La desesperaci¨®n de quienes quieren pedir asilo en Espa?a: ¡°Es frustrante poner tu vida en pausa porque no te responden al tel¨¦fono¡±
Cientos de personas presentan una queja conjunta ante el Defensor del Pueblo por los obst¨¢culos para formalizar sus peticiones de protecci¨®n internacional
Como cada ma?ana desde hace cinco meses, Harouna Conte, un guineano de 22 a?os, ha llamado al 91 322 01 89 con la esperanza de que, por fin, su futuro pueda empezar a aclararse. La respuesta ha sido la de siempre: nadie responde el tel¨¦fono. Escuchar una voz al otro lado de la l¨ªnea es su ¨²nica opci¨®n para conseguir la cita necesaria para iniciar su procedimiento de petici¨®n de asilo. Su caso es el de cientos de personas en toda Espa?a. Este martes, m¨¢s de un centenar de afectados y una veintena de ONG han presentado una queja conjunta ante el Defensor del Pueblo para denunciar la situaci¨®n. La falta de citas, advierten, ¡°niega a los migrantes el acceso a derechos b¨¢sicos¡± y lleva a Espa?a a¡± incumplir la legislaci¨®n europea¡± en materia de asilo.
Nunca antes ha habido tantos demandantes de asilo en Espa?a, pero a la vez, cada vez es m¨¢s complicado iniciar un tr¨¢mite que exige una cita previa a la vez obligatoria y pr¨¢cticamente imposible de obtener. Hasta mayo de 2023, las citas se ped¨ªan por internet, pero el sistema era vulnerable a ataques de hackers que acaparaban las citas y luego las vend¨ªan por hasta 200 euros. Y se pagaban, porque era la ¨²nica forma de lograrlas. La Polic¨ªa acab¨® deteniendo al supuesto hacker que presuntamente controlaba un pelot¨®n de bots para controlarlas, pero el problema continu¨® y se acab¨® con la opci¨®n de pedirlas en l¨ªnea. Para resolver la cuesti¨®n de los ciberataques, la Polic¨ªa decidi¨®, unilateralmente, dar a las comisar¨ªas la potestad de elegir su propia manera de gestionar las solicitudes. Se ofrecieron correos electr¨®nicos y tel¨¦fonos a los que dirigirse, pero la insuficiencia de personal para atender al aluvi¨®n de peticiones ha complicado a¨²n m¨¢s el acceso, seg¨²n denuncian las ONG. Esta soluci¨®n era provisional, en teor¨ªa, pero no hay visos de que haya una nueva alternativa en el horizonte.
Fuentes policiales reconocen el problema, pero esgrimen que no est¨¢ en sus manos encontrar una soluci¨®n, que pasar¨ªa por crear un sistema inform¨¢tico capaz de ofrecer citas en internet, pero tambi¨¦n de frenar a los hackers. El Ministerio del Interior destaca que la Oficina de Asilo y Refugio ha multiplicado por cinco (de 60 a 300) sus empleados para reforzar la plantilla y hacer frente al aumento de solicitudes. Interior obvia que este aumento en la plantilla no tiene impacto en lo que los migrantes demandan, es decir, en el acceso al procedimiento, ni tampoco en las entrevistas que deben hacer los solicitantes posteriormente, sino que son funcionarios que se dedican a estudiar los expedientes una vez formalizada su petici¨®n.
A pesar de las dificultades de acceso, Espa?a bati¨® el r¨¦cord en 2023 con 163.218 solicitudes registradas. Vistas las denuncias constantes desde hace meses, esta cifra no representa la cantidad de personas que hoy en d¨ªa tienen la intenci¨®n de pedir asilo. El problema preocupa a Acnur. La agencia de la ONU para los refugiados valora que, en los ¨²ltimos a?os, hayan aumentado los recursos destinados a resolver los problemas de acceso, pero advierte de que el esfuerzo es ¡°insuficiente¡±. Y a?ade: ¡°Es fundamental que quienes quieran pedir asilo en Espa?a puedan ejercer ese derecho dentro de unos plazos razonables. La situaci¨®n de demoras est¨¢ dejando a muchas personas en situaci¨®n de vulnerabilidad¡±.
La vulnerabilidad a la que se refiere Acnur est¨¢ muy vinculada a la situaci¨®n de irregularidad en la que se quedan aquellos que quieren pedir asilo y no pueden. Un maliense que huye de la guerra, por ejemplo, acaba llegando en cayuco a Espa?a para vivir en un lugar seguro y, aunque su nacionalidad es una de las que tienen una tasa de reconocimiento m¨¢s alta, encontrar¨¢ m¨²ltiples obst¨¢culos ¡ªentre otros el idioma¡ª para pedir una cita y terminar su proceso. Sin poder iniciar el procedimiento, es considerado un inmigrante en situaci¨®n irregular, sin derecho a trabajar, con dificultades para el acceso a la Sanidad, seg¨²n la comunidad aut¨®noma en la que viva, y problemas para alquilar un lugar en el que vivir. Tampoco podr¨¢ abrir una cuenta bancaria ni matricularse en multitud de opciones formativas. Si tuviese m¨¢s facilidades para acceder al procedimiento, tendr¨ªa garantizados unos derechos m¨ªnimos hasta que se resolviese su solicitud y podr¨ªa, por ejemplo, trabajar a los seis meses.
Una situaci¨®n parecida es la que viven cientos de personas que han llegado en los ¨²ltimos meses a Canarias. En la manifestaci¨®n de este martes, por ejemplo, hab¨ªa muchos de los residentes del campamento militar que se ha habilitado en Alcal¨¢ de Henares para acoger a 1.700 ¡ªalgunos, menores de edad¡ª. Ninguno ha podido pedir asilo hasta ahora, algo que los deja sin opciones para abandonar un centro de acogida en el que las condiciones son ¡°dur¨ªsimas¡± seg¨²n sus testimonios. Algunos de ellos han conversado con EL PA?S para contar su situaci¨®n.
Harouna Conte, guineano de 22 a?os, ha vivido de todo a su corta edad. Con solo siete a?os, vio c¨®mo su familia era asesinada por el ej¨¦rcito durante las protestas del 27 de septiembre de 2009 en Conakri, en las que 157 personas perdieron la vida por manifestarse en contra de la junta militar que gobernaba el pa¨ªs. Tras escapar vivo de milagro, fue adoptado por otra familia que se encarg¨® de ¨¦l hasta que cumpli¨® 18 a?os. Entonces, su padre adoptivo lo ense?¨® a conducir y lo llev¨® a Marruecos para que encontrase trabajo, pero acab¨® en condiciones de semiesclavitud en una plantaci¨®n de tomates en la que permaneci¨® unos a?os. Tiene miedo de volver a su pa¨ªs, afirma, ya que conoce varios casos de persecuci¨®n de personas que, como ¨¦l, son testigos de lo sucedido en 2009. Lleg¨® a Canarias en una patera en noviembre junto a otros 54 migrantes y desde diciembre, permanece en un limbo en el CAED de Alcal¨¢ de Henares. Su objetivo: poner en pr¨¢ctica lo aprendido por su padre adoptivo y ser conductor de autobuses en Madrid.
Al ser cuestionado por la historia que lo empuj¨® a dejar su pa¨ªs, Senegal, Abdou Khadar, de 33 a?os, se da cuenta de que es un desplazado clim¨¢tico. Era pescador en Saint-Louis, al noroeste de Senegal, hasta que el avance del mar acab¨® por tragarse su casa. La poblaci¨®n local protest¨® por la situaci¨®n y demand¨® al gobierno senegal¨¦s que los trasladasen a otro lugar en el que poder vivir, pero la respuesta siempre fue la misma: represi¨®n. Por protestar, acab¨® fichado por las autoridades y escap¨® del pa¨ªs por miedo a represalias. Explica que en los ¨²ltimos a?os, la crecida del nivel del mar se hac¨ªa cada vez m¨¢s patente, pero que ese no era su ¨²nico problema. ¡°Cada vez ven¨ªan m¨¢s barcos internacionales a pescar con permiso del gobierno senegal¨¦s a cambio de dinero, pero los que lo sufr¨ªan eran las poblaciones locales, que cada vez ten¨ªan m¨¢s dif¨ªcil encontrar peces¡±. La falta de respuesta por parte de las administraciones espa?olas le tiene angustiado. Su ¨²nico objetivo es ¡°trabajar de cualquier cosa¡±. De cualquier cosa, menos una: ¡°preferir¨ªa no volver a ser pescador¡±, sentencia.
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