Poes¨ªa catalana 2020: femenina, sin miedo y contra el algoritmo
Cuatro de cada 10 libros de versos en catal¨¢n aparecidos en plena pandemia fueron de mujeres, seg¨²n constata la ensayista Ingrid Guardiola en el anuario de los Jocs Florals de Barcelona
La cuesti¨®n quiz¨¢ no sea tanto si los poetas enmudecen como si a¨²n se tiene un o¨ªdo suficientemente fino como para escuchar. Sobre esa premisa reflexionaba el fil¨®sofo Hans-Georg Gadamer. Y, en tiempos m¨¢s ruidosos y de confinamientos, lo recalca ahora la ensayista Ingrid Guardiola, que s¨ª parece ser que lo tiene, a menos a tenor de su balance (ella lo llama ¡°balanceo¡±) de la producci¨®n po¨¦tica catalana en 2020 que ha realizado para el anuario de los Jocs Florals que convoca el Ayuntamiento de Barcelona.
La autora de L¡¯ull i la navalla o del elogiado Fils (la correspondencia fruto de la reclusi¨®n pand¨¦mica con la tambi¨¦n ensayista Marta Segarra), tuvo una juventud po¨¦tica: con 14 a?os ganaba los Jocs Florals de Girona, meritorio porque en su casa s¨®lo hab¨ªa un libro de versos, las obras completas de Federico Garc¨ªa Lorca, del que memorizaba versos que recitaba por Navidad con apenas siete a?os. M¨¢s tarde, apenas escribi¨® algunas composiciones ¡°para las bodas de las t¨ªas y todos lloraban de alegr¨ªa¡±, confiesa. Luego, silencio po¨¦tico, al menos p¨²blico.
Pero el o¨ªdo queda, y el adjetivo, tambi¨¦n, como denota el an¨¢lisis que ha realizado al cerca de un centenar de poemarios aparecidos en catal¨¢n a lo largo del a?o pasado. Una cifra muy pareja a los 109 originales que se presentaron a los Jocs Florals, r¨¦cord de participaci¨®n del que licu¨® una Flor Natural (dotada con 9.000 euros) que obtuvo Manuel Oll¨¦, con Un grapat de pedres d¡¯aigua, 65 poemas bajo el formato japon¨¦s del haibun (prosas breves seguidas de un haiku). Unas composiciones que parten de ¡°invitar a reconocer qui¨¦n y qu¨¦ en medio de este infierno no son infierno¡±, record¨® Oll¨¦, parafraseando a Italo Calvino, al recoger la tarde del lunes 10 de mayo el galard¨®n en el Sal¨® de Cent del Consistorio, al son del himno del rey Joan I.
Destaca Guardiola que buena parte de la producci¨®n po¨¦tica catalana de 2020 fue escrita ¡°desde la intemperie de casa¡±, en un confinamiento que ¡°nos ha hecho coincidir con un yo estancado, acogotado por la hipernormativizaci¨®n¡±. Y recurre al Jordi Sol¨¦ de Oficis de pand¨¨mia i altres poemes, que desgrana los peque?os cambios a que forz¨® el covid-19: ¡°(¡) Ara som ¡®voyeurs¡¯ de la pluja / (¡) estalviadors de somnis / (¡) lectors d¡¯skype i escorrialles / (¡) guitarristes escalivant guitarres / (¡) resid¨¨ncies d¡¯avis de dol¡¡±.
Es mucha poes¨ªa. Y de mujer: casi un 40% de las obras en verso publicadas en Catalu?a corresponden a f¨¦minas, casi una cuarta parte respaldadas por un galard¨®n, como el caso de la codirectora del Festival Barcelona Poes¨ªa, Mireia Calafell (Nosaltres, qui; premio Mallorca), que con citas de Judith Butler, Marina Garc¨¦s o Fina Birul¨¦s muestra la voluntad de rehacer o crear genealog¨ªas femeninas en bastantes propuestas en un a?o en que, ¡°si bien ha encerrado muchas mujeres con sus verdugos, tambi¨¦n ha sacado muchas mujeres de la sombra del miedo, de la violencia¡±.
Son mujeres muy j¨®venes las que, mayormente, se han hecho o¨ªr. Y entre ellas, Guardiola destaca la voz de Juana Dolores (Bijuteria, premio Amadeu Oller), que ¡°no enga?a a nadie, ofrece bisuter¨ªa, literatura popular, heterodoxa, sofisticada, el romanticismo de nuestro siglo¡±. Dice de ella que es un ejemplo de una particular glosolalia, ¡°de escritura medi¨²mica, que dispara a diestro y siniestro¡±, algo que cree es un cord¨®n umbilical en muchas voces j¨®venes de ese 2020. Como la presencia de la muerte, por partida doble: con muchas referencias a poetas suicidas (Emily Dickinson, Ann Sexton, Alejandra Pizarnik¡) o las que decidieron emular a las pla?ideras de la antig¨¹edad grecorromana, las praeficae (Dolors Miquel, Ant¨°nia Vicens, Cristina ?lvarez, ?ngels Moreno¡).
Un a?o que fue, en cualquier caso, de especial memorabilia, apunta, y donde tambi¨¦n se dej¨® sentir ¡°la po¨¦tica del ¨²ltimo esfuerzo que llega solo¡±, la de los veteranos Vicens, Feliu Formosa o la de un Joan Margarit que tuvo tiempo, antes de fallecer, de dejar su antolog¨ªa personal (Sense el dolor no haur¨ªem estimat): ah¨ª comparte con Formosa, cree Guardiola, un ¡°realismo tranquilizador¡±, donde ya se sabe que ¡°la vida perduda no fa mal, / que la lux¨²ria es un llum in¨²til / i l¡¯enveja s¡¯oblida¡±, como dej¨® escrito el primero.
Un centenar de poemarios da para todo: desde ¡°una poes¨ªa social reapropi¨¢ndose de tradiciones dispersas que ni tan solo aparecen en el espacio de la publicidad¡±, como dice la analista de la obra de Joan Deusa, a la constataci¨®n de que la poes¨ªa trabaja en y con algo que dif¨ªcilmente se deja traducir a un conocimiento formulable, ¡°todo aquello que el algoritmo, de momento, es incapaz de detectar y, por tanto, de clasificar y reproducir¡±. Y ah¨ª contrapone el proyecto Poeta de gu¨¤rdia, donde Josep Pedrals, Andreu Gomila y Mart¨ª Sales fueron gestando en pleno confinamiento, como sanitarios espirituales, un poema in¨¦dito difundido por las redes sociales.
Fue un a?o que facilit¨® el predominio de pantallas que ofrecen ¡°un paisaje humano de girasoles ca¨ªdos¡±, de gente ¡°dormida en la hidra enfermiza de una informaci¨®n poco dada a la reflexi¨®n y al deseo¡±, dice Guardiola con un timbre po¨¦tico que parece no haber olvidado. Y adem¨¢s cree a¨²n, vista la cosecha de 2020, en el verso: ¡°El poema limpia el mundo, lo transfigura o parte, opera a coraz¨®n abierto en el quir¨®fano del sentido y cava una galer¨ªa para que traspasen las voces de la comunidad, la de los vivos, la de los muertos y las de qui¨¦n sabe d¨®nde paran¡±. Porque, como rezan los versos de Gemma Gorga (Viatge al centre), de entre la veintena que la ensayista selecciona para el anuario: ¡°Encara que plogui de nit / l¡¯aigua no es torna negra¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.