Linarejos recuerda a su vecino m¨¢s especial: el ciervo ¡®Carlitos¡¯ nunca volvi¨®
Una aldea de Zamora adorna sus muros y fachadas con la figura de un venado que presumiblemente fue cazado pese a la campa?a ciudadana que rog¨® a la Junta que lo protegiese


Carlitos no vive pero la lucha sigue. La silueta del ciervo se multiplica pintada entre las traseras, muros, pavimentos de hormig¨®n y fachadas de su Linarejos (Zamora, 10 habitantes), por donde sol¨ªa pasearse desde que era una cr¨ªa. Los escasos vecinos, algo m¨¢s abundantes en verano, lo han homenajeado a base de pincel, cubo y enfado. El venado, uno m¨¢s entre esas casas, muri¨® el pasado septiembre tras consentirse su caza pese a rogar Linarejos un indulto para este particular vecino. No existe confirmaci¨®n oficial de que fuese ¨¦l por parte de la Junta de Castilla y Le¨®n, competente en esa gesti¨®n cineg¨¦tica, pero todo encaja: los restos que vieron ten¨ªan marcas como las de Carlitos en una oreja y este lleva meses sin acudir al lugar, como hiciera siempre despu¨¦s de la berrea.
El cari?o de esta aldea monta?osa zamorana hacia el ciervo se aprecia en los m¨²ltiples dibujos de su silueta en cualquier soporte. Los habitantes han recurrido a fotos del animal, abundantes dadas sus frecuentes visitas al n¨²cleo a pastar o comer manzanas, para plasmarlo con esa cornamenta de 14 puntas, tan respetada en el pueblo como cotizada por los cazadores. El c¨¦rvido se encuentra inmortalizado en las traseras de las casas, en los suelos e incluso en pegatinas para los coches. Eloy Mart¨ªn, de 67 a?os, recuerda aquella ¡°denuncia an¨®nima¡± esgrimida para se?alar al cuadr¨²pedo como pieza cazable. Alg¨²n vecino, sobre quien existen firmes sospechas, alert¨® de un presunto peligro de un astado que se acercaba a Linarejos pero no interactuaba con la gente o no atacaba. ¡°?No ha venido ni vendr¨¢, lo han matado, no hay duda! No esperamos novedades en esta pol¨ªtica del silencio que tiene la Junta, no les interesa el tema¡±, lamenta Mart¨ªn sobre la nula informaci¨®n precisa aportada por el ¨¢rea de Medio Ambiente cuando les preguntan.
La movilizaci¨®n social se produjo en septiembre, cuando vieron c¨®mo agentes medioambientales de la Junta guiaban a cazadores. Entre todos frustraron dos batidas y recogieron miles de firmas virtuales para reclamar el perd¨®n sobre Carlitos. Unos disparos pocos d¨ªas despu¨¦s y la posterior ausencia del ungulado sumieron a los vecinos en la tristeza. Para ellos, la Junta tiene la excusa perfecta. Si aparec¨ªa, fenomenal; si no, como ha sido el caso, se puede alegar que ha migrado a otros lares, que se le ha complicado la vida despu¨¦s de irse de picos pardos a la berrea o que ha sufrido el ataque de un lobo. Medio Ambiente emiti¨® un comunicado tras las primeras acusaciones arguyendo que ¡°Carlitos no se encuentra en peligro este a?o y no ser¨¢ cazado¡±. La delegada auton¨®mica en Zamora, Leticia Garc¨ªa, afirm¨® poco antes que el ciervo ¡°es una especie cineg¨¦tica y en periodo de caza es susceptible de ser cazado¡± adem¨¢s de que su ¡°cornamenta considerable¡± lo convert¨ªa en ¡°un peligro para la poblaci¨®n¡±, si bien nunca constaron ataques. Garc¨ªa tambi¨¦n asegur¨® que ¡°no hab¨ªa forma¡± de asegurar la identidad del animal abatido. En cambio, Eloy Mart¨ªn y los residentes alegan que ten¨ªa unas marcas caracter¨ªsticas en las orejas y que se correspond¨ªan con los rasgos apreciados en los restos aparecidos, sin la cotizada cabeza y sus cuernos, aunque con las orejas.

Otra vecina, Pilar Devesa, una de las grandes activistas en defensa del ciervo desaparecido, resume as¨ª el proceso: ¡°Seguimos esperando¡±. ¡°Lastimosamente no ha vuelto nuestro Carlitos. Aunque en su momento trataran de desmentir que fue abatido, as¨ª fue. De hecho, es el motivo por el cual la Junta ha mantenido y mantiene un silencio riguroso cada vez que pedimos informes del estado de la investigaci¨®n de las pruebas presentadas¡±. La desafecci¨®n ha cundido en el peque?o pueblo, donde se hab¨ªan acostumbrado al reconocible venado paseando por sus calles. Incluso los turistas de la casa rural acud¨ªan teniendo en cuenta su presencia. Eloy Mart¨ªn rememora con a?oranza cuando el posteriormente lustroso ciervo ¡°era muy peque?o y jugaba con este mast¨ªn¡±, en alusi¨®n a uno de los perros de la zona. ?l es de los pocos vecinos que en lugar del cari?oso Carlitos emplea un serio Carlos, no obstante el ungulado hab¨ªa alcanzado una talla y una cornamenta sin diminutivo mediante. ¡°Aqu¨ª naci¨® y aqu¨ª muri¨®. No hay duda, Carlos era inconfundible, los restos eran indudablemente suyos¡±, expone el zamorano, triste con el desenlace de una historia que revel¨® cierta unidad en la localidad para defender al ciervo.
Este vecino fue quien en la tarde noche funesta escuch¨® los disparos mientras daba un paseo por el monte que rodea Linarejos. Se acercaba el anochecer cuando en esta ruta Mart¨ªn vislumbr¨® el coche de los celadores que acompa?an a los cazadores con permiso para abatir las piezas correspondientes. El hombre se escondi¨® y vio ¡°a tres celadores y a un cazador¡± con linternas para orientarse en la incipiente oscuridad. ¡°Dej¨¦ unas marcas, me di la vuelta con cuidado y al amanecer volv¨ª y me encontr¨¦ con los restos¡±, rememora el testigo, quien constat¨® los rasgos f¨ªsicos compartidos con Carlos y llam¨® de inmediato al Seprona de la Guardia Civil, quienes tomaron unas fotos.
La falta de informaci¨®n deja resignado a Eloy Mart¨ªn como a otros tantos residentes en Linarejos. Saben bien su debilidad frente a los aparatos de la Junta por mucho que para ellos la raz¨®n pese de su parte: ten¨ªan muy localizado al mam¨ªfero y en cuanto llevaban tres o cuatro d¨ªas sin verlo lo comentaban con el vecino. Por eso no les cabe duda de su aciago destino, toda vez ha acumulado tantos meses de ausencia, in¨¦dito ni siquiera tras la ¨¦poca de celo y los habituales desplazamientos en la especie. ¡°Era un ciervo como cientos de miles, pero este se hizo amigo nuestro y era ¨²nico en el mundo, segu¨ªa siendo un animal salvaje y ¨¦l decid¨ªa cu¨¢ndo acercarse¡±, rememora quien en tantas ocasiones lo tuviera a un palmo de distancia sin amago alguno de embestida. Hasta los cazadores de la zona rogaban su absoluci¨®n por el valor emocional. Su pecado, quiz¨¢, comerse algunas manzanas ofrecidas por los ¨¢rboles tras las tapias, conducta molesta, al igual que sus paseos, para aquel denunciante an¨®nimo: ¡°En los pueblos nos conocemos todos y esa es la gran ventaja y desventaja¡±.
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