinto de callejuelas y casas amontonadas sobre una colina, estilo favela, controlado por las bandas donde se esconden chavales en busca y captura durante meses. El mismo Piol¨ªn vive hoy en estas calles.
Las fachadas est¨¢n gastadas, el asfalto envejecido, la basura acumulada. Los bomberos no suben al barrio sin escolta policial. Ha habido ambulancias que han rechazado acudir. El autob¨²s urbano que cubre la ruta se desv¨ªa a partir de las siete de la tarde, cuando los accesos al barrio se bloquean con coches y motos. De todos, el problema m¨¢s urgente ahora mismo de El Pr¨ªncipe son las armas.
¡°Hay cientos de ellas¡±, explica el ex narcotraficante. ¡°Vienen de Europa del Este y las meten desde la Pen¨ªnsula¡±. La Polic¨ªa tiene constancia de la presencia de un arsenal casi de guerra. Las bandas poseen fusiles, varias Uzi, Kalashnikov y, sospechan, hasta granadas. La cultura de las armas es imparable. ¡°Esto hace tiempo que se fue de las manos¡±, resume un vecino. Una pintada asoma en una pared del barrio: ¡°No suministr¨¦is armas a menores¡±.
Los investigadores creen que, tras el asesinato de Dris, la banda de Tayena se est¨¢ disolviendo. Huido de Ceuta e instalado en Algeciras, Tayena parece haberse quitado de en medio. El ex miembro de las bandas corrige: ¡°Se est¨¢n reorganizando. Y van a ir a por todos. Esto es una guerra y queda mucho por delante. Tayena es un informante de la Polic¨ªa y entra y sale de Ceuta cuando le da la gana¡±. Mientras, Piol¨ªn y Laika siguen en El Pr¨ªncipe, esperando.
Es en este contexto y si nada lo remedia en el que van a crecer los hijos de Dris, el inocente asesinado en el garaje. Su futuro es lo que m¨¢s preocupa ahora a sus compa?eros. Nada parece funcionar ante esta in¨¦dita guerra de bandas. En El Pr¨ªncipe cuentan los d¨ªas para el siguiente asesinato. ¡°Son sanguinarios, hermano¡±, dice un vecino joven. ¡°Les da todo igual. Son ni?os armados¡±.
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