El nuevo sue?o del ¡®ni?o Gucci¡¯
Mouad Faraji vivi¨® en un centro de menores cuando lleg¨® a Espa?a. Se apunt¨® a un curso de teatro y ya ha sido protagonista de dos cortometrajes. La interpretaci¨®n ha sido su herramienta para la integraci¨®n
Mouad lleg¨® a Espa?a con 13 a?os. Minti¨® para dejar Marruecos, en la que, probablemente, fue la primera interpretaci¨®n de su vida. Le sali¨® bien porque consigui¨® quedarse en un centro de menores. No fue este el mejor escenario, pero aprendi¨® muchas cosas. Entre otras, fue el lugar en el que hizo su primer taller de teatro. Tambi¨¦n donde se dio cuenta de que no quer¨ªa ser uno m¨¢s y se las apa?¨®, no siempre de forma reglamentaria, para que su identificaci¨®n, ¡®R-20¡ä, apareciera en toda la ropa de marca que hab¨ªa en el centro. Con tres macutos llenos de aquellas prendas sali¨® camino de casa de su abuela. Ahora le sigue gustando ese tipo de ropa. Raro es el d¨ªa que en su pecho no est¨¢ cubierto por un logo. Hab¨ªa nacido el ni?o Gucci.
Mouad Faraji tiene ahora 16 a?os y ya ha logrado su primer premio ¡°oficial¡± al ser reconocido como el mejor int¨¦rprete masculino en un festival de cortometrajes por su papel protagonista en Catorce. Es hablador y expresivo incluso tras la mascarilla. Pero no deja de ser un chaval adolescente que utiliza onomatopeyas e interjecciones sin parar. ¡°Soy conflictivo¡±, dice, aunque, quiz¨¢, sea parte de otro papel porque huye de cualquier problema que le pueda suponer regresar a su pa¨ªs. Le gusta actuar. Y pintar. Ya ha grabado otro corto, Guiones sin papeles, que comenzar¨¢ a circular por festivales dentro de pocas semanas. Y sigue con sus clases de teatro. Siente que tiene un talento, se siente bien, integrado. Y respetado. El ni?o Gucci que so?¨® con vivir en Espa?a sue?a ahora con ser actor y vivir, una vez detr¨¢s de otra, el mundo que supone un rodaje.
Mouad es uno de los 4.034 menores tutelados por la Generalitat Valenciana. Como otros 1.712 ni?os, est¨¢ acogido por un familiar. En su caso, su abuela: ¡°Al principio no le importaba lo que hiciera, con tal de que no estuviera en la calle fumando. Ahora est¨¢ contenta con las clases de teatro y las actuaciones¡±.
El d¨ªa que recibi¨® el premio a la mejor interpretaci¨®n, sin que hubiera antes nominados, solo pensaba, a las 11 de la noche, que iba a tener excusa para no ir a la primera hora de clase. Esa noche, en el Auditorio de Castell¨®n vio, por primera vez, el corto. Con otras 400 personas. Y recuerda que solo encontr¨® pegas a su actuaci¨®n mientras una de las directoras de Catorce, Carme Ripoll¨¦s, le daba codazos para que hiciera sus comentarios en voz m¨¢s baja. ¡°Era jueves y estaba muy nervioso¡±, relata. Dice que no se enter¨® del momento en el que dijeron su nombre pero que, de repente, todo el mundo le miraba. Y a ¨¦l no se le ocurri¨® otra cosa que pensar en c¨®mo andar hasta el escenario: ¡°?Voy como un chulo? ?Voy normal?¡±. Sin embargo, una vez lleg¨® arriba se acord¨® de quienes se ten¨ªa que acordar.
Uno de los agradecimientos fue para el actor Noureddine El Attab que es, adem¨¢s, su profesor de teatro. El Attab ha participado en series como El Pr¨ªncipe, La que se avecina o Cu¨¦ntame pero, sobre todo, ha hecho teatro, mucho teatro. Sigue en la profesi¨®n que ahora compagina con un sinf¨ªn de actividades en institutos y barrios de la provincia de Castell¨®n en los que trabaja con el arte como herramienta para la integraci¨®n. ?l ha pasado tambi¨¦n por la condici¨®n de ser un sin papeles, incluso, ser detenido, y conecta con una facilidad pasmosa con los j¨®venes en riesgo de exclusi¨®n. Solo crea el esquema de la obra y son los chicos los que crean los personajes y resuelven la trama. ¡°As¨ª pueden expresarse, sin normas con la imaginaci¨®n como ¨²nica religi¨®n. Supone un desahogo para ellos y aprenden, a trav¨¦s de los personajes, que, para empatizar con la gente es necesario saber qui¨¦nes son¡±, explica. Cuando Mouad se apunt¨® a sus ensayos el joven no dominaba el castellano pero para El Attab no era necesario: ¡°Las emociones hablan por s¨ª solas: los movimientos hacia arriba reflejan alegr¨ªa, hacia abajo, tristeza. Si tienes miedo, te echas para atr¨¢s pero la ternura empuja hacia adelante. La rabia te bloquea¡±, revela igual que hace con sus alumnos.
De la mano de Noureddine El Attab lleg¨® la posibilidad de formar parte del elenco del cortometraje Catorce, una adaptaci¨®n del libro de Paula Figols, del mismo nombre, que hace referencia a los kil¨®metros que separan Espa?a de Marruecos. ¡°Yo no sab¨ªa ni qu¨¦ era un casting ni que era un corto¡±, recapitula Mouad. ¡°Un d¨ªa de verano, despu¨¦s de dos meses, me llamaron. ?Que me han elegido!¡±, grita a¨²n. ¡°Cost¨® un poco que se aprendiera el papel¡±, recuerda Carme Ripoll¨¦s que, junto a Paula Lorenzino dirigi¨® un rodaje que para ellas tambi¨¦n era un estreno. ¡°No ten¨ªamos experiencia ni herramientas para dirigir a los j¨®venes que hab¨ªamos elegido para representar la historia. Hab¨ªa que estar pendientes de muchas cosas y encima con un protagonista que no sab¨ªa nada de cine. Pero destilaba verdad¡±, argumenta. Para Mouad no fue tan divertido como esperaba. ¡°No pod¨ªa improvisar, hab¨ªa mucha gente alrededor, me sent¨ªa fatal, ten¨ªa que repetir las escenas¡±, cuenta el joven que tambi¨¦n admite que, a partir del segundo d¨ªa, todo fue mejor. Y m¨¢s con el consejo de El Attab. ¡°Me dijo que disfrutara el m¨¢ximo posible porque despu¨¦s lo echar¨ªa de menos¡±. Y as¨ª fue, pero no por mucho tiempo porque aprovechando el trabajo hecho por Ripoll¨¦s y Lorenzino, el propio El Attab grab¨® otro corto con el menor como protagonista.
Moaud nunca pens¨® que su llegada a Espa?a le iba a abrir caminos a trav¨¦s de la pantalla. Quiere estudiar y seguir actuando. Que siga sin dolerle cuando le llaman ¡°teatrero¡± y saludar en el patio del instituto, aunque muchos de sus compa?eros no sepan su nombre. Responder¨¢ a quienes voceen ese ¡°Eeeeh, ni?o Gucci¡±, porque se siente uno m¨¢s.
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