La reinserci¨®n de Emilio: la primera n¨®mina como celador de un antiguo rey del hach¨ªs
Emilio Ram¨ªrez, 34 a?os, 1.825 d¨ªas transcurridos en cinco c¨¢rceles por pertenecer al clan de Los Casta?a, trabaja como celador en el hospital La Paz durante la pandemia
El preso n¨²mero 2013012096 estaba al otro lado del grueso cristal de la cabina. Su padre le visitaba los fines de semana en la c¨¢rcel de Huelva. El hombre conduc¨ªa durante dos horas para charlar 40 minutos con su hijo, condenado por narcotr¨¢fico. Sus antecedentes penales no cab¨ªan en una sola hoja. Y no es que fuera un preso modelo. Eran constantes sus traslados de un centro a otro, las quejas por la comida, las discusiones con los funcionarios...
El encierro al que se ve¨ªa sometido era la consecuencia de una vida de transgresi¨®n y violencia, de la ira de un ni?o abandonado por sus padres biol¨®gicos y la de un adolescente rebelde y autodestructivo que no encontraba su lugar en el mundo. Pero ese d¨ªa en la sala de visitas, entre el ruido de conversaciones cruzadas de otros presos y el calor que produc¨ªa el hacinamiento de la sala, su padre adoptivo not¨® algo distinto en ¨¦l. El cristal le mostraba el reflejo de otra persona. Su presentimiento se confirm¨® cuando el chaval vestido de uniforme descolg¨® el auricular:
¡ªYa no quiero seguir con esta mierda. No quiero volver a estar encerrado.
Emilio Ram¨ªrez, de 34 a?os, quiso cambiar. Entre rejas aprob¨® el graduado escolar, se sac¨® el acceso a la universidad y curs¨® Derecho. Sali¨® a la calle el 13 de diciembre de 2018. Se dio cuenta de que no pod¨ªa conducir. Su vista se hab¨ªa acostumbrado a no ver m¨¢s all¨¢ de 20 metros, cuando chocaba con los muros de la prisi¨®n. Al igual que sus reflejos y su sentido de la orientaci¨®n, su vida empezaba de cero alejado de la criminalidad y el dinero f¨¢cil.
A?o y medio despu¨¦s, ese joven arrepentido arrastra en silla de ruedas a pacientes infectados de coronavirus en el hospital La Paz, uno de los m¨¢s grandes de Espa?a. Es su primer trabajo formal. La primera n¨®mina ingresada en su cuenta que Hacienda no tiene que rastrear. Lleg¨® hasta aqu¨ª porque se sac¨® un curso de celador y envi¨® su curr¨ªculum por todo el pa¨ªs. Coincidi¨® con la pandemia. El virus se propag¨® entre los sanitarios. Los responsables de recursos humanos encontraron en las bolsas de trabajo gente con el perfil de Emilio Ram¨ªrez, dispuesta a pasar ocho horas en uno de los principales focos de infecci¨®n.
¡°Sent¨ª que ten¨ªa que hacerlo. Le dije a mi padre que soy joven y que si me enfermaba me iba a recuperar. Quer¨ªa sentirme ¨²til¡±, explica Ram¨ªrez, sentado en el sof¨¢ de uno de los hoteles del centro de Madrid donde se alojan sin costo los empleados de sanidad que han reforzado los hospitales.
Para llegar a este punto de redenci¨®n, a esta segunda oportunidad, protagoniz¨® un largo viaje. Seg¨²n fuentes policiales, fue miembro de Los Casta?a, un conocido clan del Campo de Gibraltar que ten¨ªa polic¨ªas a sueldo para transportar droga de Marruecos a Espa?a. Ram¨ªrez, un joven impulsivo, echao pa¡¯lante, cuenta que se uni¨® a ellos con 17 a?os. Comenz¨® vigilando la embarcaci¨®n aduanera desde las azoteas que dan a la playa. Corr¨ªa a coger fardos que las lanchas de goma abandonaban en la orilla. M¨¢s tarde, manejaba el tel¨¦fono satelital con el que se organizan las expediciones, de acuerdo a su relato.
Fue una espiral. Viv¨ªa bien, pero acojonadoEmilio Ram¨ªrez
Al fin cruz¨® el Estrecho. Recorri¨® T¨¢nger, Kenitra, Nador, Marrakech. ¡°All¨ª conoces a la gente que de verdad maneja el negocio. Es cuando vas en serio en esto¡±. A la vez engord¨® su expediente policial con todo tipo de delitos: contrabando, estafa, extorsi¨®n, lesiones, robo, violencia de g¨¦nero. ¡°Fue una espiral. Viv¨ªa bien, pero acojonado¡±, recuerda.
Una ma?ana lo detuvieron al salir de casa. Cuatro coches lo arrinconaron contra la persiana de un local cerrado en C¨¢diz.
¡ª?Es capaz de reconocer a un expresidiario solo con verlo?
¡ªS¨ª, todos tenemos un escudo encima.
Pas¨® 1.825 d¨ªas en una celda de cuatro metros de ancho por dos de largo. ¡°Esto del confinamiento es una broma¡±. Solo recibi¨® cartas de cinco amigos. ¡°Las ¨²nicas personas a las que quiero¡±. El respeto entre rejas se lo gan¨® en los patios. ¡°Cuando llegas tienes que estar callado e ir derecho¡±. Chulesco, zascandil, sibilino. ¡°Siempre jugaba al domin¨® con mayores de 45 a?os¡±.
Su d¨ªa empezaba a las 8.30. Desayuno, patio, actividades. Un d¨ªa tras otro. ¡°Trataba de mirar al cielo para alargar la vista¡±. ?Sirvi¨®? Entr¨® sin el graduado escolar y sali¨® con la prueba de mayores de 25 a?os para ir a la universidad. En todo ese tiempo recibi¨® el apoyo de una novia que siempre estuvo a su lado. ¡°He sacado provecho¡±. De hecho, le quedan cuatro asignaturas para terminar Derecho. ¡°Me encanta la asignatura de Derecho Constitucional porque es la que no se cumple en Espa?a¡±.
No se acostumbr¨® a la c¨¢rcel. ¡°Me adapt¨¦, que no es lo mismo¡±. Recita las prisiones en las que ha estado con el tono en el que uno aprende las preposiciones. ¡°Mor¨®n. Sevilla I. Puerto III. Soto del Real. Botafuego¡±. Dice, sonriente, que si se tiene dinero fuera, se consiguen peque?os privilegios. ¡°Yo ve¨ªa los partidos de Champions del Atleti en mi tele¡±.
Cambio en la relaci¨®n con sus padres adoptivos
Al salir de la c¨¢rcel fueron a recibirle sus padres adoptivos. Al mes siguiente, con una pensi¨®n de 430 euros, comenz¨® a prepararse los cursos de celador. Ech¨® el curr¨ªculum por Extremadura, Andaluc¨ªa, Castilla-La Mancha y Madrid. ?Experiencia? Ninguna. ¡°El hospital de La Paz ha sido mi primer trabajo legal. Aprendo ligero¡±.
¡ª?Le gusta?
¡ªMe siento realizado.
Dami¨¢n Ram¨ªrez, de 72 a?os, adopt¨® a Emilio en un orfanato cuando ten¨ªa cinco a?os. Dami¨¢n ten¨ªa un matrimonio feliz, una tienda de electrodom¨¦sticos exitosa (¡°los televisores se vend¨ªan por camiones¡±), pero le faltaba el amor de un hijo. El ni?o fue recibido en casa con mucha ilusi¨®n. ¡°Creo que lleg¨® en una edad dif¨ªcil. La relaci¨®n fue trabajosa desde el principio¡±, cuenta Dami¨¢n por tel¨¦fono. Es un hombre inquieto que hace unos a?os invent¨® una fregona con una prensa autom¨¢tica incorporada con la que gan¨® un premio europeo en Bruselas.
La relaci¨®n entre padre e hijo vivi¨® momentos de mucha tensi¨®n durante la adolescencia de Emilio. Una noche mantuvieron una trifulca. El padre lo denunci¨® por agresi¨®n, y un juez le impuso una orden de alejamiento de su propia casa. A los dos d¨ªas de estar vagando en la calle llam¨® por tel¨¦fono a su padre. ¡°Anda, vente¡±, le dijo Dami¨¢n. Entre la justicia y su hijo, eligi¨® a su hijo.
¡°Parece que ha cambiado. Lloraba al a?o de estar encerrado. Dec¨ªa que estaba arrepentido. Yo le dije que aprovechara el tiempo y creo que lo hizo¡±, narra sobre sus visitas a la c¨¢rcel. Cree que a su hijo ¡°se le removi¨® algo por dentro¡± cuando se dio cuenta de la tragedia del coronavirus. Y arriesg¨® su vida por ayudar a los adem¨¢s. ¡°Y a s¨ª mismo¡±.
En una semana se le cumple el contrato temporal de celador. Emilio ha vuelto a enviar su curr¨ªculum a todos los hospitales que ha encontrado por Internet. La experiencia, dice, le ha marcado. Y le ha dado uno de los regalos m¨¢s grandes que ha recibido en su vida: ¡°Mi padre me llam¨® por tel¨¦fono y me dijo que estaba orgulloso de m¨ª. Nunca me hab¨ªa dicho algo parecido¡±.
Informaci¨®n sobre el coronavirus
- Aqu¨ª puede seguir la ¨²ltima hora sobre la evoluci¨®n de la pandemia
- As¨ª evoluciona la curva del coronavirus en Espa?a y en cada autonom¨ªa
- En caso de tener s¨ªntomas, estos son los tel¨¦fonos que se han habilitado en cada comunidad
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