Un pu?ado de quijotes vencen a la injusticia que conden¨® a dos inocentes
Varios ciudadanos mantuvieron vivo el caso durante a?os el caso de Ahmed Tommouhi y Abderrazak Mounib, condenados por unas violaciones en Catalu?a que nunca cometieron. Mounib muri¨® en la c¨¢rcel. Tommouhi pas¨® 15 a?os en prisi¨®n. El Supremo sentenci¨® por segunda vez su inocencia esta semana
El alba?il Ahmed Tommouhi (Nador, 1951) no ha vuelto a ver a su mujer, a la que dej¨® en Marruecos con 28 a?os, tres ni?os y sin trabajo, para emigrar a Catalu?a en busca de una vida mejor. Su mujer tiene hoy 60 a?os y vive sola en la casa que su marido no lleg¨® a terminar en Nador. De estos 32 a?os, Tommouhi estuvo 15 injustamente preso y lleva 17 esperando ¡°la verdad¡±. Hoy ¨¦l tambi¨¦n vive solo, en una ¡°barraca¡± en Martorell. El tiempo acerca la verdad y Celia Carbonell, la abogada que ha conseguido esta semana que el Tribunal Supremo reconozca, por segunda vez, su inocencia, se acerc¨® el viernes a Martorell a conocerlo en persona. Cuando escuch¨® que no piensa volver a Marruecos, sino que quiere que su mujer venga a Espa?a, la abogada le pregunt¨® si no est¨¢ enfadado ¡°con este pa¨ªs¡±:
¡ªNo. Yo nunca he metido a todos en el mismo saco. ?Por qu¨¦ me voy a enfadar con la gente? Yo estoy enfadado con la justicia¡ª dijo Tommouhi con el castellano que aprendi¨® en la c¨¢rcel.
La historia de este alba?il y su compatriota Abderrazak Mounib es una historia incre¨ªble, pero verdadera, que sigo hace 18 a?os. Los condenaron como una pareja de violadores en serie, a pesar de que no se conocieron hasta la primera noche que durmieron en la c¨¢rcel Modelo de Barcelona, el 14 de noviembre de 1991. Cuando apareci¨® uno de los violadores, f¨ªsicamente id¨¦ntico a Tommouhi, y el Supremo reconoci¨® la inocencia de los marroqu¨ªes gracias a una prueba de ADN en 1997, ellos salieron en los peri¨®dicos y en los telediarios, pero no en libertad. Mounib muri¨® de un infarto en su celda de Can Brians tres a?os despu¨¦s; y Tommouhi sigui¨® preso nueve a?os m¨¢s, hasta el 26 de septiembre de 2006. ¡°Estoy en la calle, pero no soy todav¨ªa un hombre libre¡±, dijo entonces a EL PA?S.
Seg¨²n ¨¦l, sigue sin serlo todav¨ªa hoy. Para ¨¦l la libertad es una cuesti¨®n de limpieza. Y a¨²n le queda una tercera condena por violaci¨®n pendiente. ¡°?Quiere que lo intentemos con esa tercera?¡±, le pregunt¨® su abogada el viernes en el restaurante T¨¢nger de Martorell. ¡°Yo quiero que me dejen como estaba cuando vine, limpio y blanco como este mantel¡±, dijo. Y a?adi¨®: ¡°Depende de ustedes¡±, como si su nueva abogada, Celia Carbonell (Elda, Alicante, 1978), encarnara a ese pu?ado de ciudadanos ejemplares que a lo largo de 30 a?os han luchado por mantener vivo su caso contra el Estado.
El m¨¢s ejemplar de todos, Manuel Borraz, no pudo acercarse a Martorell. Borraz es un ingeniero de Barcelona que mont¨® una web con lo esencial del caso y que durante dos d¨¦cadas la fue actualizando con recortes de prensa y con la correspondencia, t¨¦cnicamente impecable, que ¨¦l mismo dirigi¨® a todas las instituciones del Estado. ¡°No estoy orgulloso de nada. Para m¨ª es un dolor de muelas, pero lo tengo que seguir haciendo¡±, dijo en una terraza junto a la Estaci¨®n de Sants en Barcelona, al final de la tarde. ?Por qu¨¦ es una obligaci¨®n? ¡°Bueno, porque tampoco es que en ning¨²n momento haya aparecido la Fiscal¨ªa y haya dicho: ¡®A partir de ahora, nos ocupamos nosotros¡±, a?adi¨®.
Las v¨ªctimas como coartada
Tres d¨¦cadas de desidia y sin respuesta en nombre de unas v¨ªctimas cuyos nombres no conoc¨ªan. La innombrable coartada no solo ha a?adido dos inocentes a la tragedia, sino que lejos de la alarma social que en los noventa justific¨® todos los atajos, hoy quedan 16 violaciones en busca de autor: se detuvo a uno de los verdaderos violadores, Antonio Garc¨ªa Carbonell, pero su c¨®mplice nunca apareci¨® ¡ªel ADN de 1995 arroja una pista familiar¡ª.
Ahora ya no tienen ni eso, la coartada de las v¨ªctimas. Nuria, la joven de 14 a?os a la que violaron en Cornell¨¢ aquel oto?o de 1991, y que se?al¨® err¨®neamente a Tommouhi en una rueda de reconocimiento, se retract¨® en una entrevista en este diario 30 a?os despu¨¦s. ¡°Dile que me alegro de coraz¨®n de que finalmente hayan aceptado las pruebas y reconocido su inocencia¡±, dice en una conversaci¨®n con este peri¨®dico, disculp¨¢ndose por no poder ir a Martorell a dec¨ªrselo en persona. ¡°Un gran abrazo para ella tambi¨¦n¡±, responde Tommouhi, que espera conocerla.
El an¨¢lisis del semen recogido en la ropa de Nuria, que un tribunal presidido por la actual ministra de Defensa, Margarita Robles, no entendi¨® en 1992, es la prueba que esta semana ha servido para anular la condena. En aquel juicio, los peritos no acudieron a testificar y, en lugar de volverlos a citar, el tribunal privilegi¨® el convencimiento de las v¨ªctimas frente a las pruebas materiales: ni siquiera entendieron que los informes inclu¨ªan muestras de semen, y no solo de sangre.
El se?alamiento por parte de las v¨ªctimas fue, de hecho, la ¨²nica prueba de cargo en todos los casos de 1991. A pesar de que todas las violaciones y asaltos tuvieron id¨¦ntico modus operandi ¡ªdos hombres asaltaban a parejas y mujeres j¨®venes en lugares apartados de Tarragona, Barcelona y Girona¡ª, los casos fueron juzgados por separado, en funci¨®n de a qui¨¦n ¡°se?alaban¡± las v¨ªctimas: a veces Tommouhi, a veces Mounib, y en dos ocasiones, a los dos conjuntamente.
Es la segunda vez que el Supremo reconoce la inocencia de Tommouhi. En 1997, gracias a una investigaci¨®n del primer quijote de esta historia, el guardia civil Reyes Ben¨ªtez, el alto tribunal ya admiti¨® que Tommouhi y Mounib hab¨ªan sido condenados err¨®neamente por la violaci¨®n cometida en Olesa de Montserrat en 1991. En aquel caso, la prueba de ADN s¨ª permiti¨® identificar al menos a uno de los verdaderos violadores: Antonio Garc¨ªa Carbonell.
Detenido en 1995, tras varias violaciones id¨¦nticas a las de 1991, y aun cuando sus nuevas v¨ªctimas volv¨ªan a se?alar a los marroqu¨ªes, el ADN de esa segunda serie revel¨® que su c¨®mplice, al menos el de 1995, era un familiar muy cercano. Un familiar cuya identidad Carbonell, casado, gitano y padre de 11 hijos, nunca revel¨®. Las v¨ªctimas confundieron tambi¨¦n la lengua que los violadores usaban entre ellos: era cal¨®, no ¨¢rabe. Para entonces, los marroqu¨ªes llevaban cuatro a?os presos. Como los hab¨ªan juzgado en varias causas por separado, la ley impidi¨® que aquella prueba tuviera consecuencias sobre las dem¨¢s condenas. Mounib muri¨® en prisi¨®n el 26 de abril de 2000.
El violador y los fuenteovejunos
Un pu?ado de quijotes, pero este caso tambi¨¦n ha tenido sus fuenteovejunos. Cuando lo detuvieron en junio de 1995, Garc¨ªa Carbonell se ofreci¨® enseguida a identificar ¡°al moro¡± que seg¨²n ¨¦l acababa de salir huyendo. A sus 60 a?os, Carbonell era ¡°una especie de predicador¡±, ¡°un patriarca¡±, un ciudadano de Sabadell a quien decenas de vecinos ¡ªmuchos de ellos evang¨¦licos, como ¨¦l¡ª apoyaron con firmas y cartas al juez que lo encarcel¨®. Todos a una, como en Fuenteovejuna, pero esta vez para salvar al culpable. La violaci¨®n est¨¢ ¡°taxativamente¡± prohibida entre los gitanos y por tanto su comisi¨®n por Carbonell, ¡°de raza gitana¡±, era ¡°psicol¨®gicamente inveros¨ªmil¡±, aleg¨® su abogado.
Adem¨¢s, al contrario que a Tommouhi, a Carbonell ninguna v¨ªctima lo se?al¨®. En 1995, algunas se?alaron a otros sospechosos (tambi¨¦n magreb¨ªes), incluido a uno que ten¨ªa, como el violador, una verruga. Al guardia civil que fotografi¨® a Carbonell para la ficha policial, m¨¢s que el eco de la verruga, le impresion¨® la cara. A Reyes Ben¨ªtez, la cara de Carbonell le record¨® otra: la del alba?il marroqu¨ª condenado cuatro a?os antes. ¡°Tommouhi y Carbonell eran id¨¦nticos¡±, dijo muchos a?os despu¨¦s. Tras la anulaci¨®n de la sentencia de los marroqu¨ªes por la violaci¨®n de Olesa de 1991, Carbonell fue condenado tambi¨¦n por ese caso.
¡°El se?or Antonio el d¨ªa de los santos lleva flores a casi todos los gitanos difuntos y en las bodas tira peladillas y da la enhorabuena a los padres de la novia¡±, hab¨ªa escrito uno de los fuentovejunos en una carta dirigida al juez de instrucci¨®n, pidiendo su excarcelaci¨®n.
?Por qu¨¦ ahora?
?Por qu¨¦ entonces, si ya en 1997 una prueba de ADN demostr¨® la inocencia de los dos marroqu¨ªes, Tommouhi, el superviviente y el ¨²nico condenado en el caso de Cornell¨¢, no ha visto reconocida su inocencia en ese segundo caso hasta esta semana? Porque, citando al periodista Robert Alla Caro, aunque el tiempo acerque la verdad, la verdad no se propaga en el vac¨ªo. La web de Borraz, que hab¨ªa montado con la ayuda de una ciudadana argentina, Eva Bobrow, y que el periodista Arcadi Espada cit¨® a menudo en su blog y sus columnas de la primera d¨¦cada de los a?os 2000, sirvi¨® sin duda de correa de transmisi¨®n.
Una funcionaria, Tote Henares, tom¨® el relevo de Borraz en Madrid y toc¨® muchas puertas de la Administraci¨®n y asociaciones, como Amnist¨ªa Internacional; la tambi¨¦n periodista Soledad Gomis, a t¨ªtulo personal, impuls¨® un peque?o movimiento ciudadano de apoyo y con la ayuda de alg¨²n pol¨ªtico, logr¨® importantes reparaciones institucionales, como cuando en junio de 2008 el ex fiscal jefe de Catalu?a, Jos¨¦ Mar¨ªa Mena, explic¨® en el Parlamento catal¨¢n que nunca hab¨ªa o¨ªdo que un preso renunciara, no ya a los beneficios penitenciarios, sino al indulto que ¨¦l mismo, como fiscal, hab¨ªa solicitado. ¡°El indulto es para los culpables¡±, repiti¨® ¨¦l esta semana. ¡°No quiero ni o¨ªr esa palabra¡±.
Pero la justicia tiene unos protocolos y solo hab¨ªa dos v¨ªas para llevar la verdad a su molino. Que la Fiscal¨ªa asumiera su papel o que un abogado asumiera la defensa de los condenados sin pruebas. La Fiscal¨ªa intervino con eficacia en el primer caso del ADN, cuando la Guardia Civil le sirvi¨® en bandeja la cara de Carbonell. Pero desde entonces, el ministerio p¨²blico siempre aleg¨® que no era competente para lo que, sobre todo Borraz, propon¨ªa investigar. ?Y los abogados?
Los (otros) abogados
¡°Usted no conf¨ªa mucho en los abogados, ?verdad?¡±, tante¨® la abogada Celia Carbonell a Tommouhi el viernes. ¡°No, me enga?aron mucho. Yo confiaba mucho en ellos, pero al final¡¡±, respondi¨®. Al final, el viernes Tommouhi volvi¨® a sacar su talento para re¨ªrse de la pompa y se puso a imitar a Jorge Claret, aquel primer abogado de pago que tuvo, tan bien apersonado.
Mounib tuvo un buen abogado de oficio, Xavier Castellvell. Cuando sali¨® absuelto de Olesa, el preso no quiso pedir la indemnizaci¨®n. Y Castellvell no la pidi¨®. En cambio, los abogados de Tommouhi, Claret y Pedro Jos¨¦ Pardo, que luego se hizo juez, lo enga?aron. Enga?aron a un preso analfabeto, en un pa¨ªs extranjero. Le hicieron firmar un papel en blanco y con la firma solicitaron la indemnizaci¨®n: 18 millones de pesetas (108.000 euros). Cuando lleg¨® el pago, se llevaron al hermano de Tommouhi a la ventanilla de cobro, le metieron 12 millones en una mochila ¡ª¡±?en una mochila!¡±, exclam¨® la nieta mayor de Tommouhi el viernes¡ª, se la dieron y ellos se quedaron con el resto. Fabricaron una minuta, a la que ha tenido acceso este peri¨®dico, para justificar los seis millones que cobraron y en ella incluyeron recursos que no hab¨ªan presentado. Incluido el que hab¨ªa presentado la Fiscal¨ªa pidiendo que le subieran la condena por Cornell¨¤.
Justicia no solo po¨¦tica
Esa condena de Cornell¨¤ es la que el Supremo anul¨® el jueves. Hace a?os, preguntado uno de los jueces del tribunal que lo conden¨® c¨®mo era posible que el preso siguiera en la c¨¢rcel nueve a?os despu¨¦s de la primera absoluci¨®n, el magistrado Gerard Thom¨¤s respondi¨®: ¡°Usted lo ve desde un punto de vista period¨ªstico y yo desde un punto de vista jur¨ªdico¡±. La visi¨®n del mundo de Tommouhi es la opuesta: ¡°No hay m¨¢s que una verdad: no dos, ni tres. Una¡±.
Entre la visi¨®n del agricultor que emigr¨® del pueblo a la ciudad, y de Marruecos a Europa, donde no le dejaron ser alba?il, y la de Thom¨¤s, ese magistrado que citaba a Kafka cuando escrib¨ªa alg¨²n art¨ªculo en este peri¨®dico, el Supremo ha dado la raz¨®n al alba?il. Para eso ha hecho falta que yo me convenciera de la intuici¨®n que tuve cuando escrib¨ªa Justicia po¨¦tica (Seix barral, 2010). Leyendo la sentencia de Margarita Robles comprend¨ª que no hab¨ªan entendido el informe de los peritos. Ni ella, ni los otros dos jueces, el citado Thom¨¤s y Felipe Soler Ferrer, entendieron que los peritos hab¨ªan analizado una muestra de semen, y no solo de ¡°sangre¡± de las ropas de Nuria.
Aquella falta de valoraci¨®n convierte un viejo informe de 1992 en un ¡°hecho nuevo¡± que demuestra la inocencia, tal y como exige la ley. As¨ª me lo confirm¨® el mayor experto en recurso de revisi¨®n, el juez y profesor de Derecho Procesal Tom¨¢s Vicente Ballesteros. Y as¨ª lo ha ratificado el Supremo.
Entre el descubrimiento de ese hecho, que publiqu¨¦ en el libro, y el convencimiento de que ten¨ªa recorrido jur¨ªdico, pasaron m¨¢s de 10 a?os. ¡°Los lectores tienen derecho a mi mente, pero no a mi coraz¨®n¡±, escribi¨® Paul Val¨¦ry. Si han llegado al ¨²ltimo p¨¢rrafo de esta historia, tienen derecho incluso al coraz¨®n. Llam¨¦ a mi amiga Celia Carbonell y me prometi¨® que iba a estudiarlo. Este s¨¢bado, despu¨¦s de haber perdido el tren de vuelta a Elda ¡ªtambi¨¦n se pag¨® el segundo billete de su bolsillo¡ª, me mand¨® un audio: ¡°Lo hice por justicia y por amistad¡±. Dos buenas razones para intentarlo con la condena de Tarragona, esa en la que Tommouhi y Mounib siguen condenados. ¡°Depende de ustedes¡±.
Si quiere contactar al autor de este art¨ªculo, escriba a bgarcia@elpais.es
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