El hombre de los 9.000 carteles
Un libro recoge la pasi¨®n de Carlos Velasco por el coleccionismo de afiches comerciales, un conjunto que refleja la evoluci¨®n de la sociedad espa?ola
¡°Huevos frescos de Castilla, se reciben diariamente¡±, reza un cartel publicitario de los a?os cincuenta en el que el ilustrador dibuj¨® unas gallinas picoteando, con una granja de fondo. ¡°Antes de acostarme, crema Nivea¡±, dice en otro de los a?os treinta una bella mujer que se mira en el espejo; ¡°Cola-Cao, el alimento de la juventud¡±, se anunciaba en los sesenta con un ni?o sonriente y ?con un guante de boxeo!¡ La evoluci¨®n de la sociedad espa?ola puede comprobarse en la colecci¨®n de carteles comerciales que atesora el economista Carlos Velasco, unos 9.000 (500 de ellos en chapa), un conjunto en el que los m¨¢s antiguos son de 1870 y los ¨²ltimos, de los a?os setenta del siglo XX.
De todos ellos, cerca de 2.000 se han recopilado ahora para el libro Carteles espa?oles del siglo XX (editorial Susaeta), con una peque?a ficha de cada uno, en la que se informa tambi¨¦n de la marca que publicitaba. Incluso de aquellas hoy desconocidas, como el del refresco Colayork, un ejemplo de c¨®mo aprovecharse del ¨¦xito de la bebida m¨¢s conocida del mundo entero.
¡°He sido coleccionista desde ni?o, de sellos, vitolas, llaveros¡¡±, dice Velasco (Madrid, 72 a?os) en su piso de la capital, en el que, colgados en las paredes, en grandes carpetas, o en cajones, pueden verse ejemplares de la afici¨®n que le apasiona desde 1992. ¡°Fue cuando muri¨® mi padre, tuve una ca¨ªda de ¨¢nimo, pero al poco encontr¨¦ en el Rastro un cartel en chapa del insecticida Ori¨®n, uno en el que el elefante esparce el producto con la trompa. Me envici¨¦ a comprar porque equilibraba mi tristeza, empec¨¦ a almacenar, me gastaba mucho dinero¡±, a?ade. Cuando la colecci¨®n empez¨® a tomar cuerpo, los clasific¨® por sectores y los document¨®. El siguiente paso fue comprar un local porque ya no le cab¨ªan en casa.
Velasco no solo los almacenaba, sino que estudiaba el contexto econ¨®mico y social de los anuncios y su lenguaje, m¨¢s que su est¨¦tica, que le ha interesado menos. Un an¨¢lisis que ha podido mostrar en varias exposiciones y en este volumen de 246 p¨¢ginas. En ¨¦l llaman la atenci¨®n muchos ejemplos, como el de la marca Potasa de Suria, de los a?os veinte, en el que un campesino de brazos musculosos, con un pueblo castellano de fondo, siega con el siguiente mensaje nacionalista: ¡°A campo espa?ol, abono espa?ol¡±.
O el del Centro Industrial de Vizcaya que, en su campa?a de prevenci¨®n de accidentes en el trabajo, muestra a un trabajador agarrado a una viga de acero para no caer al vac¨ªo mientras una ara?a, que cuelga de su telara?a, le dice: ¡°T¨² no puedes quedarte como yo, si no tienes el cintur¨®n de seguridad¡±. Los hay que incluso dan un poco de miedo, como el del medicamento Iodophoscal, para paliar la falta de yodo en los ni?os. En la escena, dos ni?os de espaldas, raqu¨ªticos, salen de una gruta oscura hacia la luz, en la que aparece dibujado un ni?o de cara gordita, bien alimentado.
En esta andadura, Velasco ha compartido su hobby con su hijo, Roi Velasco, y su nuera, ?ngela Suau, que le ayudan en las tareas de catalogaci¨®n y b¨²squeda de nuevas piezas. Tienen una web (laretrografia.es), en la que hay documentados unos 7.000, con su fecha de creaci¨®n, autor, caracter¨ªsticas¡ y a trav¨¦s de la que venden carteles antiguos y gestionan el legado para futuras muestras. Junto a los que Velasco tiene en el almac¨¦n y en su casa (algo m¨¢s de 7.000), hay otros 1.100 que guarda la UNED, la universidad en la que dio clases, y casi 500 en el Museo de Artes Decorativas. En cuanto al tama?o, ¡°los m¨¢s grandes son de 100 por 70 cent¨ªmetros, desde ah¨ª para abajo pueden llegar a ser como un folio¡±.
?Cu¨¢nto cuesta un cartel? ¡°Desde 30 euros a 10.000... dependiendo de su antig¨¹edad, del autor, de si hay muchos ejemplares¡¡±. Velasco recuerda un caso gratificante: ¡°Cuando vend¨ª uno en el extranjero por 2.500 euros y me hab¨ªa costado 10¡±. Tambi¨¦n se ha llevado alg¨²n chasco: ¡°Pagar 200 euros por uno y al poco tiempo te enteras de que hab¨ªa un lote con muchas copias. As¨ª que val¨ªa cinco euros¡±.
Para Velasco, ¡°la etapa m¨¢s brillante del cartelismo espa?ol fue durante la Segunda Rep¨²blica y la Guerra Civil, en la que el bando republicano ten¨ªa a la mayor¨ªa de ilustradores¡±. Rafael de Penagos, Ram¨®n Casas, Josep Bardasano, Federico Ribas, Carlos S¨¢enz de Tejada o el h¨²ngaro Zsolt, que recal¨® en Espa?a¡ son algunos de los nombres que destaca, aunque advierte de que en ocasiones los cartelistas no firmaban sus obras porque les daba verg¨¹enza, se consideraba un arte muy menor.
Sin embargo, tuvieron mucho tir¨®n popular porque los carteles eran ¡°el ¨²nico elemento publicitario grande, bonito y en color¡±, apunta. ¡°Ten¨ªan que ser im¨¢genes claras, que se entendiesen, y con poco texto, porque hab¨ªa muchos analfabetos. Mientras que la publicidad en prensa era en blanco y negro y con mucho texto¡±. El reinado del cartel acab¨® con la llegada de la televisi¨®n, sobre todo, cuando esta fue en color.
Este coleccionista lamenta que corren tiempos complicados para continuar su labor. ¡°En el Rastro hace a?os hab¨ªa mucho movimiento, ahora no hay casi nada¡±. No han sobrevivido tampoco las subastas que hab¨ªa en Madrid, solo hay una al a?o en Barcelona. Su hijo y su nuera le informan de nuevas oportunidades de compra, a trav¨¦s de webs especializadas, que puedan unirse a joyas como el anuncio del Cabeza-Lux, que se publicitaba en los a?os cincuenta, un invento que consist¨ªa en un casco para los motoristas que se iluminaba inclinando la cabeza. Una manera de evitar accidentes y, como dec¨ªa su mensaje, ¡°tomar curvas sin extender la mano¡±.
El papel de la mujer
En el libro 'Carteles espa?oles del siglo XX' hay varias categor¨ªas, en funci¨®n de lo que se anunciaba: comida, bebida, ropa, veh¨ªculos, salud, belleza¡ que sirven para conocer, por ejemplo, el papel de la mujer en la sociedad, que ha estudiado ?ngela Suau, historiadora: ¡°A principios del siglo XX, la mujer en los carteles es un florero: muy bien vestida, con plumas y tocados. A partir de los a?os veinte se la ve en la cocina, luego pasa a ser ya dibujada en sujetador o ense?ando pierna, siempre como reclamo, sin tener nada que ver con el producto¡±. As¨ª sucede con la mujer rubia y sonrosada que, en una imagen buc¨®lica, entre espigas de trigo, promocionaba la levadura Cinta Roja. Posterior es el anuncio en el que, tambi¨¦n rubia y con vestido corto, se ve a una mujer en el interior de una botella de la cerveza Cruz Blanca, con este lema: ¡°Rubia y¡ transparente¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.