Cautivos de la artesan¨ªa de la madera
Dos artesanos granadinos ense?an sus saberes a trav¨¦s de redes sociales y ofrecen cursos en residencia en sus talleres con un resultado: quien prueba queda atrapado
El abuelo del tatarabuelo de Esteban Jim¨¦nez ya era tallista y ebanista. Hace de eso siete generaciones. Puede trazar a familiares en el oficio de esculpir madera hasta all¨¢ por el 1798. Siempre en Baza (Granada). A 120 kil¨®metros de all¨ª, en el pueblo de Mecina Bombar¨®n, en la Alpujarra granadina, Sergio Valverde Castillo construye guitarras desde hace menos de una d¨¦cada. Hasta entonces se hab¨ªa dedicado a la ebanister¨ªa, pero un d¨ªa dej¨® los muebles para hacer guitarras y laudes. Para convertirse en luthier, en definitiva. Dos maestros artesanos con muchas cosas en com¨²n. La primera, el trabajo manual de ambos con las mejores maderas. La segunda, que los dos son poseedores de saberes y habilidades ¨²nicas, casi perdidas. Y la tercera, por finalizar un listado que podr¨ªa continuar, que ambos han decidido ense?ar esos saberes a quien quiera aprenderlos. Para ello han tomado dos decisiones: mostrar su trabajo y sus conocimientos a trav¨¦s de las redes sociales y abrir sus talleres a todo aquel que desee pasar un tiempo con ellos para aprender el oficio. Son estancias en residencia que, en el caso de Jim¨¦nez ocupan una semana o lo que pueda el visitante, y en el Valverde, un mes. Y a juzgar por lo que cuentan los que han participado en ellas, son convivencias que cambian la vida porque, dicen, el trabajo con la madera te atrapa para siempre.
Carlos Casellas de Castro naci¨® en Palma de Mallorca, donde vive, hace 48 a?os. Electr¨®nico de formaci¨®n, toda su vida ha trabajado como t¨¦cnico de instalaciones y mantenimiento de ascensores. Amante de la guitarra y el flamenco desde peque?o, cuenta que hace ya 20 a?os que intent¨® aprender a construir guitarras. El ¨²nico guitarrero de Palma le dijo entonces, ¡°muy amablemente¡± apostilla, que ¨¦l no pod¨ªa ense?arle. Nunca dej¨® de darle vueltas a la idea y en 2022 volvi¨® a buscar un taller para que le ense?aran. Pregunt¨® en varios. ¡°Todos me echaron a los brazos de Sergio Valverde¡±, se?ala. All¨¢, en Mecina Bombar¨®n, el pueblo en plena sierra alpujarre?a desde el que en los d¨ªas claros se puede ver el Mediterr¨¢neo, Valverde acoge a aprendices de su oficio en abril y octubre. Dos en cada tanda. Su primer alumno lleg¨® en 2018, recuerda. ¡°Vino de Sevilla y a ¨¦l le han seguido, exceptuando el tiempo de la pandemia, media docena m¨¢s. No solo espa?oles, sino gente de Chile o Pa¨ªses Bajos por ejemplo. El pr¨®ximo llegar¨¢ dentro de un mes desde Corea¡±, explica Valverde. El resultado de los cursos, el de guitarra o el de talla art¨ªstica, no es solo lo aprendido. Cada alumno se vuelve a casa con la obra producida. Escudos, grecas o lazos en el caso de los aprendices de Jim¨¦nez, una guitarra en el de los de Valverde. Ninguno de los dos ofrece alojamiento, pero, comentan, en las dos localidades hay lugares de sobra y a buen precio para residir.
La manera de llegar a cualquier esquina del planeta no es otra que las redes sociales. Youtube, Facebook o Instagram son plataformas de difusi¨®n perfectas. Tanto Valverde como Jim¨¦nez se han dado a conocer por esos canales. Ambos muestran ah¨ª porciones de su trabajo en el taller que fascinan a sus seguidores. Se ve el mimo con el que Valverde construye sus instrumentos a ritmo pausado y c¨®mo evolucionan sus aprendices. Y tambi¨¦n c¨®mo Jim¨¦nez talla con parsimonia y conocimiento sus maderas all¨¢ en Baza. Su ¨¦xito es casi m¨¢gico: su canal de Youtube tiene ya m¨¢s de 15 millones de visualizaciones y 100.000 seguidores. Jim¨¦nez est¨¢ creando en su canal una enciclopedia visual del tallado art¨ªstico con m¨¢s de 70 lecciones, muchas de ellas de m¨¢s de una hora de duraci¨®n. Que sus videos gustan y que la audiencia le quiere se puede ejemplificar en un comentario que H¨¦ctor Manuel Ponce ha dejado en su Facebook desde Moreno (Argentina): ¡°Estoy mirando tu trabajo en la lecci¨®n 67 y no puedo m¨¢s que decirte: sos el Messi del tallado¡±.
Desde Chile, Colombia, M¨¦xico o Pa¨ªses Bajos
No es f¨¢cil dejar la rutina y abandonarlo todo para irse una semana a Baza o un mes a Mecina Bombar¨®n para aprender a trabajar la madera. Pero algo tiene que tener el asunto cuando la gente hace esfuerzos extraordinarios. A Carlos Casellas le quedaban solo 15 d¨ªas de vacaciones disponibles el a?o pasado, cuando dio con la opci¨®n de aprender a construir guitarras en la Alpujarra. ¡°Llevaba 20 a?os esperando. No pod¨ªa aguantar m¨¢s, as¨ª que ped¨ª 15 d¨ªas m¨¢s a cuenta de este 2023 y lo organic¨¦ todo para irme. Ten¨ªa que hacerlo ya¡±. D¨ªas despu¨¦s, se mont¨® en su moto ¡°como si fuera a cruzar ?frica entera¡±, dice, y se plant¨® en Granada. ¡°Sergio me atendi¨®. Bueno, en realidad me acogi¨®¡±, recuerda, y a?ade. ¡°La estancia, all¨ª, por otro lado, no es un recreo¡±. ¡°Son ocho horas de trabajo al d¨ªa y, si vamos un poco retrasados, recuperamos los s¨¢bados por la ma?ana¡±, explica su maestro. Para Carlos, que coincidi¨® con un neerland¨¦s en el curso ¡ªValverde admite dos aprendices a la vez¡ª la experiencia fue ¡°intensa, porque son jornadas de sol a sol¡±, comenta mientras insiste en enviar una foto de su magn¨ªfica guitarra ya terminada. El mallorqu¨ªn es ahora un prisionero de la madera: ha dedicado una de las habitaciones de la casa a un taller que est¨¢ organizando poco a poco.
Otro cautivo de la madera es Joaqu¨ªn Escobar Rold¨¢n, aquel sevillano que Valverde mencionaba como el primer alumno. De 44 a?os y funcionario de profesi¨®n, hace ya cinco que pas¨® por Mecina Bombar¨®n. Le gustaba la artesan¨ªa, la pintura y los trabajos artesanos, pero ¡°nunca hab¨ªa cogido un form¨®n en mi vida¡±, admite. El entusiasmo de Escobar recordando aquel periodo es evidente. ¡°Uno de los cap¨ªtulos m¨¢s bonitos del libro de mi vida¡±, narra emocionado. Y sigue: ¡°Nada m¨¢s ver a Sergio en la puerta, sab¨ªa que aquello iba a salir bien. Luego, en el taller, te quedas embriagado por los olores del cedro, del palosanto o ese aroma mentolado del cipr¨¦s¡±, concluye. Y atrapado por esta artesan¨ªa desde entonces, Joaqu¨ªn hizo obras en su patio para montar un taller de cuatro metros cuadrados. ¡°Ahora estoy detr¨¢s de encontrar un sitio m¨¢s grande¡±, indica. En ese peque?o reducto, quien jam¨¢s hab¨ªa cogido un form¨®n en su vida, ha fabricado ya 10 guitarras, que todav¨ªa no vede. ¡°Porque a¨²n no dan el sonido que busco¡±, argumenta. Y todo, gracias a Valverde, a quien describe como ¡°un cirujano de la madera, un hombre que desaf¨ªa las d¨¦cimas del mil¨ªmetro mientras trabaja¡±.
Algo tiene el trabajo artesano sobre la madera que engancha. All¨¢ en Baza, Jim¨¦nez tambi¨¦n ha tenido aprendices de todo origen. Un monje de Israel, el componente de una filarm¨®nica, un juez del Tribunal Supremo, un dentista de Colombia o un oftalm¨®logo de 63 a?os como Alfonso Parra. El caso de Parra es especial porque no acude desde lejos. Vive en Baza y se acerca por el taller de Jim¨¦nez. ¡°Por las ma?anas si no tengo urgencias o cuando puedo. All¨ª siempre tengo un banco de trabajo disponible¡±, comenta. ¡°Y all¨ª hablamos y tallamos¡±. Parra no cesa en las alabanzas a Jim¨¦nez. ¡°Es cari?oso y muy buen dibujante. Ves c¨®mo se desenvuelve y lo que hace y es una maravilla¡±.
Desde Cantabria, David Rebollo Catal¨¢n atiende a este diario saliendo unos minutos del taller de madera donde recibe clases. Pero en el origen est¨¢ el taller de Jim¨¦nez en Baza. Sevillano de nacimiento, ha vivido 20 a?os en M¨¦xico, donde era profesional del ¨¢mbito financiero. Rebollo dice que segu¨ªa los cursos online de Jim¨¦nez desde hac¨ªa a?os. ¡°Cuando me enter¨¦ de que iba a dar clases, no dud¨¦ en apuntarme¡±. Pas¨® una semana y si por ¨¦l hubiera sido, se hubiera quedado de aprendiz con ¨¦l. ¡°Sin duda, aprend¨ª mucho porque aunque antes hab¨ªa tallado algo a lo bruto, Esteban me ense?¨® mucha t¨¦cnica¡±, dice. La experiencia, que comparti¨® con otro alumno gallego, fue ¡°magn¨ªfica¡±. De entonces recuerda tambi¨¦n ¡°la hospitalidad de la gente y, por supuesto, la cerveza en el bar de abajo¡±, concluye. Tambi¨¦n Rebollo, emocionado con su nueva vertiente como tallista y ebanista, env¨ªa foto de un magn¨ªfico arc¨®n tallado por ¨¦l. En una ¨¦poca supertecnologizada, el deseo de fabricar con las manos y de producir desde la nada vuelve a tener sentido despu¨¦s de a?os de olvido de los saberes artesanos y manuales. Por eso, Jim¨¦nez ya tiene las obras comenzadas para crear su Escuela de Talla. La artesan¨ªa gana y Baza gana porque quien lo prueba, dicen, se queda para siempre ah¨ª.
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