?M¨¢s m¨²sica de Lili Boulanger, por favor!
La magia sonora de la malograda compositora francesa cautiva al p¨²blico de la OBC
La obra que abr¨ªa el segundo programa de la temporada de la Orquesta Sinf¨®nica de Barcelona y Nacional de Catalunya (OBC) llen¨® el Auditori de pura magia sonora con la primera audici¨®n de una breve y exquisita partitura, D¡¯un matin de printemps (De una ma?ana de primavera), muestra del excepcional talento de la malograda compositora francesa Lili Boulanger (1893-1918). Su muerte prematura a la edad de 24 a?os, a causa de una enfermedad gastrointestinal, trunc¨® una m¨¢s que prometedora carrera. Fue la primera sorpresa de un programa de m¨²sica del siglo XX, bajo la direcci¨®n del franc¨¦s Ludovic Morlot, que tuvo al violista israel¨ª Amihai Grosz como sensacional solista del Concierto para viola, de B¨¦la Bart¨®k.
Las influencias de su mentor y maestro, Gabriel Faur¨¦, y de Claude Debussy son claras en la m¨²sica de Boulanger, pero solo como punto de partida: su inventiva y asombroso dominio t¨¦cnico ¡ªfue la primera mujer galardonada con el codiciado Prix de Rome¡ª brillan con personalidad propia en D?un matin de printemps, la luminosa pieza, completada en el ¨²ltimo a?o de su vida, que abre un d¨ªptico completado por la m¨¢s sombr¨ªa D¡¯un soir triste (De una tarde triste).
La belleza serena de su m¨²sica, de perfumes impresionistas, ba?ada con colores sutiles y delicados y arte en el contrapunto revelaron su fascinante personalidad. La pena es que dura muy poco, apenas seis minutos de dulce encanto sonoro que nos dejaron con ganas de escuchar m¨¢s m¨²sica de Boulanger.
Bart¨®k muri¨® sin terminar el concierto para viola que le encarg¨® en 1945 el legendario William Primrose. El compositor h¨²ngaro viv¨ªa su exilio en Estados Unidos con la salud muy mermada, una grave situaci¨®n econ¨®mica y mucha nostalgia por su tierra natal. Existen varias versiones del inacabado concierto, y la que interpretaron con Amihai Grosz como extraordinario solista fue la realizada por Tibor Serly, m¨²sico cercano a Bart¨®k y fiel a su estilo.
Grosz, virtuoso precoz que a los 13 a?os fund¨® el Cuarteto Jerusalem, decidi¨® abandonarlo tras dos d¨¦cadas de ¨¦xito internacional en busca de nuevos horizontes. Ha encontrado su propio y relevante espacio como solista principal de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. Su sonido es un prodigio de belleza y expresividad, con colores sombr¨ªos, ligados a la tierra, que encuentran un territorio natural en el hondo lirismo de Bart¨®k y su latido r¨ªtmico, tan marcado por la m¨²sica popular de su Hungr¨ªa natal.
Su versi¨®n, muy bien acompa?ada por Morlot y la OBC, fue de gran riqueza, brillante sin veleidades virtuos¨ªsticas y de efusiva expresividad. El p¨²blico aplaudi¨® a rabiar y, como propina, en lugar de buscar el brillo propio, prefiri¨® regalar un d¨²o de Bart¨®k junto al violinista Vlad Stanculeasa, concertino de la OBC.
El programa, que ofrecieron sin pausas ¡ªel Auditori mantiene las estrictas medidas de seguridad en la lucha contra el coronavirus, con un aforo limitado al 70%¡ª, se cerr¨® con un regreso al repertorio franc¨¦s del siglo XX de mayor exuberancia orquestal; la vigorosa Suite n¨²m. 2 del ballet Bacchus et Ariane, de Albert Roussel, y, como final de impacto, la obra que daba t¨ªtulo al programa, la Suite n? 2 del ballet Daphnis et Chlo¨¦, de Maurice Ravel.
Morlot pis¨® el acelerador a fondo en estas dos partituras de exuberante orquestaci¨®n. Aunque dej¨® espacio para el lucimiento de maderas y vientos ¡ªen la obra de Ravel brillaron, entre otros, los flautistas Francisco L¨®pez y Beatriz Cambrils¡ª, abus¨® de decibelios en la b¨²squeda del mayor impacto, dejando al descubierto los puntos d¨¦biles de una cuerda que perd¨ªa presencia ante el contundente protagonismo de los metales y la percusi¨®n.
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