Diez d¨ªas encerrado... para luego casarse
Esta es la historia de un catal¨¢n que pas¨® la cuarentena en un hotel de Oslo. ¡°Daba muchos paseos. No tuve sensaci¨®n de agobio. Pas¨® r¨¢pido¡±
¡±?Anaaaaaaaaaa, a¨²n no!!! A las 11.45 ya ser¨¦ como t¨²!¡±. Fin del mensaje de WhatsApp.
Casarse es muy dif¨ªcil en tiempos de coronavirus. Pero hay gente que no tira la toalla. Una ma?ana de principios de diciembre, Nacho, de 46 a?os, escribe la frase entre m¨²ltiples admiraciones desde su m¨®vil. Es un hombre libre. De momento. Le faltan solo tres horas para recorrer los 36,7 kil¨®metros que van desde su hotel en cuarentena hasta el Ayuntamiento de Oslo. Hace fr¨ªo. Y est¨¢ solo. Su familia se qued¨® en Barcelona. Se enfunda el traje azul marino en sus casi dos metros de altura, la camisa blanca, la corbata a rayas y sus zapatos de cordones. Todo planchado desde Barcelona. El traje ha tenido que esperar 10 d¨ªas en el armario, 10 d¨ªas encerrado en un hotel en cuarentena. Solo en el contexto en el que vivimos, acechados por el virus y con el miedo de qu¨¦ pasar¨¢, se entiende que alguien pueda vivir encerrado en una habitaci¨®n de hotel para luego poder casarse.
El 91,3% de las parejas en Espa?a opt¨® por posponer su boda y solo un 8,7% la cancel¨®, seg¨²n una encuesta realizada por el portal de Bodas.net. Nacho pospuso la fiesta, pero decidi¨® poner los papeles en regla. ¡°Ten¨ªamos la cita en junio, pero a causa del coronavirus se anul¨®. Cerr¨® el Ayuntamiento. Y cogimos nueva cita para el 4 de diciembre. Los papeles que present¨¦ como espa?ol son v¨¢lidos cuatros meses. Si no, era necesario hacer todo el proceso de nuevo en Barcelona. Y tomamos la decisi¨®n. Decidimos casarnos y no esperar m¨¢s¡±.
El viaje hacia el altar empez¨® con la primera PCR. A la molestia del palo por la nariz se le sumaron 100 euros, m¨¢s 30 para tener el resultado de forma inmediata. M¨¢s inconvenientes: pocos aviones volando en ¨¦poca de pandemia y, adem¨¢s, hasta arriba de gente. Escala en ?msterdam para emprender luego el rumbo a Noruega.
¡°Llegu¨¦ a Oslo, pas¨¦ el control de pasaportes y con un autob¨²s nos escoltaron hasta el hotel cuarentena. Al no ser propietario de un piso o alguna propiedad en Noruega, directos al hotel durante 10 d¨ªas. El Gobierno ten¨ªa preparados dos hoteles para los viajeros. Cuando llegas haces un check in y te cuentan las normas: puedes salir las veces que quieras a la calle y todo el tiempo que quieras, pero no coger el transporte p¨²blico ni ir a tiendas. Existe un registro de cada hu¨¦sped para tener controladas las salidas y los tiempos en el exterior. De hecho, est¨¢s en el aeropuerto y alrededor solo hay bosques. Las tres comidas est¨¢n incluidas. No te limpian la habitaci¨®n en ning¨²n momento, pero si necesitas s¨¢banas o toallas extras te las dan. Las comidas se entregan en una bandeja frente a la puerta de la habitaci¨®n¡±.
Durante esos 10 d¨ªas, todo lo que pas¨® en la vida de Nacho pas¨® en esa habitaci¨®n. Eso s¨ª, sali¨® a pasear cada d¨ªa y camin¨® mucho. Pero no se relacion¨® con nadie. S¨ª lo hicieron otros hu¨¦spedes con la excusa del tabaco. ¡°Fui a la m¨ªa¡±, resumen el catal¨¢n. ¡°Y la verdad es que no tuve sensaci¨®n de agobio. Me sorprendi¨® lo r¨¢pido que pas¨®¡±.
En momentos as¨ª la comida es importante. De hecho, la comida es siempre importante. El desayuno era siempre igual: una pieza de fruta, un bocadillo de queso (eso no fall¨® nunca), una barrita energ¨¦tica, un zumo de naranja y un yogur. Al llegar el mediod¨ªa la cosa empeoraba: bocadillo de roast beef o de pollo. ¡°La cena era caliente y estaba muy buena. Como soy adicto a la cocacola, decid¨ª bajar a comprarla en la recepci¨®n. Durante tres d¨ªas ped¨ª la bebida, pero por cada cocacola me cargaron 55 coronas, que son casi seis euros. Dej¨¦ de tomarla. Otro d¨ªa anul¨¦ mi cena y ped¨ª por internet una pizza: ese fue el mejor momento de la semana¡±.
Solo en el contexto en el que vivimos, acechados por el virus y con el miedo de qu¨¦ pasar¨¢, se entiende que alguien pueda vivir encerrado en una habitaci¨®n de hotel para luego poder casarse
Los hoteles cuarentena han sido motivo de pol¨¦mica en Noruega, como algunas de las medidas que han tomado los pa¨ªses europeos para atajar la propagaci¨®n de la covid-19. El coste de las 10 noches de Nacho en el hotel fue de 5.000 coronas, unos 500 euros. El cliente paga un tercio de lo que el hotel recibe, los otros dos tercios los abona el Gobierno. La realidad es que los hoteles cuarentena se han convertido en hogares temporales de muchos ciudadanos porque el Gobierno decidi¨® que todo aquel que no era propietario de una vivienda en Noruega deb¨ªa someterse a la vigilancia epidemiol¨®gica. No val¨ªa contar con el alquiler de un piso o demostrar que ibas a ver a alg¨²n familiar. En estos d¨ªas previos a la Navidad se ha incrementado la llegada de viajeros, los dos hoteles est¨¢n llenos y se ha tenido que aumentar el n¨²mero de alojamientos a disposici¨®n del Gobierno.
A Nacho no se le pas¨® por la cabeza escapar. Ni siquiera para ver unos minutos a su pareja, su futuro marido. ¡°Durante mi estancia, al parecer, hubo tres personas que dejaron el hotel y cogieron el transporte p¨²blico para irse a Oslo. Alguien avis¨® a la polic¨ªa. Los agentes les esperaron en la estaci¨®n central de Oslo y les impusieron una multa de 20.000 coronas a cada uno, que son 2.000 euros. Y se pagan¡±. Durante esos d¨ªas se entreg¨® al trabajo a trav¨¦s del port¨¢til y a Netflix. Y, por supuesto, a hablar por tel¨¦fono.
¡±?Anaaaaa, ya estoy de vuelta! Qu¨¦ fuerte, NO han pedido a nadie del avi¨®n la PCR ayer a nuestra llegada¡±. Es el mensaje de Nacho tras aterrizar en el aeropuerto de Barcelona. Casado. Sin anillo. Con las ideas claras: en verano la fiesta nupcial ser¨¢ tremenda.
PD. Nacho se cas¨® con Axel en el Ayuntamiento de Oslo y a la salida lo esperaron los amigos y familia noruega. S¨ª hubo pastel, de chocolate, como le gusta a Nacho.
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