La memoria hist¨®rica que estorba a Ifema
La Comunidad autoriza a la Feria a trasladar 100 metros un nido de ametralladoras de la Guerra Civil, protegido desde 2013, y abre un debate en el seno de las asociaciones de protecci¨®n del patrimonio
Ifema quiere quitarse de en medio dos nidos de ametralladoras republicanas que formaron parte del Cintur¨®n defensivo republicano de Madrid, en La Mata Espesa, en Valdebebas. En la ¨²ltima isla de terreno libre, rodeada por una gasolinera, varias vallas publicitarias gigantes, la M-11, la expansi¨®n de Hortaleza, la Ciudad Deportiva del Real Madrid, el club de golf Olivar de la Hinojosa y el Ifema, asoma un fort¨ªn de un par de moles de hormig¨®n armado de dos toneladas. La Feria de Madrid quiere expandirse m¨¢s all¨¢ de su recinto y fundar nuevos pabellones al otro lado de la autopista, justo en el lugar desde donde el b¨²nquer observa el crecimiento y la presi¨®n urban¨ªstica.
Este yacimiento arqueol¨®gico -catalogado as¨ª por la Comunidad de Madrid-, construido a finales de 1936 como parte de la resistencia armada contra el fascismo que asedi¨® la ciudad hasta marzo de 1939, bien de inter¨¦s patrimonial (BIP) gracias a la declaraci¨®n de 2013 que protege al conjunto de fortificaciones, ser¨¢ arrancado de su lugar de origen y desplazado 100 metros m¨¢s all¨¢ por una gr¨²a, para no interrumpir los planes de expansi¨®n de Ifema. La instituci¨®n p¨²blica pagar¨¢ casi 170.000 euros por una operaci¨®n espectacular, que nunca se ha realizado en Espa?a. Solo el coste del movimiento supera con holgura los 100.000 euros que la Comunidad de Madrid ha destinado en cuatro a?os -entre 2017 y 2020- a su Plan de Fortificaciones de la Guerra Civil, dedicado a la conservaci¨®n de la memoria hist¨®rica. Si nada tuerce los planes, la gr¨²a entrar¨¢ a actuar el pr¨®ximo octubre.
¡°Trasladar esto es una barbaridad. El desplazamiento supone perder el valor hist¨®rico del bien, porque en este caso es m¨¢s interesante su ubicaci¨®n que el propio bien. Por eso la Unesco pide que no se desplace ning¨²n bien si no es inevitable, como sucedi¨® con el templo de Debod al construir la presa de Asu¨¢n (Egipto). De hecho, en el plan original de la operaci¨®n Chamart¨ªn pretend¨ªan trasladar dos ermitas, una de ellas del siglo XVI. Les explicamos que eran lugares a los que la poblaci¨®n iba de romer¨ªa, que hab¨ªa que mantenerlas en ese lugar. En el nuevo plan las mantienen y han hecho parques a su alrededor¡±, explica Alberto Teller¨ªa, miembro de la asociaci¨®n Madrid Ciudadan¨ªa y Patrimonio (MCYP), que acaba de solicitar a la Comunidad de Madrid, junto con la Asociaci¨®n Espa?ola de Amigos de los Castillos, que declare Bien de Inter¨¦s Patrimonial esta pieza, m¨¢s all¨¢ de la protecci¨®n gen¨¦rica de 2013.
¡°Solicitar esta declaraci¨®n es redundante¡±, declara Antonio Morcillo, presidente del Grupo de Estudios del Frente de Madrid (Gefrema), que realiza la catalogaci¨®n de las fortificaciones de Madrid para la Comunidad. Para Morcillo, en una posici¨®n contraria a MCYP, lo ¨²nico que se conserva de la ubicaci¨®n original son unas coordenadas, el resto del entorno que vigil¨® el puesto ha desaparecido por el crecimiento de la ciudad. ¡°El contexto original ha perdido su sentido. Ese lugar ha sido alterado por completo. El traslado es un mal menor y una opci¨®n maravillosa¡±, a?ade.
Adi¨®s a la verdad
Las dos piezas se conservan perfectamente, cuentan los especialistas, pero vandalizadas con grafitis. Ifema present¨® un proyecto a la Direcci¨®n General de Patrimonio Cultural de la Comunidad. En este estudio, ¡°justificaba la imposibilidad de mantener los fortines en su emplazamiento actual y en el que propon¨ªa su traslado a una nueva ubicaci¨®n a 100 metros de la actual¡±, seg¨²n indican las fuentes de la Comunidad de Madrid. Tambi¨¦n se?alan que con la autorizaci¨®n del traslado se garantiza la conservaci¨®n del bien (Ifema eliminar¨¢ los grafitis y lo restaurar¨¢) y se ponen en valor los fortines. ¡°Se recrear¨¢n los 43 metros de trincheras que se han documentado¡±, indican. Adem¨¢s, en la nueva ubicaci¨®n, ¡°ser¨¢n ubicados con id¨¦ntica orientaci¨®n a la que tienen actualmente, y en una zona que resulte accesible a los visitantes¡±, detallan desde la Consejer¨ªa de Cultura y Turismo. Aunque habr¨¢n perdido su intenci¨®n defensiva.
¡°Y entonces quienes vayan a visitarlos y se asomen creer¨¢n ver lo que ve¨ªan los soldados y as¨ª se habr¨¢ justificado un falso hist¨®rico¡±, resalta Alberto Teller¨ªa. Por eso la Unesco rechaza el traslado de bienes patrimoniales, porque son rastros de una historia, no restos. Respetar el lugar en el que fueron concebidos y conservarlos in situ para que no pierdan su valor. Desde MCYP dudan de que su reclamaci¨®n vaya a impedir el traslado del BIP y que habr¨ªa sido una oportunidad para dar a conocer la arqueolog¨ªa de la Guerra Civil entre los visitantes a Ifema. Y de esta manera ¡°promocionar el mejor conocimiento y difusi¨®n de nuestro patrimonio¡±. ¡°Claro que el entorno ha variado, como toda la ciudad. Y a nadie se le ocurre trasladar el Palacio Real. De hecho, es muy interesante pasear por el parque del Oeste, por la Casa de Campo o la Dehesa de la Villa y encontrar m¨¢s fortines. Tambi¨¦n ha cambiado su entorno, pero se respetan¡±, sostiene Teller¨ªa.
La ciudad crece imparable y el patrimonio pierde contexto de manera inevitable. ?Hay que expulsarlo de las ciudades? El investigador Pablo Schnell, especializado en el cintur¨®n defensivo de la Rep¨²blica, no tiene clara su postura en este debate que asume el traslado como un mal menor. ¡°Como elemento hist¨®rico debe ser mantenido en el lugar, pero si modificas el entorno alteras su valor. ?Cu¨¢l es el entorno de los fortines hoy?¡±, se pregunta. De cualquier manera, para Schnell es indudable el valor de este nido de ametralladora republicano, de planta cuadrada y tronera frontal, con acceso por el testero (similar a los conservados en Pozuelo, Fuencarral o Vic¨¢lvaro). Cuenta que la mitad de las construcciones del ¡°cintur¨®n¡± han desaparecido, a pesar de que en la Comunidad se conservan m¨¢s de 1.000 obras fortificadas de la guerra. ¡°El 90% de ellas, incluso medievales, son elementos disuasorios. En la Guerra Civil la mayor parte de ellas jam¨¢s entraron en acci¨®n. Se construyeron por si acaso, pero esto no puede justificar la destrucci¨®n del pasado¡±, advierte Schnell.
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