Los jabal¨ªes de Barcelona no solo hostigan a Shakira
Los vecinos de barrios altos de la ciudad sufren incursiones diarias y una mujer de 84 a?os denuncia al Ayuntamiento tras haber sido atacada
Los vecinos bromean acerca de que los jabal¨ªes parecen ingleses, por su extremada puntualidad. Y es cierto. Al menos en la pasada noche del jueves, cuando solo se adelantaron unos minutos a su ya t¨ªpica hora nocturna de incursi¨®n en Barcelona. Antes de que las agujas del reloj de la iglesia del acomodado barrio de Vallvidrera marcaran las nueve de la noche, una manada baj¨®, entre gru?idos, por una calle llena de chal¨¦s.
La frutera de la plaza echa la persiana segundos antes de que los animales pasen por delante. Una decena de vecinos que beben cervezas en una terraza hacen ruido con las sillas met¨¢licas para espantarlos. ¡°?Que aqu¨ª no est¨¢ Shakira!¡±, bromea sarc¨¢stico uno de ellos, en referencia al ataque que la cantante denunci¨® en redes sociales haber sufrido por una manada esta semana. A la due?a del bar Josean, Carmen Pe?a, no le hace sin embargo tanta gracia. Su madre, de 84 a?os, fue mordida hace dos semanas. Pe?a explica que denunci¨® al Ayuntamiento de Barcelona los hechos y que su madre ahora tiene miedo a salir a la calle. ¡°Esto se ha descontrolado¡±, afirma.
Shakira denunci¨® el mi¨¦rcoles a trav¨¦s de su cuenta de Instagram un hostigamiento cerca de su casa en el municipio de Sant Just Desvern, en el Parque Natural de Collserola, la sierra barcelonesa en torno a la que se concentran algunos de los barrios con la renta m¨¢s alta de Catalu?a, como Vallvidrera o Pedralbes. La cantante afirm¨® que varios ejemplares le arrebataron el bolso cuando paseaba con sus hijos. La denuncia de la cantante, con millones de seguidores en su red social, hizo viral el problema que Barcelona sufre desde hace a?os con las incursiones de jabal¨ªes en los barrios de monta?a. El Ayuntamiento admite que este verano se han triplicado las incidencias (728), en parte porque en 2020 se realizaron pocas capturas. El veterinario de los Servicios de Ecopatolog¨ªa de la Fauna Salvaje (SEFaS) de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona (UAB) Jorge R. L¨®pez explica que el problema se agrava en los veranos secos, como este (ha sido el cuarto con menos lluvias en un siglo), porque faltan bellotas y los jabal¨ªes, que pueden llegar a pesar 90 kilos, no tienen comida. Seg¨²n el censo del Consistorio de 2019, en el parque viven 1.500.
Basta seguir a una manada con dos adultos y cinco cr¨ªas para ver que campan a sus anchas. Los animales picotean de contenedor en contenedor. En escasos 15 minutos recorren m¨¢s de cinco calles. Una mujer que a las 21.05 sale de un chal¨¦ acompa?ada de sus dos hijos peque?os se entera de su presencia por los gru?idos. La madre coge a los ni?os y suspira: ¡°Ojo, que ah¨ª van¡±, dice totalmente acostumbrada a su presencia. Todos los vecinos consultados coinciden en que los animales siempre han estado all¨ª, aunque afirman que este a?o hay m¨¢s. Uno de ellos explica que en los 30 a?os que lleva viviendo en la zona no ha visto nada igual.
Los jabal¨ªes siguen su ruta. Cruzan la calle, asaltan otra basura y se lo comen todo, bolsa incluida. Minutos despu¨¦s, dan media vuelta y se dirigen a otra calle. Un grupo de corredores se cruza con ellos y cambia de acera porque los animales se ponen agresivos. Segundos despu¨¦s, un coche de alta gama pita para que los animales despejen la calle. Otra se?ora se ve acorralada por momentos: ha ido a sacar dinero a un cajero situado frente a unas basuras y los animales ahora le cortan el paso. Los parroquianos del bar bromean y le gritan que vaya con cuidado con la cartera, no vaya a ser que tambi¨¦n se la coman...
Cuando van con cr¨ªas, son agresivos, y los expertos advierten de que han perdido el miedo a los humanos. Hay peligro de ataque, como el que sufri¨® la madre de la vecina Carmen Pe?a, a la que mordieron hace dos semanas. La anciana sal¨ªa de casa a las nueve de la ma?ana cuando se le cay¨® el bast¨®n. Sin fijarse en la presencia de un jabal¨ª en la acera, se agach¨® a recogerlo y el animal le mordi¨® el brazo. Su hija explica que ha denunciado al Ayuntamiento ante los Mossos. Se trata de, al menos, la segunda denuncia contra el Consistorio este verano tras la de otro vecino del distrito de Nous Barris. La se?ora sufri¨® heridas profundas, asegura su hija, y se le ha administrado la antitet¨¢nica.
Aparte de destrozar mobiliario urbano y causar accidentes de tr¨¢fico, desde el SEFaS advierten de que pueden acarrear un problema de salud p¨²blica. En julio de 2020, EL PA?S adelant¨® los resultados de un estudio que detect¨® que uno de cada tres jabal¨ªes de Collserola transmite la hepatitis E. Los investigadores admiten que les preocupa su incursi¨®n en parques infantiles al poder transmitir la enfermedad a trav¨¦s del contacto bucal con heces.
Batalla perdida
La batalla del Ayuntamiento contra la plaga parece, a veces, perdida. En 2018, el comisionado de Ecolog¨ªa, Frederic Ximeno, anunci¨® que se estudiaba aplicar una vacuna contraceptiva en desarrollo para esterilizarlos. Pero tres a?os despu¨¦s el sistema se ha demostrado ineficaz y el aproximado mill¨®n anual que se deber¨ªa invertir para suministrar la vacuna a m¨¢s de un 70% de las hembras hace inviable por el momento su aprobaci¨®n.
El Consistorio, aparte de reforzar contenedores y hacer campa?as de concienciaci¨®n, destina una partida anual a realizar capturas. En 2019, pag¨® 52.000 euros a la empresa Estratekko. En 2020, invirti¨®, al menos inicialmente, menos: 35.000. Fuentes del Ayuntamiento explican que lo normal es que se realicen entre 5 y 10 capturas al a?o, pero no aclaran si en este est¨¢ previsto que haya m¨¢s. Mientras, los cazadores ven excesivas las restricciones y piden m¨¢s d¨ªas de caza. ¡°Sin nosotros la sobrepoblaci¨®n podr¨ªa subir un 40%¡±, cree Joaquim Zarzoso, presidente de la representaci¨®n territorial de la Federaci¨®n Catalana de Caza de Barcelona. En 2019, antes de la covid, los cazadores de Collserola mataron 86 en 17 batidas programadas.
En el bar Josean de Vallvidrera se abre el debate y la mayor¨ªa prefiere cortar por lo sano y aumentar las batidas. La ¨²nica voz discordante es la de To?i Campos, otra vecina: ¡°Es evidente que est¨¢ descontrolado. Pero, ?matarlos? No s¨¦, me dan pena, ellos tambi¨¦n son seres vivos¡±, dice.
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