Albert Vidal, actor: ¡°Se trata de volar tan alto que no te vean¡±
Un helado en la tradicional Xixo de Vic con el artista, que recuerda su famosa performance como heladero en Sitges en 1986 y habla de su actual trabajo con el ¡®Infierno¡¯ de Dante
Es sin duda una ocasi¨®n extraordinaria: el actor Albert Vidal va a venir a tomarse un helado a la popular helader¨ªa la Xixo de Vic. Vidal (Barcelona, 77 a?os) es, claro, el int¨¦rprete que encarn¨® precisamente a un vendedor de helados, con carrito y todo, en el 18 ? festival de teatro de Sitges de 1986 en una performance (¡°acci¨®n teatral hiperrealista¡±) considerada un hito de la escena catalana. Caracterizado de heladero, con gorro de churrero, mandil y sacabolas ¡ªel aparatito para formar las bolas de los cucuruchos¡ª, Vidal, que se hab¨ªa formado como mimo con Lecoq, aprendido t¨¦cnicas de teatro oriental en la India, Bali y Jap¨®n, y dado la medida de su talento en El buf¨®n (1975) y El aperitivo (1978) busc¨® con su vendedor de helados la teatralidad cero, y hasta le cobr¨® el helado de cucurucho (de chocolate, 50 pesetas) al cr¨ªtico Joan de Sagarra.
Albert Vidal aparece en la plaza Major de Vic con pantalones color violeta dignos de un z¨ªngaro tratante de caballos de la Camargue y puntualidad brit¨¢nica, lo que es notable pues es s¨¢bado, hay mercado y resulta dif¨ªcil aparcar. Viene de Vidr¨¤, donde vive, y verlo provoca como siempre una mezcla de alegr¨ªa (es un buen amigo) y sorpresa: es la ¨²nica persona con la que puedes quedar despu¨¦s de haber ido a su entierro. Efectivamente, una de las acciones m¨¢s impactantes de Vidal fue celebrar su propio funeral (L¡¯enterrament, 1982), con la funeraria Fontcuberta de Vic, por cierto. Sin salir de la cosa mortuoria, el actor anda ahora recitando los cantos correspondientes al infierno de la Divina Comedia de Dante en una gira por cementerios ataviado de cham¨¢n altaico. ¡°Me ha abducido el infierno de Dante¡±, dice mientras entramos a pedir helados.
Para ¨¦l, habitual de la ciudad, tambi¨¦n es emocionante quedar en la vieja la Jijonenca de Vic, donde ha recalado muchas veces en su vida para tomar los famosos productos del establecimiento, abierto en 1963 en la plaza Major por el matrimonio Sirvent, Daniel y Lola, venidos de Xixona y que ya vend¨ªan helados y turrones en otros puntos de la ciudad desde que llegaron en 1944. La Jijonenca, luego la Xixonenca y hoy, modernidad obliga, la Xixo, ha sido durante 60 a?os lugar de referencia de Vic y de toda la comarca para tomar sus sabros¨ªsimos helados: un oasis en verano. Albert Vidal pide el suyo, un cucurucho, de chocolate. Y con ¨¦l en los labios como Proust con su madalena, recuerda aquel lejano festival de Sitges.
¡°Hab¨ªa mucha historia detr¨¢s de esa aparente no teatralidad, luego me pidieron hacerlo en otros festivales¡±, rememora entre leng¨¹etazo y leng¨¹etazo. ¡°A m¨ª lo que me interesaba era el choque, el conflicto con la gente que se te acercaba y preguntaba: ¡®?D¨®nde est¨¢ la obra? El que lo clav¨® fue un se?or que me solt¨®: ¡®Si esto es teatro, yo he hecho teatro toda la vida¡¯. Le contest¨¦: ¡®Es usted el primero que ha entendido mi trabajo¡¯. Vidal, que recuerda que el carrito era de alquiler y que ¨¦l iba ¡°elegant¨ªsimo¡±, gan¨® el premio ¡°al mejor espect¨¢culo al aire libre¡±, lo que a¨²n le hace arquear la ceja, y hay que ver c¨®mo arquea la ceja el que fuera disc¨ªpulo del gran Kazuo Ono.
Albert Vidal sigue en lo suyo, un proceso art¨ªstico vital que le ha llevado a explorar los confines de la teatralidad, a exhibirse en el zoo (otra de sus grandes performances, El hombre urbano, 1983), a aparecerse en carne y hueso empotrado en una valla publicitaria (L¡¯aparici¨®, 1986) o a construirse una identidad alternativa de actor porno (Variedades er¨®ticas,1993), por no hablar de la ¨¦poca en que conviv¨ªa en el Poble Nou con un gamo disecado. Se trata siempre, recapitula, de ¡°ir al punto cero¡± del arte, ¡°deshacerte del ego, de la vanidad, del orgullo¡±. De vivir en una ¡°poderosa humildad¡±, y se exclama: ?Me encanta el ox¨ªmoron!¡±.
Despu¨¦s de estancias con chamanes (y presidiarios) en Mongolia y monjes en el Himalaya, y de trazarse una v¨ªa art¨ªstico espiritual y una mitolog¨ªa propias con otro alter ego, el Pr¨ªncipe, est¨¢ entusiasmado con lo que hace ahora, lo de recitar los cantos III, V y VI del infierno de Dante. Empez¨® en el p¨¢rking del teatro Atl¨¢ntida de Vic en 2019 y continu¨® en el cementerio de Torell¨® en 2021, al que han de seguir otros camposantos. Explica que su t¨¦cnica del canto tel¨²rico confluye totalmente con este proyecto en el que tambi¨¦n ofrece fragmentos de Rappresentatione di anima et di corpo de Emilio d¡¯Cavalieri y Agostino Manni y en el que act¨²a a su lado su hijo No¨¦ Vidal, de 19 a?os. ¡°Hay una conexi¨®n entre el canto tel¨²rico, en el que estoy desde hace 30 a?os ya y he editado 4 discos, y Dante. Llaman a la misma puerta. Entre los endecas¨ªlabos de la Comedia se esconden secretos sobre los abismos del alma y los mandalas sonoros del telurismo son c¨ªrculos conc¨¦ntricos como los del infierno¡±. El actor recuerda que al empezar con Dante una amiga italiana buena conocedora de la obra del poeta le dijo: ¡°Ten cuidado, te ser¨¢ f¨¢cil entrar en el infierno, pero muy dif¨ªcil salir¡±. Lo que se puede tomar como una condena o una bendici¨®n.
Albert Vidal sigue en forma, aunque est¨¢ un poco ronco. Trae bajo el brazo un ejemplar del impresionante Cuevas del alma (2023), un recorrido casi afor¨ªstico por su pensamiento (o credo) con sensacionales fotos en blanco y negro de Leopold Sams¨® (con el que ya hicieron Cant a la m¨ªmica hace 40 a?os) que muestran la incre¨ªble plasticidad gestual de Vidal y que se abre con una cita de Dante: ¡°Oh vosotros que ten¨¦is el intelecto sano/ mirad la doctrina que se esconde/ bajo el velo de los versos extra?os¡±. El actor califica el libro y su trabajo de ¡°espeleolog¨ªa espiritual¡± y deja caer varias reflexiones antes de despedirnos con un regusto de verano, amistad y chocolate: ¡°Lo he filtrado todo siempre a trav¨¦s de la aventura existencial¡±, ¡°Se trata de volar tan alto que no te vean, como el ¨¢guila ante los roedores del esp¨ªritu¡±.
?Qu¨¦ has aprendido de morirte Albert? El actor se detiene en medio de una de las callejuelas del casco viejo de Vic, abre el libro y lee las ¨²ltimas frases: ¡°Celebrar¨¦ seguir existiendo en todo lo renacido, siendo parte del todo ?c¨®mo nunca podr¨¦ pensar que me he muerto? Recibir¨¦ as¨ª la muerte con una sonrisa¡±.
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