Vida y muerte de un gladiador a trav¨¦s de su epitafio
La exposici¨®n ¡®Gladiadores de C¨®rdoba. Muerte en la arena¡¯ recrea en el Museo de la Evoluci¨®n Humana de Burgos la trayectoria de una veintena de luchadores fallecidos en la C¨®rdoba romana
El Ayuntamiento de C¨®rdoba decidi¨® construir en 1931 un nuevo barrio a las afueras: Ciudad Jard¨ªn se llamar¨ªa. Cuando los obreros comenzaron a remover el terreno, se toparon con una espectacular tumba subterr¨¢nea de piedra (hipogeo) de 3,7 metros de longitud y cuatro de altura, que fue trasladada al museo provincial, aunque ahora se encuentra junto a la hist¨®rica Puerta de Sevilla. Pero no fue hasta 1948 cuando se puso en marcha, gracias a la insistencia del arque¨®logo Samuel de los Santos Gener, un plan para excavar aquel sorprendente hallazgo. As¨ª, los especialistas encontraron una necr¨®polis romana con 15 tumbas (cinco de ellas dobles) para 20 gladiadores, que representan el 80% de todas las halladas en Hispania. Cada enterramiento inclu¨ªa, adem¨¢s, una estela con mensaje del fallecido o de sus familiares para la posteridad.
Seis de esas estelas con epitafios se pueden ver ahora en el Museo de la Evoluci¨®n Humana, en Burgos, en la exposici¨®n Gladiadores de C¨®rdoba. Muerte en la arena, as¨ª como varios elementos del ajuar funerario de los luchadores y recreaciones de los tipos de armas que portaban, cedidas por la Asociaci¨®n Cultural Em¨¦rita Antigua. Juan Luis Arsuaga, director del museo, asegura que esta muestra ¡°es la m¨¢s emocionante de todas las organizadas en el museo¡±. ¡°Los romanos cre¨ªan que se vive mientras alguien te recuerda. Por eso, sus estelas se dirigen directamente al caminante que pasaba junto a ellas¡±, incide.
La Ley de las XII Tablas de Roma, el m¨¢s antiguo c¨®digo de Derecho romano para regular la convivencia (a?os 451-450 a.C.), establec¨ªa que ning¨²n cad¨¢ver pod¨ªa ser enterrado ni quemado dentro de la ciudad por cuestiones de salubridad. As¨ª que los cementerios se abr¨ªan junto a las puertas de acceso a las urbes, pero conforme el espacio se iba ocupando se extend¨ªan a lo largo de las v¨ªas y caminos. De esta forma, los difuntos eran recordados por los caminantes al leer sus l¨¢pidas. ¡°Estos cementerios, por tanto, eran la imagen de la ciudad de los vivos, con sus ideales, su posici¨®n econ¨®mica, sus parcelas acotadas, sus monumentos de diferentes tama?os y formas¡ y sus enterramientos juntos, pr¨®ximos al anfiteatro, como los 20 gladiadores de C¨®rdoba¡±, dice Mar¨ªa Dolores Baena, directora del Museo Arqueol¨®gico de C¨®rdoba y comisaria de la exposici¨®n.
De todas las l¨¢pidas conservadas, la mayor¨ªa pertenec¨ªan a esclavos, aunque se han identificado algunos como no serviles. Las 15 inscripciones estudiadas muestran datos de su procedencia (hispanos, germanos, griegos, sirios o alejandrinos) y sus edades, que oscilan entre los 20 y 35 a?os, media de vida semejante a las del resto del imperio.
Las l¨¢pidas que se exponen en Burgos, fechadas entre los siglos I y II d. C., tienen dedicatorias de sus esposas u otros miembros familiares, incluso de gladiadores a¨²n con vida. ¡°Lo que cada uno de vosotros deseare para m¨ª, ya muerto, eso mismo denle los dioses, en vida o en muerte¡±, pidi¨® Actius, de solo 21 a?os, que grabaran en su tumba. Muri¨® cuando celebraba su s¨¦ptimo combate.
Mejor suerte tuvo Satur, que pervivi¨® durante 13 luchas que le granjearon una palma y una corona, con las que se enterr¨®. Cornelia Severa, su esposa, lo pag¨® todo. Y tambi¨¦n se puede ver la l¨¢pida de Stelenus, el ¡°portero de los juegos gladiatorios¡±, que hab¨ªa comprado varios recintos funerarios para que gladiadores fueran enterrados en las inmediaciones de su lugar de trabajo y vivienda. Como escribi¨® Cicer¨®n en las Fil¨ªpicas: ¡°Como hacen los gladiadores nobles, que caen con honor, hagamos nosotros¡±.
Pan y circo
Pero ?por qu¨¦ fueron enterrados lejos de la antigua ciudad amurallada y junto a uno de los principales caminos de acceso de la C¨®rdoba romana? Mar¨ªa Dolores Baena sostiene que los gladiadores eran inhumados pr¨®ximos al lugar donde fallec¨ªan, l¨®gicamente el anfiteatro. Por eso, y dado que C¨®rdoba (Colonia Patricia) era capital de la B¨¦tica, la provincia m¨¢s rica de Roma, ten¨ªa que contar obligatoriamente con un circo, un teatro y un anfiteatro. Ninguno de estos espectaculares edificios hab¨ªa sido localizado nunca, pero la acumulaci¨®n de tumbas de gladiadores result¨® ser una pista fundamental para ubicar el anfiteatro en 2002. El que est¨¢ considerado el tercero mayor del imperio ¨D178 metros de eje y 21.000 metros cuadrados de superficie¨D ten¨ªa que estar cerca de los enterramientos. Y as¨ª fue, bajo el cercano suelo del Rectorado de la Universidad de C¨®rdoba.
Los ludi romani, o espect¨¢culos, eran celebraciones colectivas, p¨²blicas y gratuitas que se ofrec¨ªan a la poblaci¨®n siempre en relaci¨®n con festividades religiosas, seg¨²n el calendario anual romano. Se celebraban en el teatro (con actores), en el circo (carreras de cuadrigas) o en el anfiteatro (gladiadores y animales), los tres grandes edificios que toda ciudad de importancia requer¨ªa.
Baena afirma que este tipo de espect¨¢culos pod¨ªan ser sufragados por el erario p¨²blico, pero tambi¨¦n por ¡°personajes y dirigentes destacados socialmente que ejerc¨ªan de evergetas [mecenas], y que dedicaban gran cantidad de dinero a financiarlos, sobre todo los de gladiadores, ya que se convert¨ªan en una plataforma para ganar visibilidad, promoci¨®n y propaganda pol¨ªtica y social, adem¨¢s de servir como forma de control social. ¡®Pan y circo¡¯, que dec¨ªa el poeta Juvenal¡±, explica la arque¨®loga.
De hecho, el Museo Arqueol¨®gico de C¨®rdoba, de donde proceden la mayor parte de las piezas que se muestran ahora en Burgos, exhibe el pedestal de una estatua de un tal Lucio Iunio Paulino, donde se lee que hab¨ªa organizado una lucha de gladiadores, dos representaciones teatrales y una carrera de carros que le costaron 400.000 sestercios. Sirva como comparaci¨®n que un esclavo se pod¨ªa comprar por unos 2.000 o 3.000 sestercios.
El origen de los combates de gladiadores se fecha en el siglo IV a. C. Las luchas a muerte se celebraban inicialmente para honrar la memoria de un fallecido. Pero, con el paso del tiempo, se fueron haciendo muy populares, y ya en ¨¦poca imperial (a partir del I a. C.) se convirtieron en el espect¨¢culo preferido del p¨²blico. De hecho, en Roma se consideraba que los juegos gladiatorios tambi¨¦n serv¨ªan de modelo para ense?ar virtudes tan apreciadas en el mundo romano como el valor, la disciplina o la aceptaci¨®n de la muerte.
Esclavos o prisioneros
Los luchadores ten¨ªan or¨ªgenes muy diversos. Pod¨ªan ser esclavos, prisioneros de guerra, criminales condenados o, incluso, hombres libres que eleg¨ªan la profesi¨®n voluntariamente. Tambi¨¦n se conoce la existencia de gladiadoras, aunque representaban un porcentaje m¨ªnimo en el colectivo. El conocimiento que tenemos sobre las vidas de todos ellos nos ha llegado de forma parcial a trav¨¦s de las fuentes escritas y en muchos casos, como el de C¨®rdoba, por sus epitafios.
Sol¨ªan habitar en el ludus, la escuela donde se entrenaban y formaban, dirigida por un lanista o empresario que, normalmente, era tambi¨¦n su propietario. Viv¨ªan con sus familias en esos espacios que les aportaban soporte social, seguridad, atenci¨®n m¨¦dica, incluso una especie de seguro de decesos. Para las personas de menor poder econ¨®mico exist¨ªan los collegia tenviorum o funeraticia, que garantizaban mediante un pago a plazos un ritual funerario digno. Los gladiadores de un mismo ludus formaban una familia gladiatoria, como la hallada en C¨®rdoba.
Combat¨ªan en los anfiteatros entre ellos, pero tambi¨¦n contra animales. Las luchas las organizaba el editor, bien con dinero p¨²blico o con su propio capital, y estaban reguladas por ¨¢rbitros. Tras la muerte de los contendientes, eran enterrados de manera honrosa, como demuestran las estelas funerarias expuestas en Burgos.
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