Masones restituidos en la pantalla y por ley
Un documental rescata la vida de destacados miembros de la masoner¨ªa valenciana sometidos por la represi¨®n franquista
Entre el p¨²blico que acudi¨® el 17 de febrero al romano barrio del Trastevere a la inauguraci¨®n de la estatua de Giordano Bruno, en 1889, se encontraba el abogado valenciano Aurelio Blasco Grajales. Dicen que ese d¨ªa ondearon m¨¢s de cien banderas masonas para homenajear al fil¨®sofo y astr¨®nomo en el mismo lugar en el que fue quemado vivo, m¨¢s de 200 a?os antes, por orden de la Inquisici¨®n. Blasco Grajales acudi¨® al acto como comisionado de las logias valencianas y, por ello, fue criticado por el arzobispo de Valencia, Antol¨ªn Monescillo, que adem¨¢s era senador por designaci¨®n real. El ataque impuls¨® a Grajales a llevar al prelado ante los tribunales en una demanda por injurias. ¡°Gracias a vos, un Pr¨ªncipe de la Iglesia que se cree con el derecho de calificar calumniosamente a quien no piense como ¨¦l, queda reducido a la categor¨ªa de simple ciudadano, siendo por tanto responsable de sus actos, y corre el inminente riesgo de ser condenado¡ De hoy nos queda ganada una importante victoria en el terreno de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley¡±, le escribieron a Grajales desde una logia de M¨¢laga.
La demanda no lleg¨® a nada porque el arzobispo utiliz¨® su privilegio como senador para no ser juzgado, pero el valenciano obtuvo un extendido reconocimiento. Tres a?os despu¨¦s del rifirrafe en los tribunales, fue elegido teniente de alcalde de la ciudad de Valencia, desde donde colabor¨® en el crecimiento de la democracia, en la lucha contra el caciquismo y a favor de la laicidad y la separaci¨®n Iglesia-Estado. Pero su figura apenas se conoce. Ninguna calle lleva su nombre. Ahora, la ley de memoria democr¨¢tica de la Comunidad Valenciana, al igual que lo har¨¢ la ley estatal cuando sea aprobada, apela al reconocimiento y restituci¨®n ¡°de quienes sufrieron la ilegitimidad de los consejos de guerra, de los tribunales de responsabilidad pol¨ªtica, del Tribunal Especial de Represi¨®n de la Masoner¨ªa y el Comunismo y el Tribunal de Orden P¨²blico¡±, tal como dice la norma. A esa particularidad se ha acogido Juan Carlos Garc¨ªa para dirigir un documental sobre la masoner¨ªa en Valencia, con especial enfoque en los masones m¨¢s desconocidos, los ¡°Hijos del olvido¡±.
Blasco Grajales, jurista, diputado provincial, abogado, pol¨ªtico, periodista, republicano y mas¨®n, fund¨® la logia ¡°Puritana¡±, en Valencia. Coet¨¢neo de Vicente Blasco Ib¨¢?ez y Joaqu¨ªn Sorolla, otros reputados masones, form¨® parte en el a?o 1931 del equipo de redacci¨®n del Anteproyecto de Estatuto de Autonom¨ªa de la Regi¨®n Valenciana. En 1937 fue nombrado miembro del Supremo Consejo Grado 33 mas¨®nico, el m¨¢s alto. Para entonces, las logias estaban ya asentadas en Valencia, donde comenzaron a surgir en el sexenio democr¨¢tico, a partir de 1868, tal como cuenta el doctor en Historia Contempor¨¢nea por la Universitat Jaume I de Castell¨®n y miembro del Centro de Estudios Hist¨®ricos de la Masoner¨ªa Espa?ola, Vicent Sampedro. La finalidad de Grajales, seg¨²n el jesuita y catedr¨¢tico de Historia de la Universidad Pontificia de Comillas, Pedro ?lvarez L¨¢zaro, que adem¨¢s es uno de los referentes internacionales en el estudio de la masoner¨ªa, era que ¡°la masoner¨ªa consiguiese una nueva sociedad con derechos m¨¢s amplios para todos los ciudadanos¡± a trav¨¦s de la pol¨ªtica. Por eso, en aquellos a?os los republicanos se caracterizaron por una doble militancia, en el republicanismo y la masoner¨ªa.
La masoner¨ªa ech¨® mano tambi¨¦n de los medios de comunicaci¨®n para difundir sus ideas. Y en ello estuvo tambi¨¦n Aurelio Blasco Grajales, que dirigi¨® La Antorcha Valentina, una publicaci¨®n que propugnaba el laicismo y la libertad de conciencia y en la que tambi¨¦n firm¨® Elena Just, que acab¨® siendo un referente del primer feminismo valenciano, con principios que luego desarrollaron otras masonas como Clara Campoamor, pero tambi¨¦n pieza clave de la lucha obrera, en la que se adentr¨® con su participaci¨®n en la huelga de las hilanderas de seda de Valencia, la primera huelga femenina de la que se tiene constancia en la ciudad. Elena Just era conocida en el mundo m¨¢sonico como Palmira Luz, pseud¨®nimo que hoy da nombre a una futura logia mixta de la que es presidenta Catalina Espinosa. ¡°Actualmente hay muchas logias paritarias pero entonces las mujeres no pod¨ªa ejercer los diferentes cargos que existen dentro de las logias¡±, se?ala Espinosa, que refiere a las logias, organizaciones mas¨®nicas, que se gu¨ªan por el rito franc¨¦s porque las anglosajonas siguen sin permitir la participaci¨®n de mujeres. ¡°Tambi¨¦n ellas formaron parte de esta historia que debe permanecer en la memoria colectiva¡±, se?ala el productor del documental, subvencionado por la Diputaci¨®n de Valencia y que ha reservado un espacio para aquellas que fueron se?aladas por la Iglesia Cat¨®lica como prostitutas, mujeres que solo entraban en las logias para satisfacer los deseos de los masones, tal como relata el doctor en Historia Vicent Sampedro.
El documental pretende arrojar luz sobre todas estas historias para tambi¨¦n incidir en el cambio que ha sufrido esta instituci¨®n, ¡°que ha pasado de vivir en el m¨¢s absoluto secretismo, forzada por las persecuciones a las que se vio sometida por el franquismo, a ser hoy simplemente discreta en su manera de proceder¡±.
La Antorcha Valentina impuls¨® otras iniciativas como la de la creaci¨®n de cementerios ¡°neutros¡±, los conocidos ahora como cementerios civiles. Sin embargo, en la poblaci¨®n valenciana de Bu?ol ya exist¨ªa uno de ellos, construido en 1886, mucho m¨¢s peque?o que el religioso. Entonces, los cementerios civiles eran destino de suicidas, ni?os sin bautizar y otras ¡°verg¨¹enzas de las familias de los que all¨ª se dejaban¡±, tal como cuenta Consuelo Trasobares en su libro sobre el camposanto bu?olense. Pero no fue lo que ocurri¨® con este, que se convirti¨® en ¡°la mansi¨®n del silencio¡± de masones, republicanos y librepensadores y hoy se mantiene como uno de los pocos en los que, pese a la represi¨®n franquista, se conservan decenas de s¨ªmbolos e iconos no solo de mas¨®nicos sino tambi¨¦n del librepensamiento y el republicanismo. Separado por una tapia, encalada de blanco, del cementerio cat¨®lico, el camposanto de Bu?ol burl¨® la obligaci¨®n del franquismo de ¡°hacer desaparecer de los mismos todas las inscripciones y s¨ªmbolos de sectas mas¨®nicas y cualesquiera otras que de cualquier modo sean hostiles u ofensivos a la Religi¨®n Cat¨®lica o a la moral cristiana¡±. La convivencia salv¨® esa iconograf¨ªa y el documental lo utiliza como escenario de la dramatizaci¨®n de un enterramiento mas¨®n.
Y es que ni cat¨®licos ni masones quer¨ªan su descanso eterno juntos. El anticlericalismo fue una de las caracter¨ªsticas de estos ¨²ltimos pero, tal como explica el jesuita Pedro ?lvarez, existi¨® porque previamente existi¨® un clericalismo y cat¨®licos y masones pugnaban por el dominio de la sociedad y la pol¨ªtica y, por tanto, de la educaci¨®n. La reacci¨®n de la iglesia fue implacable. Y m¨¢s con el franquismo. En 1940 se aprob¨® la Ley de Represi¨®n contra la masoner¨ªa y el comunismo, la ¨²nica redactada ad hoc para perseguir a una asociaci¨®n, seg¨²n Vicente Sampedro, que permiti¨® castigar a masones incluso despu¨¦s de 40 a?os de su muerte. Y, si los pillaban con vida, no solo los juzgaban, sino que les obligaban a abjurar de sus ideas, tal como le ocurri¨® a Blasco Grajales. Con casi 90 a?os, en la m¨¢s absoluta pobreza y recogido en el asilo de las Hermanitas de los Pobres, firm¨® una retractaci¨®n de su pertenencia a la masoner¨ªa. Fue uno de los procesos que ?lvarez L¨¢zaro considera ¡°obligados¡± y coincide con Sampedro en que la represi¨®n franquista buscaba con ellos no solo castigar sino humillar.
¡°Hijos del olvido¡± comenzar¨¢ a proyectarse en breve y tiene como objetivo ¡°disipar dudas respecto a la historia de la masoner¨ªa, la valenciana en particular, dado que determinados intereses pol¨ªticos trataron de sembrar el miedo o el odio hacia esta instituci¨®n¡±. ¡°Los historiadores hemos intentado, con poca difusi¨®n m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito acad¨¦mico, romper con ese tab¨² as¨ª que el documental posibilitar¨¢ que llegue a m¨¢s gente¡±, concluye el doctor en Historia Vicent Sampedro.
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