El Palo: el humilde barrio de pescadores de M¨¢laga donde ahora todos quieren vivir
El proceso de gentrificaci¨®n acelera en este rinc¨®n al este de la ciudad, ahora repleto de apartamentos vacacionales y con el precio de la vivienda disparado, con casas de hasta cuatro millones
En el paseo mar¨ªtimo de El Palo, barriada al este de M¨¢laga, hay un pu?ado de casas que lindan con la arena de la playa. Son los antiguos chambaos de pescadores que se transformaron en sencillas viviendas con pocos metros cuadrados, que han incitado a hacer vida en la calle. Ah¨ª creci¨® Jos¨¦ Dom¨ªnguez, de 47 a?os, que a lo largo de su vida ha visto c¨®mo la lenta transformaci¨®n de su entorno ha pisado el acelerador en los ¨²ltimos a?os, m¨¢s a¨²n con la pandemia. Muchas de esas casitas tienen ahora fachadas reci¨¦n pintadas y barandillas de vidrio en la terraza. Son apartamentos vacacionales, solo una pista de c¨®mo la masificaci¨®n tur¨ªstica que afecta al casco hist¨®rico se expande por los barrios litorales de la ciudad. ¡°El Palo era el ¨²nico sitio de M¨¢laga donde los pobres vivimos donde querr¨ªan vivir los ricos¡±, cuenta Dom¨ªnguez, nieto de cenachero y al que aqu¨ª conocen como Dino. Desde 2014 dirige un sencillo negocio de alquiler de tablas de paddle surf, kayak y otras actividades n¨¢uticas junto a su pareja, Elle Bizauskaite, de 35 a?os.
En El Palo residen unas 30.000 personas, seg¨²n los datos municipales. El 5% de la capital. Es una zona popular que ha vivido con cierta independencia respecto al resto de la ciudad. Ya en el siglo XIX tuvo alcalde ped¨¢neo ¡ªe incluso solicit¨® su independencia¡ª y sus mayores siguen hoy diciendo que van a M¨¢laga cuando toman el autob¨²s hacia el centro, a cinco kil¨®metros y desde donde rara vez interesaba viajar a territorio pale?o. Ahora s¨ª, porque aunque nunca tuvo la mejor fama, el barrio est¨¢ de moda en la ciudad de moda. Hasta el equipo de La chica de nieve eligi¨® estas calles para el rodaje de la serie. Su proceso de gentrificaci¨®n est¨¢ en marcha. Hay detalles en cada rinc¨®n: el antiguo restaurante Casa Pedro es hoy una cafeter¨ªa con decoraci¨®n vintage estilo Hollywood, un negocio de noodles para llevar ha sustituido a las bodegas Quitapenas, en el ¨²nico hueco verde que quedaba en el paseo mar¨ªtimo, cerca de El Tintero, est¨¢n construyendo un nuevo chiringuito y La Casita, negocio hostelero referente en la zona por sus bajos precios y sencillez, cerr¨® el pasado 28 de febrero porque el alquiler se multiplicaba. ¡°Todos sabemos lo que est¨¢ pasando en M¨¢laga¡±, dice Alejandra Ruiz Escassi, su responsable.
Un informe del Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU), dependiente del Ayuntamiento de M¨¢laga, refleja que si la planificaci¨®n urban¨ªstica sirvi¨® para establecer unas reglas del juego en los a?os 80, hoy ¨¦stas ¡°cambian o se modifican a voluntad de los poderes econ¨®micos¡± rompiendo ¡°el equilibrio estrat¨¦gico de la ciudad¡±. La ruptura en la zona este se ha producido por el alquiler vacacional o la adquisici¨®n especulativa de viviendas, que ha dado una vuelta por completo a un barrio popular cuyos precios hoy suben como la espuma. Los datos de Idealista reflejan que en 2016 el precio del metro cuadrado era aqu¨ª de 1.531 euros y hoy es de 2.587, casi un 60% m¨¢s en apenas siete a?os. Y no hay ninguna obra nueva en marcha.
Navegar por la web del portal inmobiliario demuestra la escasez de oferta disponible en el barrio, extrema en una ciudad donde ya es exigua en general. El precio medio supera los 300.000 euros en pisos de un centenar de metros cuadrados. Hay antiguas casas por m¨¢s de 600.000 euros y las que se construyen al otro lado del arroyo Jaboneros, en Pedregalejo, parten de precios superiores a los 700.000 euros. M¨¢s arriba, en Pinares de San Ant¨®n, las villas cuestan ya cuatro millones. El alquiler es casi peor: hay apenas 37 pisos para renta de larga duraci¨®n frente a los 245 vacacionales. Y en todo el barrio existen solo ocho inmuebles por debajo de los 999 euros al mes, con precios como 1.150 euros para un piso de 52 metros. ¡°Todo ha subido una burrada¡±, reconoce Jes¨²s Rodr¨ªguez, de 28 a?os, que trabaja como comercial en Clikalia. El ¨²ltimo piso que vendi¨®, de 90 metros y completamente reformado, lo hizo en un bloque donde no permiten alojamientos vacacionales. Costaba 250.000 euros y apenas dur¨® un mes en el mercado. ¡°El 80% de quienes fueron a verlo eran de la zona. Nadie quiere moverse de ah¨ª¡±, subraya. Pocos lo consiguen ante la subida de precios. El informe del OMAU destacaba tambi¨¦n que la gentrificaci¨®n se extiende ¡°con especial intensidad en la zona este, donde los j¨®venes que all¨ª nacieron tienen que buscar vivienda en otros barrios o en la corona metropolitana¡±.
¡°El centro de la ciudad nos est¨¢ empezando a comer¡±, se?ala Mercedes P¨ªrez, uruguaya de 53 a?os que ejerce desde hace ocho de presidenta de la Asociaci¨®n de Vecinos y Vecinas El Palo, con casi 400 socios. Cree que el turismo ha encontrado en el barrio lo que no existe ya en el centro: ¡°La esencia popular, diferente, local¡±. ¡°Pero vamos camino de que esto se convierta en Torremolinos o Benalm¨¢dena y pierda su personalidad¡±, a?ade P¨ªrez, que duda sobre la renovaci¨®n del paseo mar¨ªtimo, valorada en 15 millones, proyectada por el Ayuntamiento. ¡°El turismo vacacional nos rodea¡±, insiste Paco Leal, vecino de 78 a?os, mientras pasea por el ¨¢rea conocida como Las Cuevas. Es un pu?ado de deliciosas callejuelas peatonales donde hace varias d¨¦cadas solo hab¨ªa peque?as casas ligadas a la exclusi¨®n social, algunas excavadas sobre la arena, de ah¨ª su nombre. Hoy es como un peque?o pueblo donde las viviendas humildes se mezclan con otras reformadas, reci¨¦n blanqueadas y adquiridas por extranjeros. Hay parejas de finlandeses que han comprado aqu¨ª, pero en su mayor¨ªa son holandeses, con una peque?a colonia asentada ya en la zona.
El presentador de televisi¨®n Jeroen Pauw, de 62 a?os, es uno de los nuevos residentes temporales. Cuenta su pareja, Zoe Goddijn, de 50 a?os, que ambos se enamoraron de El Palo hace una d¨¦cada ¡°por su atm¨®sfera aut¨¦ntica, ausencia de turismo y la cercan¨ªa del centro¡±. Tras varias visitas para descansar, comenzaron a so?ar con adquirir una casita de pescadores. Hace cinco a?os la encontraron, hecha polvo, pero la reformaron y ahora es una preciosidad cerca de la playa y junto al negocio de Dino. Viajan cada poco tiempo y aseguran haber visto la evoluci¨®n del barrio, con cada vez m¨¢s casas alquiladas para estancias cortas. ¡°Ojal¨¢ se mantenga m¨¢s o menos como ahora¡±, afirma Goddijn, quien asegura que es ¡°prudente¡± a la hora de hablar de la calidad de vida en este rinc¨®n de M¨¢laga, haciendo bueno un lema de una campa?a municipal: Lo que pasa en El Palo, se queda en El Palo. Un barrio en peligro de extinci¨®n.
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