El catal¨¢n en Europa

La incorporaci¨®n del catal¨¢n, el vasco y el gallego como idiomas de uso com¨²n en el Congreso de los Diputados elimina uno de los obst¨¢culos con que han tropezado en el pasado los varios intentos de conseguir un tratamiento igual o similar en el Parlamento Europeo. Era inevitable que una de las primeras respuestas a la demanda ante los interlocutores europeos fuera esta: ?Por qu¨¦ les vamos a dar en el Parlamento Europeo un rango y un trato que no se les da en el Parlamento de Espa?a?

Este obst¨¢culo ha sido eliminado y ello permite abordar el siguiente, que es tambi¨¦n bastante elemental. Se formula como una preocupaci¨®n econ¨®mica, ?cu¨¢nto cuesta?, pero est¨¢ claro que lleva directamente a una cuesti¨®n de fondo: ?Es un caso ¨²nico? ?Cu¨¢ntos idiomas hay en Europa en situaci¨®n igual o parecida? La incorporaci¨®n del pluriling¨¹ismo espa?ol ?ser¨ªa solo la primera de una lista de reclamaciones de no se sabe muy bien cu¨¢ntos idiomas m¨¢s?

A parecidas preguntas se enfrentaba ya Jordi Pujol cuando, a finales del siglo pasado, recorr¨ªa en su condici¨®n de presidente de la Generalitat las capitales del continente buscando f¨®rmulas para la incorporaci¨®n de Catalu?a a las instituciones europeas. Puede ser ilustrativo recordar en la actual coyuntura espa?ola qu¨¦ sucedi¨® con aquella pretensi¨®n.

A Pujol, que se hallaba en el apogeo de su prestigio pol¨ªtico, se le trataba a menudo como una figura de primer nivel, a pesar de ser solo un presidente regional. Porque era de sobra conocido que se trataba de uno de los protagonistas de la etapa espa?ola de la Transici¨®n a la democracia y era el jefe de un partido que decid¨ªa el color de los gobiernos de Espa?a. Pujol se situ¨® entonces como presidente de la Asamblea de las Regiones de Europa y como uno de los promotores del grupo de los Cuatro Motores de Europa: Baden Wurtemberg, Rhone-Alpes, Lombardia y Catalu?a. Cuatro regiones de gran potencia econ¨®mica y considerable peso demogr¨¢fico. Juntas representaban el 9% del PIB europeo de la ¨¦poca.

Estas regiones buscaron en Bruselas un estatus que les permitiera defender sus intereses sin estar totalmente opacados por sus respectivos gobiernos estatales. Pero result¨® que persegu¨ªan un imposible: lo que est¨¢ reservado a los Estados, no lo van a ceder sus gobiernos. La respuesta era esta: ?d¨®nde est¨¢ el l¨ªmite? Aceptar la excepci¨®n catalana abrir¨ªa la v¨ªa para una Europa de m¨¢s de 200 unidades. Lo cierto es que ha llovido mucho y ahora la Uni¨®n Europea agrupa a 27 Estados y se plantea la r¨¢pida ampliaci¨®n a 30.

Estamos muy lejos de los 200, desde luego, pero la pol¨ªtica da muchas vueltas y ahora el PNV, el partido gobernante en Euskadi, ha puesto la participaci¨®n vasca en las instituciones europeas en la mesa de las negociaciones para la eventual investidura de Pedro S¨¢nchez como presidente de Gobierno. Se trata de una din¨¢mica muy fluida. En Espa?a, el PSOE, ERC y Junts han introducido el pluriling¨¹ismo en el Congreso, pero ahora surge el obst¨¢culo europeo. ?D¨®nde est¨¢ el l¨ªmite? Los Estados europeos son como las mu?ecas rusas: son construcciones nacionales dentro de cada una de las cuales hay otras naciones. Y, muy a menudo, mucho m¨¢s de lo que suele tenerse en cuenta, con lenguas milenarias sometidas a potentes tendencias uniformistas por la expansi¨®n de otras.

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