La ins¨®lita experiencia inmersiva de salir a la arena como gladiador en medio de la erupci¨®n del Vesubio
El viaje virtual a Pompeya es el plato fuerte de la exhibici¨®n en las Drassanes Reials de Barcelona, que incluye adem¨¢s 150 objetos originales del Museo Arqueol¨®gico de N¨¢poles
![Jacinto Ant¨®n](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fd95ad6a9-2f34-4f5b-89ec-ae39133965dc.png?auth=672bc54fe16083324b97a7e23f3d2e99a936333529c7e95ef224ac86d3fa5a18&width=100&height=100&smart=true)
Tras atravesar unas l¨®bregas mazmorras, salir a la calle y recorrer paradas comerciales, visitar las dependencias de los gladiadores, cruzar unos endebles puentes y ascender en una jaula hasta el mismo centro del anfiteatro de Pompeya, te encuentras saliendo a la arena en la que dos combatientes se enfrentan a un elefante furioso. Entonces, sin darte tiempo a encajar todo lo que est¨¢s viviendo, en el horizonte se alza una columna de humo del Vesubio y el volc¨¢n explota. El elefante y los gladiadores ponen pies en polvorosa, la gente sale huyendo aterrorizada de las gradas y el mundo deviene un caos de fuego y cenizas. Afortunadamente una flecha marca ¡°salida¡± y ya est¨¢s de vuelta en casa. Han pasado dos mil a?os.
La experiencia inmersiva que constituye el plato fuerte de la exposici¨®n Pompeya, el ¨²ltimo gladiador, en las Drassanes Reials (Museo Mar¨ªtimo de Barcelona, MMB) ¡ªhasta el 15 de octubre, entradas a 16 euros¡ª, resulta realmente impresionante. Y de hecho hay quien sale verde del viaje virtual al mundo romano como si viniera de verdad de aquel aciago d¨ªa de la terrible erupci¨®n del a?o 79. Es dif¨ªcil no sentir alg¨²n pellizco de aprensi¨®n al recorrer ese espacio inventado que se percibe como extra?amente real; todo tiene la textura de un sue?o y el paseo te deja una sensaci¨®n de v¨¦rtigo y mareo. Vivir la aventura te hace sentirte un poco como si te hubieras metido en el viejo El t¨²nel del tiempo, aquella serie televisiva de Irwin Allen de finales de los sesenta, y en alg¨²n momento te planteas incluso si no deber¨ªas avisar a la gente que te encuentras de lo que se avecina. En fin, como suced¨ªa en la serie, probablemente nadie te creer¨ªa.
La Pompeya virtual se despliega (es un decir, porque de verdad no est¨¢ en ning¨²n sitio), en la parte del fondo de la nave de las Drassanes donde se ha instalado la exposici¨®n, que es como su umbral. En realidad, en el gran espacio no hay nada y lo que ves, antes de entrar en el juego, es a los visitantes que deambulan titubeando por la sala con los visores de realidad virtual encasquetados y las manos a menudo por delante (la experiencia inmersiva es compartida y la hacen a la vez unas 60 personas). Cuando te colocan el ingenio, el mundo cambia de golpe. Est¨¢s en una celda y todo resulta confuso (supuestamente eres un gladiador, a lo mejor tienes un golpe en la cabeza) mientras te vas acostumbrando al entorno digital y la tecnolog¨ªa VR (onboarding). Un soldado romano te gu¨ªa fuera de la prisi¨®n y a la Via dell¡¯abbondanza, las Ramblas de la antigua Pompeya, que llevaban del foro al anfiteatro. Luce el sol en el cielo, vuelan aves (aunque el cerebro te dice que deber¨ªas estar viendo el techo de la sala g¨®tica), y tocando ciertas marcas puedes interactuar con objetos y personajes de la calle. Durante el paseo ves como una especie de esp¨ªritus que son los avatares de los otros paseantes como t¨² y que se te muestran a fin de que no choques con ellos. En el cuartel de los gladiadores hay dos entrenando estrepitosamente. Por mucho que sean virtuales tratas de no inmiscuirte.
![Grebas y espada de gladiador en la exposici¨®n en las Drassanes.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/IRIKY5B7MFARJASOMMQTHE5HJE.jpg?auth=a8a66a67aa882e1ff0485fe5d14e447b4d3240a71e837072699aef3a12a1f54a&width=414)
El recorrido sigue por unos pasadizos con tablones bajo los que se adivina una ca¨ªda importante. Los cruzas con una absurda sensaci¨®n de v¨¦rtigo (quien firma hizo trampa y se levant¨® varias veces las lentes de realidad virtual para serenarse). La jaula en la que te suben varios niveles hasta la arena del anfiteatro (un sistema como el que hab¨ªa en el Coliseo para sacar a los animales y los gladiadores) es de lo m¨¢s conseguido. Y el espect¨¢culo que se extiende a tu alrededor una vez arriba te deja alelado. Se les ha ido la mano con el elefante, que es gigantesco, casi un mastodonte, y todo tiene una tonalidad surreal; pero cuando entra en erupci¨®n el volc¨¢n te entran ganas de salir corriendo.
El director del MMB, Enric Garcia, ha se?alado al presentar la exhibici¨®n que esta les pareci¨® ¡°muy s¨®lida¡± e ideal para tenerla en el espacio destinado a grandes exposiciones temporales de las Drassanes. Apunt¨® que el edificio aporta calidad hist¨®rica y que no dejamos de estar en una antigua ciudad romana, Barcino, y que somos todos muy romanos. El comisario art¨ªstico de Pompeya, el ¨²ltimo gladiador (producida por Lart Universe), Roberto Pant¨¦, experto en realidad virtual, multimedia, animaci¨®n 3D y efectos visuales, ha destacado el poder que tiene la exposici¨®n como experiencia vivencial para adentrar a los ni?os y los j¨®venes en el mundo de la antig¨¹edad. Ha explicado que la muestra tiene adem¨¢s espacios pedag¨®gicos para los m¨¢s peque?os y ha subrayado la importancia del material arqueol¨®gico. Ha recalcado que nada es gratuito en la exposici¨®n y que detr¨¢s de las emociones, la m¨²sica y la escenograf¨ªa hay un gran despliegue de investigaci¨®n, de arqueolog¨ªa y de filolog¨ªa. Por su parte, el comisario cient¨ªfico de la muestra, Raffaele Iovine, ha insistido en el equilibrio entre los objetos antiguos y la tecnolog¨ªa del metaverso y ha recordado que el museo napolitano del que provienen las piezas es el mayor de arqueolog¨ªa cl¨¢sica del mundo. Ha apostado por que nadie podr¨¢ resistirse al encanto y el shock de ¡°pasar una jornada en Pompeya como en un tour tur¨ªstico por la antig¨¹edad¡±. El responsable de la parte digital, Frederic Sanz, cofundador de la empresa Univrse, pionera en el desarrollo de soluciones de realidad virtual (colabor¨® en la producci¨®n de la exposici¨®n sobre Dal¨ª), ha se?alado el inter¨¦s de que uno pueda meterse en la experiencia al mismo tiempo que su pareja, sus amigos o sus hijos. M¨¢s tarde, ha explicado a este diario que no cree que nadie pueda tener un mal viaje, a diferencia de los pompeyanos aut¨¦nticos.
![Estatua de la colecci¨®n Farnese en la exposici¨®n sobre Pompeya.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VNTHIXVHWZANJAPDWUBBTV3QAE.jpg?auth=5aff36e090b05e4e0ee0bd3ca816188fa67fa784e35df4f96a015fb4a590949a&width=414)
La exposici¨®n, cuya parte muse¨ªstica, a pesar de contar con piezas importantes (entre ellas las estatuas de guerreros de la colecci¨®n Farnese), puede parecer algo desangelada y un pre¨¢mbulo a la experiencia inmersiva, tiene a la figura del gladiador como hilo conductor y arranca con el holograma de uno de ellos explicando c¨®mo era su agitada existencia. Sigue una secci¨®n dedicada a la vida cotidiana en Pompeya que incluye recreaciones de tiendas y bares de comida r¨¢pida (termopolio). Dado que la exposici¨®n es para todos los p¨²blicos cosas como los grafitis pornogr¨¢ficos que abundaban en la ciudad (¡°secundus felatus rarus¡±) y los burdeles no est¨¢n explicitados, aunque el plaf¨®n de la caupona (taberna) de la posadera Asellina ¡ªreconstruida como un Bonp¨¢n o un Fornet¡ª apunta que en la planta alta del establecimiento las asellinas, las pupilas de la due?a, ejerc¨ªan la prostituci¨®n.
![Reproducci¨®n de la indumentaria de un gladiador en la exposici¨®n.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5RZADWHAAVFZPJUGYBQKZFBALU.jpg?auth=8e4d0c420a17c10853396dc826cb8971d8f70f9a7d54b36e36b575e709e84752&width=414)
Otra secci¨®n est¨¢ dedicada al mundo del teatro (con varias m¨¢scaras antiguas y frescos) y otra m¨¢s a las termas, importante espacio de socializaci¨®n del mundo romano. Otra, propiamente a los gladiadores. Aqu¨ª se encuentran algunas de las piezas arqueol¨®gicas m¨¢s destacables, entre ellas grebas de gladiadores, una espada, un cuchillo, una hombrera (galerus) de reciario y tres cascos: uno, estremecedor, de secutor, tipo Mad Max, s¨®lo con dos agujeros para los ojos, y otros dos los cl¨¢sicos de murmillo, preciosamente decorados. Entre los audiovisuales, aparte de uno que es como un sal¨®n de los espejos y que no es recomendable meterte justo al salir de la experiencia inmersiva pues es ya como si te hubieras fumado algo fuerte, destaca el dedicado a los gladiadores (que puede seguirse en un peque?o anfiteatro) y que conduce el escritor Valerio Manfredi, siempre tan ameno. Aparece tambi¨¦n un ¡°arque¨®logo experimental¡±, Dario Bataglia, experto en reconstrucci¨®n hist¨®rica y que no duda en salir a pecho descubierto haciendo de reciario, que eso s¨ª es amor a la ciencia emp¨ªrica.
Una cosa curiosa que explica la exposici¨®n, en la que se recuerda que los combates no eran simples masacres, que ten¨ªan sus reglas y rituales y que muchas veces no conduc¨ªan a la muerte, es que los gladiadores ten¨ªan una dieta relativamente sana a base sobre todo de cereales y vegetales. No obstante, se valoraba la adquisici¨®n de una capa de grasa que proteg¨ªa de las heridas peores. Se recuerda tambi¨¦n que para indicar que a un gladiador vencido se le perdonaba la vida se levantaba el dedo ¨ªndice no el pulgar, que en cambio s¨ª se usaba, para abajo, aunque con la mano abierta, para indicar que deb¨ªa recibir la muerte (al grito de ?iugula!).
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