Nacionalismos enfrentados con las urnas al fondo, otra pieza en el puzle de la investidura de S¨¢nchez
El pr¨®ximo calendario electoral con las auton¨®micas vascas y catalanas, adem¨¢s de las europeas, complica a¨²n m¨¢s las negociaciones para formar Gobierno
En el plazo de dos meses, los espa?oles han sido llamados a las urnas en dos ocasiones y nadie puede descartar que vuelvan a ser convocados en breve si no se resuelve el enmara?ado panorama salido del 23-J. Y aunque se pudiese evitar esta ¨²ltima posibilidad, otro calendario electoral se viene encima, con elecciones europeas, gallegas y vascas antes del verano de 2024 y catalanas a comienzos de 2025, siempre que la fr¨¢gil situaci¨®n del Govern no precipite las cosas antes. La proximidad de esas batallas se cierne como un elemento de peso a a?adir a las complejidades de formar un Ejecutivo sobre la base del Congreso salido de las ¨²ltimas generales. Nacionalistas catalanes y vascos, actores clave de la situaci¨®n, negociar¨¢n con Pedro S¨¢nchez sin perder de vista lo que van a jugarse en unos meses en sus respectivos territorios.
El jerogl¨ªfico a resolver por el presidente del Gobierno en funciones y secretario general del PSOE se intrinca cada d¨ªa. El pu?ado de grupos nacionalistas de los que depende su suerte ha engordado con la incorporaci¨®n de Junts. El reto para S¨¢nchez es contentar al mismo tiempo a formaciones que compiten entre s¨ª y que ya calientan m¨¢quinas para pr¨®ximas confrontaciones electorales: ERC y Junts en Catalu?a, y PNV y EH Bildu en el Pa¨ªs Vasco.
El desenlace de las negociaciones para la investidura del presidente del Gobierno impactar¨¢ de lleno en la pol¨ªtica catalana. La agenda fija las elecciones para la Generalitat en el primer trimestre de 2025, pero la endeble mayor¨ªa parlamentaria que sostiene el Govern de Pere Aragon¨¨s ¡ª33 diputados sobre 135¡ª arroja desconfianza sobre el calendario. Cada bache en el camino supone una prueba de resistencia para el Ejecutivo en solitario de ERC, que ha dejado de ser el ¨²nico grupo independentista catal¨¢n clave para el Gobierno de S¨¢nchez. Esquerra y Junts han empatado a siete esca?os y se ha desencadenado la en¨¦sima pelea entre ellos por ver qui¨¦n puede lucir m¨¢s m¨¦ritos. Los socialistas ya lo padecieron durante las negociaciones para configurar la Mesa del Congreso. Hab¨ªan cerrado un acuerdo con Junts, aparentemente el interlocutor m¨¢s correoso, cuando a ¨²ltima hora fue ERC quien plante¨® las mayores dificultades al exigir alg¨²n compromiso sobre una posible amnist¨ªa para las causas judiciales todav¨ªa pendientes del proc¨¦s.
Tras votar a la socialista Francina Armengol para presidir el Congreso, Junts emprendi¨® una campa?a de imagen a fin de publicitar los ¨¦xitos de su equipo negociador, amplificando el efecto del compromiso para que el catal¨¢n pueda usarse en las instituciones de la Uni¨®n Europea. Ahora es ERC, renqueante tras sus ¨²ltimos fracasos electorales, la que trata de apuntarse el tanto con el anuncio de un inminente acuerdo con el PSOE, a¨²n sin concretar, para el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso. La larga batalla por la hegemon¨ªa en el espacio independentista se ha trasladado a la pol¨ªtica nacional. El gran objetivo es hacer frente a la crecida del PSC, primera fuerza en las elecciones catalanas de 2021 y vencedor en las municipales y en las generales de este a?o, lo que hace aspirar a los socialistas a un estir¨®n final que ponga a su l¨ªder, Salvador Illa, en disposici¨®n de mandar en la Generalitat. Aragon¨¨s afirma no tener ning¨²n inter¨¦s por anticipar los comicios, pero la gesti¨®n del calendario electoral puede ser el instrumento para evitar males mayores.
La mirada de Junts no est¨¢ puesta solo en la Generalitat. Una cita electoral m¨¢s temprana, las europeas del pr¨®ximo junio, reviste gran trascendencia para su l¨ªder de hecho, Carles Puigdemont. El expresident necesita a toda costa mantener su esca?o en el Europarlamento. Y ¨¦l ser¨¢ quien dirija desde la distancia las conversaciones con el PSOE y Sumar tras exigir a los suyos discreci¨®n absoluta al respecto.
El Pa¨ªs Vasco, al igual que Galicia, agota su legislatura en julio. All¨ª la hist¨®rica hegemon¨ªa del PNV est¨¢ por primera vez en discusi¨®n. La pujanza de EH Bildu se ha consolidado convocatoria tras convocatoria. En las municipales de mayo se erigi¨® en la primera fuerza en n¨²mero de concejales y ya supera al PNV en representaci¨®n en el Congreso: ambos empataron a cinco diputados en el territorio de la comunidad aut¨®noma vasca, a los que Bildu sum¨® uno m¨¢s en Navarra.
Las dos fuerzas resultaron decisivas para S¨¢nchez en la anterior legislatura y vuelven a serlo en la que ahora comienza. Los socialistas han tenido que hacer contorsiones para contentar a ambos. Al PNV lo lisonjean trat¨¢ndolo de ¡°socio preferente¡±, aunque la formaci¨®n que lidera Andoni Ortuzar se queja de que el Gobierno permite que la izquierda abertzale se apropie de sus conquistas en Madrid y exige ser informada de lo que se negocia con ella. ¡°El PNV no puede pretender exhibir un papel sellado donde diga que ellos son socios VIP y nosotros socios de gallinero¡±, replicaba recientemente en una entrevista en EL PA?S el diputado de EH Bildu Oskar Matute.
M¨¢s all¨¢ de estas fricciones, el caso vasco es diferente al catal¨¢n. Aqu¨ª la competencia entre los dos aliados favorece los intereses del Gobierno porque aleja al PNV de cualquier tentaci¨®n de acercarse, como en el pasado, al PP. Un pacto con el partido de Alberto N¨²?ez Feij¨®o, a su vez atado a Vox, ser¨ªa como regalarle a la izquierda abertzale las elecciones vascas, admiten tanto en el PNV como en EH Bildu. Lo previsible, adem¨¢s, es que la formaci¨®n de Ortuzar siga necesitando al PSOE para retener el Gobierno vasco tras los pr¨®ximos comicios, lo que descarta cualquier cambio de alianzas en Madrid, por mucho que Feij¨®o se empe?e en cortejar a la rama mayoritaria del nacionalismo vasco.
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