Las v¨ªctimas de la ultraderecha tardaron el doble de tiempo que las de ETA en testimoniar
Los damnificados de la banda terrorista tardaron 19 a?os de media en narrar sus historias, mientras que los testimonios de los da?ados durante el franquismo emplearon 37 a?os
Las v¨ªctimas del terrorismo de ETA han tardado m¨¢s de 19 a?os en dar testimonio desde que fueron atacadas. Las que lo fueron durante el franquismo tardaron el doble de tiempo, y quienes fueron estigmatizadas como ¡°ultraderechistas¡± y ¡°chivatos¡± tambi¨¦n necesitaron cerca de tres d¨¦cadas en contarlo. Las v¨ªctimas del terrorismo de ultraderecha han tardado en testimoniar 37 a?os, y las de ultraizquierda, 27. No hay testimonios de guardias civiles, principal objetivo de ETA, hasta los a?os noventa, cuando ya ascend¨ªan a centenares de asesinados. Son algunos datos del estudio realizado por Ra¨²l L¨®pez Romo y Alejandra Ibarra ¨DDar testimonio: La voz de las v¨ªctimas del terrorismo en Espa?a¨D sobre los 1.329 relatos que han recogido de 700 v¨ªctimas del terrorismo, de los que 662 corresponden a mujeres y 534 a hombres. Es la muestra m¨¢s amplia conocida, pero dista a¨²n de las 1.454 v¨ªctimas mortales y los 5.000 heridos por el terrorismo en Espa?a.
El estudio de L¨®pez Romo e Ibarra, adscrito al Centro Memorial de V¨ªctimas del Terrorismo, explica que ¡°una persona afectada por el terrorismo da testimonio cuando cuenta en p¨²blico su historia, es decir, cuando comparte un relato personal sobre su experiencia como v¨ªctima, que puede incluir detalles sobre la vida antes del atentado, el ataque en s¨ª y sus consecuencias a todos los niveles¡±. Y, precisamente, en este informe se traduce en t¨¦rminos cuantitativos la recopilaci¨®n de testimonios de v¨ªctimas, tarea central del Memorial, inspirada en el Museo de jud¨ªos asesinados, ubicado en Berl¨ªn. Los 1.329 testimonios responden mayoritariamente a v¨ªctimas de ETA (1.116) y del yihadismo (151), los terrorismos m¨¢s mort¨ªferos. Son bastantes menos los testimonios de v¨ªctimas de la ultraizquierda (30); de ultraderecha (11) y del GAL (11). L¨®pez Romo e Ibarra constatan que la tardanza en testimoniar ¨Dlas m¨¢s tempranas, las v¨ªctimas de ETA, tardaron 19 a?os¨D responde al ¡°dolor por rememorar lo ocurrido, a que en las primeras d¨¦cadas del terrorismo nadie se lo ped¨ªa y al miedo existente entonces. Hasta entrados los a?os noventa las v¨ªctimas del terrorismo no fueron visibles¡±.
B¨¢rbara Durkhop, viuda del dirigente socialista Enrique Casas, asesinado en 1984? lo confirma: ¡°Entonces era de dudoso honor ser v¨ªctima del terrorismo porque ¨¦ramos unos apestados e inc¨®modos porque reinaba el miedo de las buenas personas¡±. Aurora Gonz¨¢lez, cuya hermana fue asesinada junto a su marido, guardia civil, en 1979, lo ratifica: ¡°Aquellos a?os los mataban, los enterr¨¢bamos y despu¨¦s nada. Ni una carta ni una llamada¡±.
Los autores del informe constatan cinco etapas en la evoluci¨®n de los testimonios, desde la dictadura, en que no existi¨® ninguno, al posterrorismo, que recoge 730. Los primeros testimonios se produjeron en la Transici¨®n y fueron tres: el del hijo del empresario Javier Ibarra, asesinado por ETA en junio de 1977; el de Javier Rup¨¦rez, diputado de UCD, secuestrado por ETA pol¨ªtico militar en 1979 y del empresario vasco, Juan Alkorta, amenazado por ETA militar en 1980. ¡°En esa etapa hubo en Espa?a 498 asesinados por terrorismo. El silencio se explica por el miedo y la huella reciente de la dictadura. Las v¨ªctimas viv¨ªan en la soledad y el desamparo¡±, se?alan los autores. En la d¨¦cada de los ochenta empieza un goteo persistente de testimonios, coincidente con el inicio de la resistencia pac¨ªfica contra el terrorismo, y el gran salto testimonial se produce tras el asesinato de Miguel ?ngel Blanco en 1997. ¡°Hoy en el posterrorismo hay una tendencia creciente a testimoniar porque no hay miedo, hay mayor conciencia y las asociaciones fomentan la memoria¡±, se?alan L¨®pez Romo e Ibarra.
Los autores constatan tambi¨¦n que las v¨ªctimas de ETA y del yihadismo han tenido un protagonismo testimonial desproporcionado respecto a las de la ultraizquierda, mayoritariamente del Grapo, de la ultraderecha y del GAL. La desproporci¨®n se refleja tambi¨¦n en los plazos de tiempo en testimoniar. Mientras las v¨ªctimas de ETA han tardado 19 a?os en testimoniar, las de los GAL han tardado 24; las del Grapo, 27, y las de extrema derecha m¨¢s de 37. L¨®pez Romo e Ibarra se sorprenden porque ¡°tras cuatro d¨¦cadas de dictadura de derechas apenas haya testimonios de v¨ªctimas de la ultraderecha¡± y lo atribuye a que muchas fueron ¡°gente an¨®nima en una ¨¦poca de muchos asesinatos terroristas y encajaban mal en la pretensi¨®n de establecer una Transici¨®n mod¨¦lica¡±.
Una muestra de su abandono es la del anarquista Vicente Cuervo, asesinado en 1980, que no ha sido reconocido como v¨ªctima del terrorismo por el Ministerio del Interior hasta 2023. Alejandro Ruiz-Huerta, superviviente del atentado ultraderechista contra el despacho de abogados de Atocha en 1977 denuncia: ¡°Hemos estado abandonados. Se han dedicado a las v¨ªctimas de ETA, pero tambi¨¦n las hay de la ultraderecha y del terrorismo de Estado¡±. Pili Zabala, hermana de una v¨ªctima de los GAL se?ala: ¡°Las v¨ªctimas de los GAL no ¨¦ramos nada¡±. El informe destaca, tambi¨¦n, los 93 asesinatos del Grapo, cifra superior a la de organizaciones internacionales como las Brigadas Rojas italianas y la alemana Baader-Meinhof, mucho m¨¢s conocidas. Solo 23 v¨ªctimas de los Grapo han testimoniado. Una de ellas, Pilar S¨¢nchez, tambi¨¦n denuncia la discriminaci¨®n: ¡°Cuando se hace referencia a v¨ªctimas del terrorismo es a las de ETA y al 11-M, pero las del Grapo no existimos¡±.
Otro dato que avala la desproporci¨®n es que las 23 personas que m¨¢s testimonios han ofrecido son v¨ªctimas de ETA; y entre ellas, las de pol¨ªticos asesinados en la etapa democr¨¢tica bate el r¨¦cord. Siendo un 2% de los asesinatos cometidos por el terrorismo ¨D31 de 1.454¨D, sus testimonios ¨D288¨D representan el 21,6%. Muy por encima de los de las v¨ªctimas de la Guardia Civil y de la polic¨ªa, muy superiores en n¨²mero de v¨ªctimas. La Guardia Civil registra un 16,5% de asesinatos ¨D241¨D y representa el 11,25% de los testimonios ¨D156¨D. La Polic¨ªa, con el 12,7% de asesinatos ¨D186¨D recoge el 8,36% de testimonios ¨D110¨D. Los autores resaltan, tambi¨¦n, c¨®mo en localidades peque?as y medianas vascas, como Lekeitio, Amorebieta, Urnieta, no hay testimonios de v¨ªctimas. ¡°Muchas se fueron y en muchas de esas poblaciones se conoce m¨¢s la historia de los victimarios, presos o muertos, que las de las v¨ªctimas¡±, se?alan.
Serio d¨¦ficit en el terreno educativo
Los autores certifican que el mensaje central de los testimonios es que ¡°la violencia no debe ser utilizada para lograr objetivos pol¨ªticos¡± y apuntan un serio d¨¦ficit en el terreno educativo: ¡°La mayor¨ªa de los j¨®venes acaba la Secundaria y el Bachillerato sin haber escuchado o le¨ªdo a una v¨ªctima del terrorismo. Ocurre lo mismo con las v¨ªctimas de la Guerra Civil y la dictadura¡±. Una encuesta de la Universidad de Navarra en 2017 precisa que el 60% no ha accedido a escuchar a una v¨ªctima de ETA. Del 40% restante, el 22% lo ha visto en la televisi¨®n, el 3% en libros y el 10% en el centro escolar.
Los autores admiten que ¡°existen esfuerzos dispersos por algunas instituciones p¨²blicas¡±. Por ejemplo, la experiencia de las v¨ªctimas educadoras en las aulas, muy positiva por la empat¨ªa que genera su discurso reivindicativo de la justicia, la verdad y de rechazo a la venganza, pero le se?alan severos l¨ªmites. Son solo 100 las v¨ªctimas educadoras, de las que 30 dependen de las instituciones vascas, 12 de las navarras y el resto para otras comunidades. Los autores abogan por conseguir que ¡°el mundo educativo emplee de forma sistem¨¢tica los testimonios en asignaturas como Historia y Valores ?ticos¡± como se hace en Alemania e Italia sobre el Holocausto. La extensi¨®n de la educaci¨®n sobre el terrorismo en las aulas y la ampliaci¨®n de nuevos testimonios sobre todos los terrorismos, especialmente los m¨¢s silenciados, son las reclamaciones finales del estudio.
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