Encerrados 22 horas al d¨ªa, la acogida de refugiados en el cuartel de Carabanchel: ¡°Era como una prisi¨®n¡±
Migraciones aloja en un terreno militar en el sur de Madrid a casi 2.000 migrantes sin apenas libertad para salir a la calle

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La puerta corredera del antiguo cuartel General Arteaga de Carabanchel, en el sur de Madrid, solo se abre de cuando en cuando para que entren y salgan las furgonetas de la Cruz Roja. La mayor¨ªa del tiempo, esa pesada puerta met¨¢lica, la ¨²nica salida al mundo exterior para unos 1.900 inmigrantes acogidos dentro de las instalaciones, permanece cerrada. Pese a que no es un centro de detenci¨®n, los residentes tienen restringida su libertad de movimiento: apenas pueden salir a la calle dos horas al d¨ªa. Y por turnos. Sima, un joven refugiado de Mal¨ª que se jug¨® la vida en el mar para alcanzar Espa?a, sinti¨® el rigor de este encierro durante meses: ¡°Era como una prisi¨®n, me sent¨ªa como si yo hubiera hecho algo malo, pero yo no he hecho nada, vine para buscarme la vida¡±. Ning¨²n otro centro para migrantes tiene estas restricciones. El Ministerio de Migraciones las justifica por ¡°cuestiones operativas y de convivencia¡±, pero no detalla por qu¨¦ este es el ¨²nico lugar en el que se aplican.
En noviembre de 2023, ante el aumento de llegadas de cayucos a las islas Canarias, el Gobierno mont¨® un centro de acogida humanitaria para inmigrantes en este cuartel, otro en Alcal¨¢ de Henares y otro m¨¢s en Cartagena (Regi¨®n de Murcia). Los terrenos militares, cedidos por el Ministerio de Defensa, sumaron casi 4.000 plazas m¨¢s a un sistema de acogida incapaz de asumir el volumen de llegadas. Antes de llegar al de Carabanchel, Sima pas¨® semanas en otro macrocentro de Tenerife, al que llevan a la mayor¨ªa de los migrantes que llegan a las islas Canarias ¡ª46.843 solo en 2024¡ª antes de ser trasladados a la Pen¨ªnsula. ?l se hab¨ªa subido a una patera en Mauritania, huyendo de la guerra en Mal¨ª, y despu¨¦s de seis d¨ªas en el mar arrib¨® a la isla canaria de El Hierro. Como ¨¦l, la mayor¨ªa de los residentes en este antiguo cuartel son refugiados de pa¨ªses en conflicto como Mal¨ª o Sud¨¢n, y son muchos tambi¨¦n los provenientes de Mauritania, Senegal, Marruecos o Argelia.
Macrocentros como este, competencia del Ministerio de Inclusi¨®n, Seguridad Social y Migraciones, ofrecen una primera atenci¨®n a los reci¨¦n llegados que no tienen redes familiares en Espa?a. Es un apoyo b¨¢sico antes de que se busquen la vida por su cuenta o, en el caso de los solicitantes de asilo, sean derivados a otros centros m¨¢s especializados. Son lugares en los que los migrantes y refugiados deber¨ªan poder entrar y salir con libertad. Est¨¢n pensados para pasar en ellos solo algunas semanas, pero terminan pasando all¨ª meses ante el colapso en el sistema de acogida.
Aunque es un centro de acogida, el de Carabanchel sigue funcionando como un cuartel. Los residentes ¡ªen su mayor¨ªa solicitantes de asilo¡ª solo pueden salir dos horas al d¨ªa. Algunos lo hacen en la franja matutina, que va de las once a la una, o desde las seis a las ocho de la tarde. Quienes salieron en la ma?ana, solo podr¨¢n volver a hacerlo en la tarde del d¨ªa siguiente. As¨ª lo han asegurado a EL PA?S cerca de una veintena de los usuarios del centro en las inmediaciones del cuartel. Seg¨²n Sima, que se march¨® por su propia voluntad en julio de 2024, durante los dos meses en los que estuvo all¨ª la situaci¨®n era peor: ten¨ªan esas dos horas pero solamente una o dos veces a la semana.
Poco antes de las 13.00, los ¨²ltimos residentes en volver se apuran por las calles contiguas al cuartel para llegar a tiempo antes de que se cierre la puerta. All¨ª los recibe un guardia de seguridad que verifica la tarjeta que lleva cada uno de ellos y les autoriza el ingreso. Durante el lapso en que pueden permanecer afuera, decenas de ellos se desperdigan por el barrio, en buena parte residencial, se compran comida en las tiendas (que deben consumir afuera porque no pueden entrar con ella al centro), se juntan en los parques, escuchan m¨²sica en sus m¨®viles, caminan, pasean. Es el ¨²nico lapso en que pueden probar algo que se parece a una vida normal, lo que no tendr¨ªa por qu¨¦ estar prohibido para ellos. Estas restricciones no se aplican en ning¨²n otro centro de acogida del pa¨ªs, seg¨²n expertos en acogida humanitaria y las dos grandes ONG que gestionan buena parte de estos centros (incluidos macrocampamentos) en Espa?a. Son lugares abiertos, casi siempre de forma ininterrumpida, con horarios para comer, que suelen cerrar por las noches. Una norma habitual es que se debe dormir en ellos y no ausentarse varios d¨ªas sin autorizaci¨®n para no perder la plaza.
En respuesta a EL PA?S, una portavoz del Ministerio de Migraciones ha atribuido la prohibici¨®n de las salidas a ¡°cuestiones operativas, de convivencia y para garantizar el buen funcionamiento, teniendo en cuenta que es un centro de gran capacidad (2.000 plazas, actualmente al 95% de ocupaci¨®n)¡±. Migraciones asegura que si los residentes tienen que ir al m¨¦dico o a hacer alg¨²n tr¨¢mite, pueden salir del centro fuera de esos horarios. Sin embargo, otros centros de gran capacidad como el de Alcal¨¢ de Henares o Las Ra¨ªces en Tenerife no tienen esa limitaci¨®n a la libertad. Preguntado por los motivos concretos, el ministerio no ha explicado por qu¨¦ el de Carabanchel s¨ª la restringe.
Dentro de las instalaciones, cuenta Sima, la disciplina impera y los 190 empleados de Cruz Roja que trabajan all¨ª cumplen m¨¢s unas labores de polic¨ªa que de trabajadores humanitarios. Cada noche pasan lista en todas las habitaciones, en las que los usuarios duermen en literas. Migraciones considera que el programa de actividades del centro es ¡°muy intenso¡±, ya que se imparten clases de espa?ol, talleres para orientar a los solicitantes de asilo; talleres ¡°de nueva realidad¡±, de ¡°fin de estancia¡±, de ¡°manejo de la incertidumbre¡±. Los residentes juegan al f¨²tbol, al baloncesto y hacen pesas. ¡°Es como una guarder¨ªa para ni?os, pero no somos ni?os, todos all¨ª somos adultos¡±, resume Sima. Excepto algunos considerados como ¡°posibles menores¡±: personas que al llegar a Canarias declararon ser mayores de edad y cuando son derivadas a la Pen¨ªnsula se sospecha que en realidad eran menores. Mientras la Fiscal¨ªa determina su edad, permanecen aqu¨ª, aunque en espacios separados, saliendo dos horas al d¨ªa.
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