El doliente ocaso de Pablo Iglesias
Da toda la impresi¨®n de que el exl¨ªder de Podemos, como tambi¨¦n le ocurre a Puigdemont, no sabe qu¨¦ hacer con la llave de la situaci¨®n pol¨ªtica que le ha ca¨ªdo en las manos
La eventual investidura de Pedro S¨¢nchez y la consiguiente formaci¨®n de un gobierno de coalici¨®n por el PSOE y Sumar ofrecen obvios elementos de continuidad con la situaci¨®n pol¨ªtica abierta con la ca¨ªda del Gobierno de Mariano Rajoy, en 2018. El principal ser¨ªa que la izquierda puede mantenerse en el Gobierno y la pareja derechista PP-Vox sigue en la oposici¨®n. Pero en la nueva legislatura hay tambi¨¦n cambios importantes y potencialmente muy conflictivos. Uno de los dos art¨ªfices de la coalici¨®n, el izquierdista Podemos, ha casi desaparecido, sustituido por una heterog¨¦nea alianza de partidos de base territorial, Sumar. El socio de S¨¢nchez en el programa de gobierno firmado esta semana ya no es como en 2019 Pablo Iglesias, el agitador que en 2014 hab¨ªa conseguido unificar el universo grupuscular del izquierdismo. Le ha sustituido Yolanda D¨ªaz, flamante l¨ªder de un laborismo plurinacional en el que Podemos teme diluirse.
Tanto o m¨¢s significativo es que en las elecciones del 23 de julio desapareci¨® la ajustada mayor¨ªa parlamentaria de izquierdas que sustent¨® al gobierno durante toda la legislatura anterior. Aquella mayor¨ªa ya no existe y, como se vio en la elecci¨®n de la nueva Mesa del Congreso, ha sido sustituida por otra en la que es imprescindible que a las izquierdas se a?adan dos partidos de la derecha moderada, Junts per Catalunya y PNV.
Los compases previos a la investidura est¨¢n demostrando ya que la aritm¨¦tica parlamentaria es lo suficientemente ajustada como para que no haya ni uno ni dos detentadores exclusivos de la llave de la mayor¨ªa. Un doliente Pablo Iglesias no deja de recordarlo cada d¨ªa en su penoso peregrinar por los medios de comunicaci¨®n recordando, d¨ªa s¨ª d¨ªa tambi¨¦n, que dispone de cinco esca?os en el Congreso con los que podr¨ªa causar enormes estropicios.
En realidad, ya los est¨¢ causando. Su choque dial¨¦ctico con Ada Colau es la en¨¦sima confrontaci¨®n de Iglesias con alguno de los que han sido sus cofrades pol¨ªticos hasta hace poco. Termina mal con todos y siempre es por el mismo motivo: su idea de que los dem¨¢s se echan a la derecha, se entregan al PSOE y ¨¦l se queda siempre en solitario, o casi, defendiendo las causas verdaderas de la izquierda verdadera.
Importa poco cu¨¢nta raz¨®n tenga en sus peleas. Son la r¨¦plica de un viejo y autodestructivo proceso harto conocido en el mundo de los grup¨²sculos del izquierdismo: la sucesiva fragmentaci¨®n de equipos dirigentes provocada por una inextricable mezcla de discusiones ideol¨®gicas y pugnas de poder entre ellos que terminan provocando el alejamiento de los seguidores, el derrumbe de las expectativas electorales y la ca¨ªda en la irrelevancia. El m¨¦rito pol¨ªtico de Iglesias, Colau y tantos otros fue levantar en 2014 del magma del descontento social la fuerza para articular en 2018 junto con el PSOE de Pedro S¨¢nchez la mayor¨ªa pol¨ªtica de izquierdas que ha durado hasta el 23 de julio de 2023. Pero desde ese d¨ªa ya no depende solo de ellos sino tambi¨¦n de Puigdemont y Ortuzar.
El cambio ha sido tan inesperado que ahora mismo da toda la impresi¨®n de que Iglesias, como tambi¨¦n le ocurre a Puigdemont, no sabe qu¨¦ hacer con esa llave que le ha ca¨ªdo en las manos. No les gusta lo que hay, pero la alternativa es mucho peor.
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