La ins¨®lita experiencia inmersiva de salir a la arena como gladiador en medio de la erupci¨®n del Vesubio
El viaje virtual a Pompeya es el plato fuerte de la exhibici¨®n en las Drassanes Reials de Barcelona, que incluye adem¨¢s 150 objetos originales del Museo Arqueol¨®gico de N¨¢poles
Tras atravesar unas l¨®bregas mazmorras, salir a la calle y recorrer paradas comerciales, visitar las dependencias de los gladiadores, cruzar unos endebles puentes y ascender en una jaula hasta el mismo centro del anfiteatro de Pompeya, te encuentras saliendo a la arena en la que dos combatientes se enfrentan a un elefante furioso. Entonces, sin darte tiempo a encajar todo lo que est¨¢s viviendo, en el horizonte se alza una columna de humo del Vesubio y el volc¨¢n explota. El elefante y los gladi...
Tras atravesar unas l¨®bregas mazmorras, salir a la calle y recorrer paradas comerciales, visitar las dependencias de los gladiadores, cruzar unos endebles puentes y ascender en una jaula hasta el mismo centro del anfiteatro de Pompeya, te encuentras saliendo a la arena en la que dos combatientes se enfrentan a un elefante furioso. Entonces, sin darte tiempo a encajar todo lo que est¨¢s viviendo, en el horizonte se alza una columna de humo del Vesubio y el volc¨¢n explota. El elefante y los gladiadores ponen pies en polvorosa, la gente sale huyendo aterrorizada de las gradas y el mundo deviene un caos de fuego y cenizas. Afortunadamente una flecha marca ¡°salida¡± y ya est¨¢s de vuelta en casa. Han pasado dos mil a?os.
La experiencia inmersiva que constituye el plato fuerte de la exposici¨®n Pompeya, el ¨²ltimo gladiador, en las Drassanes Reials (Museo Mar¨ªtimo de Barcelona, MMB) ¡ªhasta el 15 de octubre, entradas a 16 euros¡ª, resulta realmente impresionante. Y de hecho hay quien sale verde del viaje virtual al mundo romano como si viniera de verdad de aquel aciago d¨ªa de la terrible erupci¨®n del a?o 79. Es dif¨ªcil no sentir alg¨²n pellizco de aprensi¨®n al recorrer ese espacio inventado que se percibe como extra?amente real; todo tiene la textura de un sue?o y el paseo te deja una sensaci¨®n de v¨¦rtigo y mareo. Vivir la aventura te hace sentirte un poco como si te hubieras metido en el viejo El t¨²nel del tiempo, aquella serie televisiva de Irwin Allen de finales de los sesenta, y en alg¨²n momento te planteas incluso si no deber¨ªas avisar a la gente que te encuentras de lo que se avecina. En fin, como suced¨ªa en la serie, probablemente nadie te creer¨ªa.
La Pompeya virtual se despliega (es un decir, porque de verdad no est¨¢ en ning¨²n sitio), en la parte del fondo de la nave de las Drassanes donde se ha instalado la exposici¨®n, que es como su umbral. En realidad, en el gran espacio no hay nada y lo que ves, antes de entrar en el juego, es a los visitantes que deambulan titubeando por la sala con los visores de realidad virtual encasquetados y las manos a menudo por delante (la experiencia inmersiva es compartida y la hacen a la vez unas 60 personas). Cuando te colocan el ingenio, el mundo cambia de golpe. Est¨¢s en una celda y todo resulta confuso (supuestamente eres un gladiador, a lo mejor tienes un golpe en la cabeza) mientras te vas acostumbrando al entorno digital y la tecnolog¨ªa VR (onboarding). Un soldado romano te gu¨ªa fuera de la prisi¨®n y a la Via dell¡¯abbondanza, las Ramblas de la antigua Pompeya, que llevaban del foro al anfiteatro. Luce el sol en el cielo, vuelan aves (aunque el cerebro te dice que deber¨ªas estar viendo el techo de la sala g¨®tica), y tocando ciertas marcas puedes interactuar con objetos y personajes de la calle. Durante el paseo ves como una especie de esp¨ªritus que son los avatares de los otros paseantes como t¨² y que se te muestran a fin de que no choques con ellos. En el cuartel de los gladiadores hay dos entrenando estrepitosamente. Por mucho que sean virtuales tratas de no inmiscuirte.
El recorrido sigue por unos pasadizos con tablones bajo los que se adivina una ca¨ªda importante. Los cruzas con una absurda sensaci¨®n de v¨¦rtigo (quien firma hizo trampa y se levant¨® varias veces las lentes de realidad virtual para serenarse). La jaula en la que te suben varios niveles hasta la arena del anfiteatro (un sistema como el que hab¨ªa en el Coliseo para sacar a los animales y los gladiadores) es de lo m¨¢s conseguido. Y el espect¨¢culo que se extiende a tu alrededor una vez arriba te deja alelado. Se les ha ido la mano con el elefante, que es gigantesco, casi un mastodonte, y todo tiene una tonalidad surreal; pero cuando entra en erupci¨®n el volc¨¢n te entran ganas de salir corriendo.
El director del MMB, Enric Garcia, ha se?alado al presentar la exhibici¨®n que esta les pareci¨® ¡°muy s¨®lida¡± e ideal para tenerla en el espacio destinado a grandes exposiciones temporales de las Drassanes. Apunt¨® que el edificio aporta calidad hist¨®rica y que no dejamos de estar en una antigua ciudad romana, Barcino, y que somos todos muy romanos. El comisario art¨ªstico de Pompeya, el ¨²ltimo gladiador (producida por Lart Universe), Roberto Pant¨¦, experto en realidad virtual, multimedia, animaci¨®n 3D y efectos visuales, ha destacado el poder que tiene la exposici¨®n como experiencia vivencial para adentrar a los ni?os y los j¨®venes en el mundo de la antig¨¹edad. Ha explicado que la muestra tiene adem¨¢s espacios pedag¨®gicos para los m¨¢s peque?os y ha subrayado la importancia del material arqueol¨®gico. Ha recalcado que nada es gratuito en la exposici¨®n y que detr¨¢s de las emociones, la m¨²sica y la escenograf¨ªa hay un gran despliegue de investigaci¨®n, de arqueolog¨ªa y de filolog¨ªa. Por su parte, el comisario cient¨ªfico de la muestra, Raffaele Iovine, ha insistido en el equilibrio entre los objetos antiguos y la tecnolog¨ªa del metaverso y ha recordado que el museo napolitano del que provienen las piezas es el mayor de arqueolog¨ªa cl¨¢sica del mundo. Ha apostado por que nadie podr¨¢ resistirse al encanto y el shock de ¡°pasar una jornada en Pompeya como en un tour tur¨ªstico por la antig¨¹edad¡±. El responsable de la parte digital, Frederic Sanz, cofundador de la empresa Univrse, pionera en el desarrollo de soluciones de realidad virtual (colabor¨® en la producci¨®n de la exposici¨®n sobre Dal¨ª), ha se?alado el inter¨¦s de que uno pueda meterse en la experiencia al mismo tiempo que su pareja, sus amigos o sus hijos. M¨¢s tarde, ha explicado a este diario que no cree que nadie pueda tener un mal viaje, a diferencia de los pompeyanos aut¨¦nticos.
La exposici¨®n, cuya parte muse¨ªstica, a pesar de contar con piezas importantes (entre ellas las estatuas de guerreros de la colecci¨®n Farnese), puede parecer algo desangelada y un pre¨¢mbulo a la experiencia inmersiva, tiene a la figura del gladiador como hilo conductor y arranca con el holograma de uno de ellos explicando c¨®mo era su agitada existencia. Sigue una secci¨®n dedicada a la vida cotidiana en Pompeya que incluye recreaciones de tiendas y bares de comida r¨¢pida (termopolio). Dado que la exposici¨®n es para todos los p¨²blicos cosas como los grafitis pornogr¨¢ficos que abundaban en la ciudad (¡°secundus felatus rarus¡±) y los burdeles no est¨¢n explicitados, aunque el plaf¨®n de la caupona (taberna) de la posadera Asellina ¡ªreconstruida como un Bonp¨¢n o un Fornet¡ª apunta que en la planta alta del establecimiento las asellinas, las pupilas de la due?a, ejerc¨ªan la prostituci¨®n.
Otra secci¨®n est¨¢ dedicada al mundo del teatro (con varias m¨¢scaras antiguas y frescos) y otra m¨¢s a las termas, importante espacio de socializaci¨®n del mundo romano. Otra, propiamente a los gladiadores. Aqu¨ª se encuentran algunas de las piezas arqueol¨®gicas m¨¢s destacables, entre ellas grebas de gladiadores, una espada, un cuchillo, una hombrera (galerus) de reciario y tres cascos: uno, estremecedor, de secutor, tipo Mad Max, s¨®lo con dos agujeros para los ojos, y otros dos los cl¨¢sicos de murmillo, preciosamente decorados. Entre los audiovisuales, aparte de uno que es como un sal¨®n de los espejos y que no es recomendable meterte justo al salir de la experiencia inmersiva pues es ya como si te hubieras fumado algo fuerte, destaca el dedicado a los gladiadores (que puede seguirse en un peque?o anfiteatro) y que conduce el escritor Valerio Manfredi, siempre tan ameno. Aparece tambi¨¦n un ¡°arque¨®logo experimental¡±, Dario Bataglia, experto en reconstrucci¨®n hist¨®rica y que no duda en salir a pecho descubierto haciendo de reciario, que eso s¨ª es amor a la ciencia emp¨ªrica.
Una cosa curiosa que explica la exposici¨®n, en la que se recuerda que los combates no eran simples masacres, que ten¨ªan sus reglas y rituales y que muchas veces no conduc¨ªan a la muerte, es que los gladiadores ten¨ªan una dieta relativamente sana a base sobre todo de cereales y vegetales. No obstante, se valoraba la adquisici¨®n de una capa de grasa que proteg¨ªa de las heridas peores. Se recuerda tambi¨¦n que para indicar que a un gladiador vencido se le perdonaba la vida se levantaba el dedo ¨ªndice no el pulgar, que en cambio s¨ª se usaba, para abajo, aunque con la mano abierta, para indicar que deb¨ªa recibir la muerte (al grito de ?iugula!).
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