La visibilidad del redactor de mesa
A los periodistas como Robert ?lvarez, que siempre se han desvivido por los dem¨¢s, les faltaba tiempo para disfrutar de s¨ª mismos y de su temario
![Robert Alvarez](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/AGJ5Q5OYWULTS7X7O4BVK355XE.jpg?auth=decc86006842c814381bc8958f0776548000276adc7f4208007b3c83526d7af1&width=414)
Ya no puedo m¨¢s con el interfono y menos con el tel¨¦fono, habilitado para las llamadas de quienes todav¨ªa funcionan sin m¨®vil, despu¨¦s de ser derrotado por el taladro, todos confabulados para alterar la lectura atenta que exige el libro F¨²tbol i negoci, el cam¨ª de la gespa al monopoli (Publicacions de l¡¯Abadia de Montserrat), de Marc Mench¨¦n. La cartera y distintos mensajeros pulsan el timbre cada ma?ana para entregar alg¨²n paquete, o simplemente porque saben que siempre estoy dispuesto para abrir la puerta, y se repiten las llamadas de operadores y an¨®nimos a la l¨ªnea fija al tiempo que no paran las obras en distintos pisos del edificio desde la expansi¨®n de la covid-19.
Un amigo que se dedica al negocio inmobiliario me advierte de que con la pandemia aumentaron las reformas en Barcelona. Hay quien se siente prisionero del despacho y necesita ganar metros a la habitaci¨®n de matrimonio, tambi¨¦n se cuentan aquellos que pretenden ampliar la sala y comprar una televisi¨®n m¨¢s grande para visionar mejor sus series preferidas y son muchos los que necesitan tirar paredes que funcionan como barrotes de una c¨¢rcel, demasiado familiarizados con un lugar de reclusi¨®n, deseosos de un cambio de aires para vencer la irritabilidad que ha generado el virus desde marzo de 2020.
Yo necesito huir porque apenas tengo terraza, me encanta pisar la calle y pocas cosas me apetecen m¨¢s que regresar a la redacci¨®n de la calle Caspe, m¨¢s familiar que la de Consejo de Ciento y naturalmente menos entra?able que la de la Zona Franca. Hubo un tiempo en que el peri¨®dico era la expresi¨®n de un trabajo colectivo en cadena que implicaba a periodistas, administrativos, impresores y distribuidores, cuando el modelo de producci¨®n, de negocio y de consumo iban en la misma direcci¨®n y la gente no iba a la redacci¨®n sino al diario, un punto de encuentro para cuantos sent¨ªamos entonces que pertenec¨ªamos a El Pa¨ªs de la Zona Franca.
Aunque los espacios comunes pierden terreno continuamente por el culto al individualismo y el teletrabajo se impone a la presencialidad, la raz¨®n social de algunos veteranos sigue siendo la mesa de redacci¨®n y la secci¨®n, de manera que contin¨²an llegando libros y cartas ¡ªtambi¨¦n alg¨²n que otro obsequio¡ª a tu nombre en Caspe 6. Tengo la fortuna de que son muchos los que se acuerdan de m¨ª, tambi¨¦n un lector que me reprocha de forma muy educada y con letra caligr¨¢fica mis desajustes con la preposici¨®n ¡°de¡± y la conjunci¨®n ¡°que¡± y me insta a corregirme con un ¡°haga el favor, se?or Besa¡±.
A diferencia de las redes sociales, un espacio en que las buenas palabras se mezclan con los peores insultos, las quejas por escrito de los suscriptores acostumbran a ser razonables, al menos en el caso del disgustado remitente de Zaragoza. La carta me evoca aquellos tiempos en que no solo ten¨ªamos que sacar noticias, sino que cuando se publicaban no pod¨ªan tener faltas de ortograf¨ªa ni errores de sintaxis despu¨¦s de pasar por los editores que correg¨ªan los textos y tambi¨¦n cortaban los ataques de importancia de los cronistas, especialmente los de deportes, que siempre dan mucho juego, sobre todo si compite el Bar?a.
Muchos de los servicios imprescindibles para el acabado de los diarios han desaparecido, se han externalizado o han pasado a ser responsabilidad de la secci¨®n cuando no del corrector autom¨¢tico
Muchos de los servicios imprescindibles para el acabado de los diarios han desaparecido, se han externalizado o han pasado a ser responsabilidad de la secci¨®n cuando no de la autogesti¨®n y del corrector autom¨¢tico, un riesgo para quienes todav¨ªa creen que un periodista no puede cometer errores y ser inteligible con independencia de si trabaja en La Vanguardia, el Peri¨®dico, el Ara o El Pa¨ªs. La figura del editor daba seguridad y confianza al tiempo que te obligaba a mejorar, a no reincidir en el fallo para no ser recriminado, salvo que el interlocutor fuera Robert ?lvarez ?lvarez, el ¨¢ngel de la guarda de la secci¨®n de Deportes de Barcelona.
Robert prefiere escuchar a hablar, dif¨ªcilmente se distrae, nunca se levanta de su silla y es tan sufrido como riguroso, un seguro de vida para los reporteros que no paran quietos y sueltan los textos sin cuadrar; para los estudiantes de pr¨¢cticas que quieren aprender y para los que necesitan desaprender; y para los jefes que van y vienen, pasean con las visitas o se van de tertulia, se ausentan con cualquier excusa para acabar en el Camp Nou. Todos los art¨ªculos salen mejorados despu¨¦s de pasar por sus manos, igual de respetuoso con el libro de estilo del peri¨®dico que con el del autor, incluso con los colaboradores ilustres.
No deja pasar una, como corresponde al redactor de mesa por excelencia, y las p¨¢ginas fluyen, cuadran con y sin publicidad como demanda la empresa, salen sin tacha y se cierran a la hora para suerte de la secci¨®n y del diario por la misma raz¨®n que la web funciona como un reloj si depende de Robert. Aunque de porte austero, es muy generoso con sus compa?eros, un certificado de garant¨ªa y el mejor ant¨ªdoto ante la grandilocuencia deportiva por su car¨¢cter esc¨¦ptico y descre¨ªdo, incluso en las disciplinas que son de su competencia: el baloncesto, la NBA, los deportes ol¨ªmpicos y aquellos que no son de nadie y a veces exigen un trato informativo; nada se le escapa ni es imposible para Robert.
Quiz¨¢ porque se ha desvivido por los dem¨¢s, le faltaba tiempo para disfrutar de s¨ª mismo y de su temario, hasta que lleg¨® la pandemia y ha despegado con sus reportajes y entrevistas sobre la serie de Michael Jordan, la resurrecci¨®n de Charles Thomas, las pioneras del deporte y m¨²ltiples historias reveladoras para quienes vivimos de la competici¨®n y, por tanto, de la previa, del partido y de la resaca de la Liga y la Champions. Robert sac¨® su agenda de contactos y su capacidad enciclop¨¦dica para ofrecer una lecci¨®n de periodismo, aplaudido por sus compa?eros, que hemos pasado de quererle a admirarle, ¨ªdolo de El Pa¨ªs.
Seguro que en las distintas secciones de cada diario existe un Robert, profesionales solidarios en los buenos tiempos y figuras a la fuerza por el cierre de las redacciones a causa de la covid-19
Aunque para nosotros es incomparable, c¨®mplice incluso de los fot¨®grafos para los que posa de manera inconsciente, compa?ero de viaje profesional de toda mi vida, seguro que en las distintas secciones de cada diario existe un Robert, profesionales solidarios en los buenos tiempos y figuras a la fuerza por el cierre de las redacciones a causa de la covid-19. Juan Morenilla es nuestro Robert en Madrid. La suya es una mesa ordenada y sobria, sin concesiones, y que contrasta con las de Jacinto Ant¨®n y Carles Geli, aparatosas y desbordadas por los libros, un caos que tiene su l¨®gica si atendemos a su excelente y prol¨ªfica producci¨®n period¨ªstica y pertenencia a la secci¨®n de Cultura, rematada por Jos¨¦ ?ngel Monta?¨¦s, autor de El ni?o secreto de los Dal¨ª (Roca Editorial). Yo tambi¨¦n he tenido suerte y recib¨ª libros como El dia que vaig marxar (Univers Llibres), de Albert Om.
Admiro a Albert porque fue capaz precisamente de irse, de Taradell y despu¨¦s de Barcelona, para alcanzar primero Londres y m¨¢s tarde Par¨ªs, y no quedarse a mitad de camino como yo, siempre tan muerto de miedo que necesito de la compa?¨ªa de la redacci¨®n, cuyo ruido es tan absorbente como insoportable resulta el de mi casa; imposible concentrarse con el taladro, el tel¨¦fono, el interfono y las obras. Igual ma?ana me da por llamar tambi¨¦n a los alba?iles mientras voy de camino a Caspe 6.
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Sobre la firma
![Ramon Besa](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F042b42c5-ca63-411a-883d-cb74d8d0d911.jpg?auth=3ea973647cbe92600acf20aba2329a6d83143025ecc0001b5b83e4d6be68bb1e&width=100&height=100&smart=true)
M¨¢s informaci¨®n
![Johan Cruyff, fotografiado en la fundaci¨®n que lleva su nombre en Barcelona.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5BBVQWXDVUS3ADILMLP5JGPYW4.jpg?auth=5e5169c716f72d2e0a54d6c7f4dee723e34db20b1ec78d0beaffd72af2083ff6&width=414&height=311&smart=true)
Johan Cruyff, el inmortal
![Alfred Romagosa, 'maitre' del restaurante Fermi Puig, en Barcelona.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/J7H2KELKUJBUJV2QALAZN4LERY.jpg?auth=b201723b4d1fa57dd83ed889b25af8e163a3e6213690974ba81d4017ed559b54&width=414&height=311&focal=2417.5%2C307.5)