Pasi¨®n en el Palacio (toma 5)
La consagraci¨®n en Vetusta Morla ante 15.000 fieles y la primera (y ruinosa) visita de un veintea?ero Mike Oldfield
Hoy, dos discazos separados por 36 a?os. E inici¨¢ticos, a su manera: la primera gira internacional de uno de los iconos del siglo pasado y el primer gran pabell¨®n para la banda espa?ola m¨¢s importante del siglo presente.
Exposed, de Mike Oldfield
(Virgin, 1979)
Michael Gordon Oldfield es un ejemplo cl¨¢sico de creador tocado con la varita m¨¢gica de los dioses, pero atenazado por las flaquezas y tormentos del ser humano. Capaz de componer con menos de 20 a?os Tubular bells (1973), una de las partituras m¨¢s bellas, heterodoxas, inmortales e influyentes del siglo XX, rehuy¨® durante mucho tiempo enfrentarse a un auditorio ante el que interpretar su m¨²sica. Lo suyo no era p¨¢nico esc¨¦nico: los demonios interiores iban mucho m¨¢s all¨¢. ¡°En aquella ¨¦poca sufr¨ªa todas las fobias que pudieras imaginar: claustrofobia, agorafobia y, por supuesto, miedo a volar¡±, relataba el propio compositor en su autobiograf¨ªa, Changeling (2007, no traducida). Muchas noches beb¨ªa hasta emborracharse para conciliar el sue?o; incluso intent¨® sin ¨¦xito combatir los miedos junto a su hermano, Terry, durante un viaje a Mil¨¢n que termin¨® resultando ¡°paranoico y deprimente¡±. Pero los s¨ªntomas remitieron tras su paso por Exegesis, un grupo de ¡°meditaci¨®n alternativa¡± de tinte casi sectario. La transformaci¨®n fue radical: de evitar a toda costa los aviones, Oldfield pas¨® a obtener licencia de piloto.
Aprovechando esa ¡°nueva vida¡±, el de Reading se lanz¨® entre marzo y abril de 1979 a su primera gran gira europea, con escalas en Inglaterra, Dinamarca, Holanda, B¨¦lgica, Alemania y Espa?a. Por Barcelona pas¨® el s¨¢bado 31 de marzo. Dos d¨ªas m¨¢s tarde, el 2 de abril, la cita aconteci¨® en el Pabell¨®n Deportivo del Real Madrid, con pases de tarde (entradas a 500 pesetas) y noche (600 pesetas). Aquellas actuaciones nutren en parte los 94 minutos de este doble ¨¢lbum fabuloso, aunque su firmante lo aborrezca por cuestiones bastante m¨¢s prosaicas: en t¨¦rminos financieros, la experiencia supuso un soberano descalabro.
Oldfield, en estado de gracia como autor pero muy lejos de tener los pies en la tierra, consider¨® que su compleja m¨²sica precisaba de banda de rock, orquesta y coros para poder reproducirse con un m¨ªnimo de excelencia sobre el escenario. Y no escatim¨®: aquel lunes primaveral se agolparon sobre las tablas madrile?as 52 m¨²sicos, entre ellos luminarias como el director David Bedford, el percusionista Pierre Moerlen (del grupo Gong) o la cantante de Steeleye Span, la fabulosa Maddy Prior, adem¨¢s de 11 coristas. La parte t¨¦cnica requer¨ªa de otras dos docenas de profesionales. ¡°Todo cost¨® una aut¨¦ntica fortuna¡±, se acabar¨ªa sincerando Mike en sus memorias. ¡°Las p¨¦rdidas, en apenas un mes de gira y con casi todas las entradas agotadas, rondaron el medio mill¨®n de libras. Fue toda una lecci¨®n¡¡±. Pese a ello (y a la tormenta en pleno vuelo a San Sebasti¨¢n en avioneta, en 1980, cuando todos sus ocupantes sintieron que iban a morir), Oldfield se enamor¨® ya para siempre de Espa?a. Incluso ha residido en Ibiza y Mallorca.
15151, de Vetusta Morla
(El Pa¨ªs, 2015 / Sony, 2017)
En mayo de 2014, cuando vio la luz La deriva, el tercer disco de Vetusta Morla, la presentaci¨®n madrile?a consisti¨® en cinco noches consecutivas en La Riviera. ¡°Los pabellones nos quedan a¨²n muy, muy grandes¡±, reflexionaba de aquella su cantante, Pucho, en los camerinos de la sala. Demostr¨® ser mejor artista que visionario. Exactamente un a?o m¨¢s tarde, el 23 de mayo de 2015, ¨¦l y sus cinco compa?eros vetustos saltaban al Palacio de los Deportes, entonces Barclaycard Center, con el aforo a reventar. La ocasi¨®n qued¨® inmortalizada en este doble ¨¢lbum abrumador, publicado primero por este diario y dos a?os m¨¢s tarde, con el a?adido del DVD, por Sony. Su extra?o t¨ªtulo fue una ocurrencia numerol¨®gica de Guillermo Galv¨¢n, uno de los dos guitarristas del sexteto de Tres Cantos. Calcul¨® que hab¨ªa 15.000 espectadores en las gradas y 150 trabajadores e integrantes del equipo t¨¦cnico. El 1 adicional ser¨ªa el receptor, el oyente. ¡°Guille tiene una perversi¨®n rara con los n¨²meros¡±, desvela entre risas el otro guitarrista, Juanma Latorre, confinado estas semanas en la sierra norte. ¡°Ha llegado a detener el coche en el arc¨¦n para mandarnos por WhatsApp una foto de su cuentakil¨®metros con un registro capic¨²a. S¨ª, eso ha sucedido¡±.
Todo sali¨® de perlas aquel s¨¢bado. El sonido, la escenograf¨ªa, la ejecuci¨®n. Pasi¨®n en el Palacio, como pocas veces y con est¨¢ndares internacionales. ¡°Est¨¢bamos inusualmente pl¨¢cidos y tranquilos, pese a que tocar en Madrid suele desatarnos los nervios¡±, rememora Latorre. ¡°Hab¨ªamos pasado un n¨²mero indecente de horas probando sonido, luces, c¨¢maras. Todo. Acabamos tan fundidos que apenas hubo celebraci¨®n posterior. Tras una noche as¨ª, lo normal ser¨ªa salir de fiesta y que Pucho, transformado en DJ Colibr¨ª, hubiera pinchado esas locuras de cumbia electr¨®nica que solo ¨¦l conoce. Pero estuvimos la mar de espartanos¡¡±.
Para intensidades emocionales, las vividas durante aquellos 118 minutos. Se escucha al p¨²blico enloquecer cuando, a los tres cuartos de hora, cae el tel¨®n de gasa que difuminaba a los m¨²sicos. Acontece justo al final de Cuarteles de Invierno. Pero nada tan clamoroso como el ep¨ªlogo de la noche, Los D¨ªas Raros. ¡°Es una canci¨®n que incumple todas las reglas de un ¨¦xito. Dura siete minutos, tiene subidas y bajadas de intensidad, nos parec¨ªa casi un suicidio. Pero ha terminado generando aut¨¦nticos tsunamis emocionales¡±, se asombra Juanma.
Lo m¨¢s emotivo de 15151, con todo, est¨¢ en la portada. Una de las chicas j¨®venes a las que mejor se distingue en la maravillosa fotograf¨ªa de Martin Page estaba ya aquel 23 de mayo gravemente enferma y fallecer¨ªa pocas semanas despu¨¦s. Sus amigos autorizaron la publicaci¨®n. ¡°Era una gran fan, sab¨ªa que quiz¨¢ fuera su ¨²ltimo concierto y le encantar¨ªa saber que sal¨ªa en esa foto¡±, explicaron en la oficina del grupo.
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