Barajas, el trampol¨ªn de la nueva ruta migratoria de ?frica a Estados Unidos
El aeropuerto madrile?o se convierte en escala habitual de miles de senegaleses y mauritanos que cambian el cayuco por un avi¨®n. Una vez en Centroam¨¦rica, el objetivo es entrar irregularmente en EE UU
Mamadou aterriz¨® en Espa?a el pasado 28 de enero, 19 a?os despu¨¦s de haberse marchado. Fue uno de las decenas de miles de senegaleses que desembarcaron en las islas Canarias en la llamada crisis de los cayucos de 2006, pero a ¨¦l el sue?o europeo no le sali¨® bien. ¡°Aguant¨¦ dos a?os, pero sin papeles fue muy dif¨ªcil encontrar trabajo y volv¨ª a Dakar¡±, contaba esta semana en la zona de tr¨¢nsito de la terminal 4S del aeropuerto madrile?o de Barajas. Ahora, con 45 a?os, hab¨ªa hecho escala en Madrid para viajar a Nicaragua, pasando antes por El Salvador, con el objetivo final de cruzar de forma irregular la frontera de Estados Unidos. ¡°Soy fuerte, me siento joven para empezar otra vez. No creo que la ruta, ni el buscarme la vida all¨ª, sea m¨¢s dif¨ªcil de lo que ya pas¨¦¡±, re¨ªa. Mamadou estaba rodeado de gente. Alrededor de los ba?os, otros 30 africanos (la mayor¨ªa senegaleses, pero tambi¨¦n mauritanos) dormitaban sobre cartones en el suelo, a la espera de la misma conexi¨®n a¨¦rea que saldr¨ªa al d¨ªa siguiente.
La escena se ha convertido en habitual. ¡°Hemos visto vuelos con hasta 80 senegaleses juntos. Esto no ocurr¨ªa antes¡±, afirma un trabajador del aeropuerto que empez¨® a percatarse en septiembre de este intenso tr¨¢nsito de africanos. El aeropuerto es ese lugar donde casi nadie repara en qui¨¦n viene o va, donde uno puede incluso vivir sin llamar la atenci¨®n de los viajeros, pero si se observa mejor se advierte que este nuevo fen¨®meno es bastante visible. ?ltimamente, es habitual encontrarse en las terminales a grupos numerosos de j¨®venes africanos esperando su embarque a pa¨ªses centroamericanos, que no les reclaman visado de entrada. Al preguntarles, la respuesta es similar: el plan es emprender desde ah¨ª una ruta en bus o taxi que les lleve hasta la frontera mexicana. Una vez en M¨¦xico tendr¨¢n que sobrevivir al peligroso ecosistema criminal que hace negocio con los cientos de miles inmigrantes que intentan cada a?o entrar en Estados Unidos.
La llegada de africanos al muro que protege el pa¨ªs con el PIB m¨¢s alto del mundo se dispar¨® el a?o pasado. En una ruta dominada por los latinoamericanos, la incursi¨®n de africanos que vienen desde el otro lado del Atl¨¢ntico ha llamado la atenci¨®n de las autoridades estadounidenses. The New York Times public¨® hace un mes un reportaje en el que destacaba c¨®mo hab¨ªa crecido esta ruta en tan poco tiempo, alentada, entre otras cosas, por un creciente sentimiento europeo antiinmigraci¨®n. Adem¨¢s, el viaje en avi¨®n con escala en Espa?a para desembarcar en Latinoam¨¦rica es legal y, aunque m¨¢s caro, es una alternativa a la peligros¨ªsima traves¨ªa en cayuco hasta las islas Canarias, donde el a?o pasado desembarcaron casi 40.000 migrantes. El periplo terrestre americano entra?a tambi¨¦n m¨²ltiples amenazas, pero estas no son tan conocidas como las del Atl¨¢ntico.
Seg¨²n los datos gubernamentales a los que hac¨ªa referencia el diario estadounidense, el n¨²mero de africanos detenidos en la frontera de Estados Unidos creci¨® m¨¢s de un 300% y pas¨® de 13.406 en el a?o fiscal 2022 a 58.462 en el mismo periodo referente a 2023. Proced¨ªan sobre todo de Mauritania (15.263 personas), Senegal (13.526) y Angola y Guinea, con m¨¢s de 4.000 migrantes cada uno. Son una peque?a parte de los 2,5 millones de migrantes interceptados, pero la comparaci¨®n es m¨¢s impactante si se va m¨¢s atr¨¢s. En 2018, por ejemplo, apenas siete senegaleses y un mauritano fueron interceptados en esa frontera entre M¨¦xico y EE UU, seg¨²n los datos de la Patrulla Fronteriza estadounidense. Era una ruta inexistente.
El cambio m¨¢s reciente es que los paquetes de viaje que ofrecen agencias y facilitadores empezaron a incluir la escala en Madrid-Barajas, uno de los principales hubs aeroportuarios con Am¨¦rica Latina, con m¨¢s de 50 millones de viajeros anuales. Antes la escala era, sobre todo, Turqu¨ªa. Muchos emigrantes se lanzan incentivados por la cantidad de llamadas en las redes sociales. TikTok, por ejemplo, est¨¢ lleno de ofertas de viaje, animaciones con mapas del trayecto a trav¨¦s de cinco pa¨ªses, im¨¢genes de senegaleses en los aviones y v¨ªdeos de expediciones que atraviesan bosques tropicales con sus mochilas a cuestas.
La ruta cuesta entre 7.500 y 9.200 euros, seg¨²n los c¨¢lculos que hizo la agencia de noticias estadounidense Associated Press. Eso sin contar las extorsiones que los migrantes se encontrar¨¢n por el camino. El destino principal es Nicaragua, donde los requisitos de entrada son laxos y baratos, aunque antes suelen pasar por Bogot¨¢ y San Salvador, donde desde noviembre el Gobierno de Nayib Bukele cobra a africanos e indios una tasa de entrada de m¨¢s de 1.000 euros en un contexto de presi¨®n de Estados Unidos para controlar los flujos migratorios hacia su frontera sur. La lanzadera a trav¨¦s de Nicaragua evita adem¨¢s la peligrosa jungla del Dari¨¦n que, controlada por grupos armados, marca la frontera entre Colombia y Panam¨¢.
Que senegaleses y mauritanos est¨¦n explorando esta nueva ruta no es casualidad. Las dos nacionalidades son protagonistas en la ruta migratoria hacia Canarias y, aunque no sufran un conflicto armado en sus pa¨ªses, ofrecen razones de sobra para emigrar. En Mauritania, el ¨²ltimo pa¨ªs del mundo en abolir oficialmente la esclavitud ¡ªlo hizo en 1981¡ª, su poblaci¨®n negra denuncia m¨²ltiples abusos. Y el 56,9% de la poblaci¨®n vive en situaci¨®n de pobreza multidimensional que limita los indicadores de educaci¨®n, salud, nivel de vida y empleo, seg¨²n datos oficiales. En Senegal, adem¨¢s de las dificultades econ¨®micas y la inflaci¨®n galopante, se ha enquistado un clima pol¨ªtico en el que los opositores del Gobierno son perseguidos, hasta el punto de que se han suspendido las clases en la universidad m¨¢s importante del pa¨ªs, la Cheikh-Anta-Diop, en Dakar, para desactivar uno de los principales focos de protestas del a?o pasado.
La relaci¨®n con el asilo
La eclosi¨®n de esta nueva ruta migratoria a trav¨¦s de Barajas es parte del contexto que explica el aumento vertiginoso de peticiones de asilo en el aeropuerto madrile?o, un fen¨®meno que acab¨® provocando el hacinamiento de cientos de solicitantes de asilo y la intervenci¨®n de jueces, el Defensor del Pueblo y la inspecci¨®n de Trabajo. El repunte comenz¨® este verano con ciudadanos somal¨ªes, a los que se sumaron, entre otros, senegaleses, marroqu¨ªes y mauritanos. Todos ellos con billetes a Am¨¦rica Latina.
Aunque no hay datos oficiales que permitan afinar el perfil de los solicitantes, hab¨ªa dos tipos de circunstancias entre los africanos: el de aquellos que aprovecharon su escala en Madrid para pedir asilo ya decididos a intentar quedarse en Espa?a; y el de quienes, en realidad, quer¨ªan efectivamente hacer la ruta hacia Estados Unidos, pero por diversas circunstancias no pudieron llegar a sus destinos y fueron devueltos a Barajas. Estos ¨²ltimos, una vez en Madrid y sin m¨¢s opci¨®n que volver a su pa¨ªs de origen, pidieron asilo. Solo en el mes de enero se registraron en el aer¨®dromo 864 solicitudes, principalmente de senegaleses, seg¨²n datos policiales.
Tras semanas de caos y hacinamiento, la situaci¨®n est¨¢ algo m¨¢s controlada, con cerca de 200 solicitantes a la espera de que se estudie su petici¨®n y se les permita o no entrar en Espa?a. El flujo se ha frenado, sobre todo, porque los senegaleses ya no tienen tan f¨¢cil hacer escala en Madrid. Aunque el Gobierno les impondr¨¢ un visado de tr¨¢nsito el pr¨®ximo 19 de febrero, la embajada espa?ola en Rabat pidi¨® a Marruecos que anticipe esa medida e impida embarcar a todos los senegaleses que pretendan hacer escala en Espa?a sin un visado de entrada a territorio Schengen.
Los otros varados
A Abdoulaye le da verg¨¹enza llorar, as¨ª que se cubre la cara con las manos y solloza en silencio. Sentado en el suelo de la zona de tr¨¢nsito de la terminal 4 de Madrid-Barajas, este joven senegal¨¦s, fino como un alambre, se resiste a contar qu¨¦ le ha puesto tan triste. Se ha roto, as¨ª, de repente. Al fin, toma aire y, con los ojos roj¨ªsimos, explica que lleva siete d¨ªas tirado en ese suelo, sin acceso f¨¢cil a comida, sin ducharse. Que se iba con varios amigos a El Salvador para intentar entrar irregularmente en Estados Unidos, porque quer¨ªa emigrar pero nunca en cayuco. Pero que no pudo embarcar y que, la semana que viene, cuando consiga subirse al avi¨®n, tendr¨¢ que emprender solo ese peligroso y agotador camino.
La zona de tr¨¢nsito de la terminal sat¨¦lite de Barajas, en la que tambi¨¦n Mamadou esperaba su conexi¨®n, es igualmente reflejo de esta alternativa migratoria. All¨ª, donde los pasajeros que desembarcan se separan entre los que pasan el control policial para recoger sus equipajes y los que arrastran sus maletas, apresurados por no perder el siguiente vuelo, se ha creado una especie de limbo de espera. No todos los que quieren llegar a Am¨¦rica Latina lo consiguen a la primera, y surgen problemas que les obligan a retrasar su viaje mucho m¨¢s de lo deseado. Las compa?¨ªas a¨¦reas tienen que verificar una serie de requisitos antes de dejarles volar, como que tengan billete de vuelta o que las numerosas conexiones que les esperan tengan cierta coherencia. Un problema habitual ha sido el del pago de la exorbitante tasa que ha impuesto El Salvador, el enlace habitual para los que quieren llegar a Nicaragua, y que deben cobrar las aerol¨ªneas con antelaci¨®n. ¡°Solo puede pagarse con tarjeta y a muchos no les ha funcionado aqu¨ª¡±, explicaba un grupo de senegaleses el pasado domingo.
Este viernes, adem¨¢s de Abdoulaye, aguardaban su pr¨®ximo vuelo otros tres senegaleses, dos indios y media docena de egipcios, pero los pasajeros van variando cada d¨ªa. Desde hace semanas, se acurrucan en los pasillos m¨¢s escondidos con mantas y cartones. La zona no tiene d¨®nde comprar comida, por lo que dependen de la predisposici¨®n de viajeros y trabajadores que puedan transitar entre esa zona y la de restauraci¨®n para alimentarse. ¡°Si vuelves, ?podr¨ªas traerme algo de leche?¡±, pide Abdoulaye.
Mamadou, por su parte, envi¨® este s¨¢bado a EL PA?S un audio por WhatsApp: ¡°Ya estoy en M¨¦xico¡±.
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