D¨¦cadas perdidas, catalanas y espa?olas
Sin el PP nada se podr¨¢ hacer en Catalu?a, pero el partido de Feij¨®o no quiere renunciar a las rentas proporcionadas por la bandera roja y gualda con la que se envuelve una y otra vez
Son al menos dos y no una las d¨¦cadas perdidas. Hay una catalana, la del proceso independentista, que con la adicional espa?ola arroja dos d¨¦cadas largas y enteras extraviadas en la querella territorial con Catalu?a. A la vista de las tormentas levantadas por la investidura de Pedro S¨¢nchez y ahora el acuerdo del PSOE con Bildu en Pamplona, el fatigante d¨ªa de la marmota, con tanta frecuencia evocado en la marcha independentista hacia ninguna parte, tiene una r¨¦plica todav¨ªa m¨¢s intensa en la persistente utilizaci¨®n por el PP de la exaltaci¨®n de la unidad de Espa?a y la denuncia de los pactos con los nacionalismos para obtener r¨¦ditos electorales con la vista puesta en La Moncloa.
Los argumentos, la ret¨®rica y las falacias se repiten casi literalmente. Y no solo en relaci¨®n a las fechas m¨¢s perturbadoras, como las jornadas de 2017, con ocasi¨®n del refer¨¦ndum y la independencia fake, y las de 2019, con la tumultuosa protesta del tsunami democr¨¢tico. Hace 20 a?os, justo cuando la izquierda estaba a punto de conseguir la alternancia a la largu¨ªsima presidencia conservadora de Jordi Pujol, todo estaba ya tan encendido como hoy. Y se incendi¨® hasta el punto de ignici¨®n cuando el nacionalismo pujolista regres¨® envalentonado al poder, animado por el inmovilismo garantizado de Rajoy.
El tacticismo electoral, envuelto en el idealismo y la ret¨®rica de las fantas¨ªas secesionistas, rindi¨® un enorme servicio a un Partido Popular que en el pecado ha llevado luego la penitencia. Ahora tiene que contar con los votos malditos de Vox, directa reacci¨®n al independentismo, pero a la vez obst¨¢culo para su mayor¨ªa absoluta. Aunque funcion¨® en su momento, es una trampa hist¨®rica que la derecha espa?ola viene tendi¨¦ndose a s¨ª misma. Sin el PP no hay reforma territorial viable, pero el PP necesita el conflicto entre identidades tanto como el nacionalismo catal¨¢n. Este ¨²ltimo para victimizarse y reivindicar el derecho a la insaciabilidad, que ha culminado con su transformaci¨®n en independentismo. Y el PP para conseguir levantar el voto fuera de Catalu?a.
Dos d¨¦cadas han pasado desde el Pacto del Tinell entre los tres partidos catalanes que mandaron el pujolismo a la oposici¨®n y prohibieron los pactos con el PP. Toda la ruidosa munici¨®n utilizada, en especial ante el nuevo Estatut, sigue hoy tan fresca como entonces. Tambi¨¦n hubo en aquel momento intentos componedores, encabezados por el malogrado Josep Piqu¨¦, pero fracasaron estrepitosamente. Aquel PP catal¨¢n particip¨® inicialmente en la ponencia estatutaria, pero desde G¨¦nova pronto se le mostr¨® agriamente la puerta de salida, que al final tambi¨¦n fue la del partido, por donde sali¨® su m¨¢s brillante y mejor dotado dirigente catal¨¢n y el ¨²nico que intent¨® hacerse compatible con el catalanismo.
Est¨¢ claro que sin el PP nada se podr¨¢ hacer en Catalu?a, pero el PP no quiere renunciar a las rentas proporcionadas por la bandera roja y gualda con la que se envuelve una y otra vez cuando se enfrenta a las crisis catalanas.
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