La Casa Orsola y Ciutat Meridiana
La urgente situaci¨®n de la vivienda exige pol¨ªticas de consenso que solo puede garantizar la izquierda

Lo que costaron las 26 viviendas de la Casa Orsola equivalen al precio de m¨¢s de 150 pisos en Ciutat Meridiana. La comparaci¨®n es tan odiosa como real. En el barrio fronterizo del norte de Barcelona, bancos y fondos est¨¢n poniendo viviendas a la venta por 50.000 o 55.000 euros. Los precios son de finales de enero. Lo explica Filiberto Bravo, quien desde el a?o 1975 es el alma de la asociaci¨®n de vecinos de esa zona conocida desde el estallido de la burbuja inmobiliaria como Villa Desahucios. Filiberto tiene agendada una movilizaci¨®n para evitar un inminente lanzamiento en la calle de Les Agudes.
La Casa Orsola y Ciutat Meridiana son dos caras de la moneda que acu?an los grandes tenedores cuando convierten un derecho social en un activo de inversi¨®n. Sin embargo, el drama que todo ello genera es muy desigual. En un caso supone la vulnerabilidad absoluta del quedarse en la calle. En el otro, escenifica la indefensi¨®n del ciudadano ante la ley del m¨¢s fuerte. Con todo, la formidable movilizaci¨®n generada en torno a la Casa Orsola ¨Cen Ciutat Meridiana el drama se queda en el vecindario¨C abre una oportunidad para que socialistas, comunes y republicanos tracen un m¨ªnimo com¨²n denominador a favor de la ciudadan¨ªa y para proteger el derecho a la vivienda.
El alcalde Jaume Collboni ¨Ccriticado por comunes y republicanos¨C ha hecho con la Casa Orsola lo que probablemente hubiera hecho Ada Colau: pagar un precio que no por alto deja de estar bastante por debajo del de mercado. Hace unos d¨ªas Collboni proclamaba en estas mismas p¨¢ginas que la ¡°especulaci¨®n inmobiliaria ya no ser¨¢ negocio en Barcelona¡±. Regular el alquiler de temporada, fijar como prioritario el uso residencial de los pisos ¨Crechazando renovar licencias a las viviendas de uso tur¨ªstico a partir de 2028¨C son jalones ambiciosos en la pol¨ªtica que se propone el gobierno municipal. La alfombra roja con la que Collboni fue recibido en el exclusivo C¨ªrculo Ecuestre empieza a perder pelo en cuanto el poder democr¨¢tico trata de embridar a un mercado que embiste y se lleva por delante derechos ciudadanos.
Por todo ello convendr¨ªa que el PSC intentara blindar al m¨¢ximo una pol¨ªtica municipal conjunta. No solo con Esquerra, sino tambi¨¦n con los comunes. Al fin y al cabo, Collboni debe su cargo a los de Ada Colau. La china en el zapato son las discrepancias sobre la reserva del 30% para solares urbanos en ampliaci¨®n o gran rehabilitaci¨®n de promociones privadas.
Desde los comunes y el Sindicat de Llogateres se asegura que Barcelona renunciar¨ªa a 18.827 viviendas adicionales de protecci¨®n oficial en los barrios m¨¢s necesitados si se modifica a la baja la medida. Los socialistas por el contrario afirman que ha resultado ser un fracaso que solo ha permitido la incorporaci¨®n de 156 pisos sociales, en parte porque los promotores entraron licencias antes de que estuviera en vigor la norma o porque las retuvieron en la confianza de que un nuevo alcalde la derogar¨ªa. Mientras, la medida sigue bloqueada sin moverse ni hacia adelante ni hacia atr¨¢s. Collboni no se decide.
Socialistas y comunes ¨CEsquerra est¨¢ a la espera de vadear las reticencias de sus bases¨C deben reconsiderar puntos de vista. Ni Collboni se ha vuelto intr¨ªnsecamente perverso desde que es alcalde ¨Cal parecer no lo era cuando ocupaba la tenencia de alcald¨ªa de Colau¨C ni los comunes se merecen el trato displicente que reciben del PSC, con el que han gobernado durante ocho a?os. La urgente situaci¨®n de la vivienda exige pol¨ªticas de consenso que solo puede garantizar la izquierda. Por el bien de la ciudadan¨ªa, desde l¡¯Eixample a Ciutat Meridiana.
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