Hallan en una vivienda de Salou a una pareja de ancianos que llevaban meses muertos
Apenas se trataban con los vecinos, que solo sospecharon por las bocanadas de hedor que sal¨ªan del apartamento
En una estrecha calle cerca del campo de f¨²tbol de Salou viv¨ªan Paco y Lourdes. ?l ten¨ªa 76 a?os, cinco menos contaba la mujer. Sus vecinos hac¨ªa tiempo que no se los encontraban dando el habitual paseo por el barrio y, ni siquiera, los ve¨ªan asomarse por la terraza que hay en la entrada de su apartamento. Este jueves por la tarde los bomberos entraron a la fuerza en la vivienda y hallaron dos cad¨¢veres en avanzado estado de descomposici¨®n. Llevaban meses muertos pero nadie hab¨ªa alertado de que les echaba en falta. Solo las bocanadas de hedor que sal¨ªan del apartamento motivaron una llamada de los vecinos al ayuntamiento.
Pablo y su mujer, Ana, viven en Ir¨²n y veranean en Salou desde hace m¨¢s de 30 a?os. Su terraza est¨¢ pegada a la de Paco y Lourdes. La cercan¨ªa que ahora les embota la nariz de un intenso y desagradable olor, jam¨¢s propici¨® una relaci¨®n vecinal fluida. Apenas intercambiaban un saludo formal si coincid¨ªan en la escalera. ¡°Eran muy ermita?os, muy suyos¡±, dicen. Se ve¨ªan de a?o en a?o y jam¨¢s mantuvieron con ellos una llamada telef¨®nica. Paco y Lourdes eran los ¨²nicos inquilinos del bloque de apartamentos que viv¨ªan ah¨ª todo el a?o pero ning¨²n vecino los llamaba, ni siquiera para conocer qu¨¦ da?os hab¨ªa provocado en la finca una tormenta o para tratar otros asuntos relacionados con la comunidad. ¡°Es que no ten¨ªan telef¨®no¡±, cuenta Maite, hermana de Ana, que veranea en la planta baja del mismo edificio.
Ese aislamiento, ya fuera resignado o voluntario, se apunta como la causa de que nadie durante meses echara en falta al matrimonio. A la vuelta de la esquina del apartamento hay una panader¨ªa. ¡°Los conoc¨ªa de verlos andar por la calle, pero aqu¨ª no ven¨ªan a comprar y no les ve¨ªa relacionarse con nadie¡±, cuenta la tendera. Paco hab¨ªa trabajado de barrendero y, desde que se jubil¨®, paseaba con su mujer por las mismas calles que antes se hab¨ªa pateado escoba en mano. Hace unos meses Lourdes sufri¨® una lesi¨®n de cadera y los paseos del matrimonio ¡ªse les ve¨ªa frecuentar la ruta hasta la antigua estaci¨®n de tren¡ª quedaron interrumpidos.
Eva, una vecina de Lleida que tiene un balc¨®n justo enfrente de donde hallaron al matrimonio fallecido, cuenta: ¡°A ¨¦l lo vi una o dos semanas antes de que declarasen el estado de alarma¡±. Recuerda bien la fecha del 14 de marzo porque fue el d¨ªa que firm¨® la escritura del apartamento. Antes de formalizar la compra viaj¨® desde Lleida a Salou para dar el ¨²ltimo vistazo a la vivienda y disipar dudas. ¡°Lo recuerdo como un se?or delgado que estuvo todo el d¨ªa entrando y saliendo, habl¨¦ un poco con ¨¦l, pero yo no vi a ninguna se?ora, pensaba que viv¨ªa solo¡±, dice Eva.
La autopsia deber¨¢ esclarecer las causas de la muerte pero, de entrada, los Mossos no apreciaron indicios evidentes de criminalidad. Todas las ventanas de la casa estaban cerradas, incluso estaba echada la reja met¨¢lica que protege la puerta principal. Los bomberos tuvieron que entrar por una ventana trasera. Dentro, ni rastro de animales dom¨¦sticos. Hab¨ªan tenido perros y gatos, recuerdan los vecinos, pero ya no.
Hasta el descubrimiento, este jueves, de los dos cad¨¢veres, las vaharadas de olor pestilente eran ocasionales, pero tras sacar a los dos cuerpos e inspeccionar la vivienda, la polic¨ªa dej¨® las ventanas abiertas. ¡°He llamado al Ayuntamiento para preguntar si se van a hacer cargo de desinfectar y limpiar¡±, cuenta con pocas esperanzas Patricia. Ella, hija de Pablo y Ana, realiz¨® la llamada que posibilit¨® descubrir las dos muertes. La extra?eza por no tener noticia de la pareja de ancianos y las, entonces ocasionales, r¨¢fagas de olor desagradable, la impulsaron a llamar. ¡°Contact¨¦ con los servicios sociales, porque pens¨¦ que tal vez podr¨ªan estar en una residencia¡±, dice. Desde que se realiz¨® la llamada hasta la llegada de los bomberos apenas pas¨® el rato de preparar la comida y sentarse a la mesa. Los hechos se precipitaron.
¡°Nos vamos ya para casa, esto no se puede aguantar¡±, manifiesta Pablo. La familia ha acortado m¨¢s de una semana sus vacaciones en Salou por las inconveniencias olfativas que sufre. ¡°No podemos ni salir a la terraza, y este a?o ya nos hemos pasado bastante tiempo encerrados¡±, cuenta. Alude al confinamiento, el encierro dom¨¦stico del que Lourdes y Paco jam¨¢s salieron.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.