Los guardianes de los tomates que s¨ª saben a tomate
Agricultores y propietarios de peque?os huertos hacen trueques con semillas parar evitar que se pierdan hortalizas de variedades que se cultivaban hace d¨¦cadas
No est¨¢ todo perdido. A¨²n hay mesas en las que no se escucha la frase ¡°estos tomates no saben a nada¡±, unas palabras tan tristes como la realidad que reflejan: un tomate ins¨ªpido y acartonado entra en la categor¨ªa de las cosas m¨¢s penosas de la vida. Y al contrario, un tomate sabroso y carnoso nos ofrece la felicidad de manera instant¨¢nea, casi m¨¢gica. Y que esos tomates y otras hortalizas que nos alegran la existencia existan a¨²n se debe a dos razones. Por un lado, a agricultores perseverantes que a?o tras a?o cultivan con simiente ¡ªhuesos, pepitas¨D obtenida de sus propios productos, lo que permite mantener vivos variedades de hace d¨¦cadas. Por otro, porque se est¨¢ extendiendo un m¨¦todo generoso para mantener vivas esas variedades antiguas, probablemente feas para lo que se estila ahora y menos productivas pero, sin duda, m¨¢s sabrosas. Es el intercambio de semillas antiguas entre hortelanos y gente que cultiva sus peque?os huertos.
Jos¨¦ Miguel Romero preside la Asociaci¨®n Hortofrut¨ªcola de las Vegas Andaluzas (Hortoan), y el pasado domingo organiz¨® un intercambio de semillas y un mercado de hortalizas aut¨®ctonas y de variedades antiguas en la plaza de la Iglesia de Nig¨¹elas, en Granada. Hace 15 a?os que empezaron esta iniciativa ¡°ante la dificultad de encontrar variedades fuera de las que las grandes empresas ponen en el mercado¡±. Romero explica en breve por qu¨¦ los tomates, patatas o pepinos eran antes, en general, m¨¢s ricos: ¡°Los agricultores seleccionaban sus semillas por el sabor¡±. Si les gustaba un tomate en concreto, dice, guardaba los de esa mata para usar sus semillas para la temporada pr¨®xima. Mal ten¨ªa que darse para que el sabor el a?o siguiente fuera peor. En cambio, dice Romero que ¡°ahora la selecci¨®n est¨¢ basada en la capacidad de producci¨®n, en la variedad que m¨¢s kilos da, en que el producto sea capaz de viajar a Holanda y, si hace falta, vuelva y aguante¡±. Por otro lado, la siembra es un negocio anual para la industria de semillas. La simiente de las variedades que se comercializan son inertes y no sirven para reproducirse, lo que s¨ª ocurre con las antiguas.
Hortoan, tirando del dicho, no solo predica sino que tambi¨¦n da trigo. Adem¨¢s de divulgar y asesorar a otras asociaciones similares que hay en Espa?a, tienen dos espacios para cultivar y mantener esas variedades antiguas, una cerca de la capital, cedida por la Diputaci¨®n de Granada, y otra en la zona norte de la provincia, en Hu¨¦scar, cedida por una fundaci¨®n.
Eduardo Roda es uno de sus fundadores y este domingo muestra en Nig¨¹elas uvas de variedades diversas salidas de una de esas fincas. Con la plaza a reventar, recuerda que el origen de la asociaci¨®n se remonta a una ensalada ¡°de tomates ricos¡± hace a?os. Intentaron comprar y llevar a casa esos tomates y, ante la dificultad, decidieron poner en marcha su proceso de recuperaci¨®n de esas variedades tan necesarias.
En el mercado de hortalizas, el per¨ªmetro de la plaza est¨¢ ocupado por los productores que venden sus productos tradicionales y ecol¨®gicos. El centro, en cambio, est¨¢ ocupado por una mesa amplia repleta de botes con semillas, disponibles para que quien quiera deje las suyas y coja las de otros. Hay mucho traj¨ªn y mucho abrir y cerrar de botes. Pedro Fuentes es un agricultor jubilado que llega desde Albolote, a media hora de all¨ª. Trae una calabaza enorme y sus semillas. Las cultiva desde hace cuatro a?os pero, preguntado por su origen, lo sit¨²a en Hu¨¦scar, al noroeste de la provincia. Cree que los antecedentes de esa calabaza se remontan a ¡°hace 50 o 60 a?os¡±, medio siglo en el que las semillas de un fruto han dado vida, en estricta l¨ªnea recta geneal¨®gica, a la siguiente. Encarni Villegas tambi¨¦n hace sus pinitos con el cultivo y ha tra¨ªdo semillas de dos tipos de melones, uno aut¨®ctono de Granada y otro de Alhama de Granada, de acelga roja y de rabanitos. El trasiego de simientes va con frecuencia acompa?ado de una descripci¨®n positiva: ¡°Este a?o han salido buen¨ªsimos¡±.
Detr¨¢s de uno de los puestos de este mercado est¨¢ Gonzalo Carmona L¨®pez, agricultor de Nig¨¹elas. Hortoan y ¨¦l obraron un peque?o milagro hace algunos a?os: resucitaron la patata copo de nieve, una variedad aut¨®ctona de Sierra Nevada y la vega que hay en sus faldas.
La historia comienza d¨¦cadas atr¨¢s. En los a?os sesenta del siglo pasado, la patata aut¨®ctona estaba muy valorada. En un momento, cuenta Carmona, Franco ¡°comenz¨® a traer barcos y barcos de patatas de Francia muy baratas y las de aqu¨ª dejaron de ser rentables¡±. A la vez, aparecieron otras variedades. Estos tub¨¦rculos, que se guardaban en la sierra en ¡°hoyos y se cubr¨ªan de paja para luego bajarlos a la vega donde se sembraban¡±, quedaron abandonados en esos agujeros. Un ¨²nico agricultor, Antonio Casares, de Nig¨¹elas ¨Ca las faldas de Sierra Nevada¨C sigui¨® cultiv¨¢ndolas a 1.200 metros de altura algunas d¨¦cadas m¨¢s, hasta que lo dej¨®. Hortoan puso tiempo despu¨¦s en marcha la operaci¨®n de rescate. Solo quedaban 15 kilos, ¡°llenos de virus y muy deformadas¡±, dice Jos¨¦ Miguel Romero.
Esta operaci¨®n ha sido costosa y a¨²n est¨¢ en su primera fase aunque Carmona ya las cultiva y vende en su puesto. Intentaron ¡°limpiarla¡± de virus ¨Dalgo que a¨²n no han conseguido del todo¨D y la intentaron cultivar en varios sitios hasta que dieron con un lugar en la costa granadina que les funcion¨®. Carmona es ahora uno de los guardianes de esta patata que, dice, ¡°es muy buena porque es muy fina y tiene mucho sabor¡±. La vista y porte, en cambio, no es una de sus caracter¨ªsticas. El siguiente paso que buscan es que alguna instituci¨®n les ayude a limpiar de virus esa variedad.
Por el mercado de la plaza de la Iglesia de Nig¨¹elas pasea tambi¨¦n Yolanda Jim¨¦nez Olivencia, profesora de la Universidad de Granada (UGR) y part¨ªcipe del proyecto europeo LifeWatch ERIC, con el que colabora Hortoan. Buscan recuperar, ¡°para conservarlas y cultivarlas¡±, semillas aut¨®ctonas de los 37 municipios que pertenecen al Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada. Pero no quieren hacer un banco de semillas al uso. ¡°Queremos que se intercambien y se cultiven. Incluso, llegado el caso, si identificamos algunas semillas antiguas con potencial comercial, intentar darles visibilidad y ponerlas en el mercado¡±, concluye Jim¨¦nez Olivencia.
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