Horcajuelo de la Sierra: reservas con meses para disfrutar de la naturaleza sin salir de Madrid
Las casas rurales y los escasos alojamientos de este municipio de 86 habitantes cuelgan el cartel de completo
Horcajuelo de la Sierra es uno de esos pueblos de la Comunidad de Madrid que muchos coches pasan de largo, aunque desprenda un halo de cuento, con sus casas bajas y sus calles empedradas, con las sillas colocadas a la entrada y la ropa tendida ore¨¢ndose al sol. Se respira una tranquilidad tan solo rota por el repicar de las campanas de la Iglesia de San Nicol¨¢s de Bari. Pero los cierres perimetrales decretados por el Gobierno regional durante los puentes y las vacaciones, y el miedo a viajar a otras comunidades, han propiciado que los madrile?os descubran este peque?o enclave de 86 habitantes, y acudan en masa a disfrutar de sus sendas y sus paisajes. Esta pasada Semana Santa era misi¨®n imposible encontrar una mesa para comer. Las casas rurales y los escasos alojamientos tambi¨¦n colgaban el cartel de completo.
El Bulin de Horcajuelo, que dispone de hasta 24 plazas de alojamiento, afirma que desde que se termin¨® el confinamiento en mayo han tenido la misma demanda, que ha sido mucha, y que todos los turistas que reciben son madrile?os. ¡°Quitando octubre que estuvimos un poco parados por las restricciones, estamos llenos los fines de semana y hasta entre semana. Alg¨²n d¨ªa hay suelto, pero es que son necesarios para efectuar las limpiezas¡±, indican. En la Posada de Horcajuelo, un hogare?o hotel rural de piedra y madera, tienen reservadas todas las habitaciones incluso para el puente de mayo.
A pesar de todo el turismo que recibe, resulta curioso que Horcajuelo de la Sierra, situado a 94 kil¨®metros al norte de la capital por la autov¨ªa de Burgos (A-1), no haya tenido casos de coronavirus. ¡°En cuanto vemos que la gente llega nos escondemos en nuestras casas¡±, explican los vecinos, un poco molestos por la invasi¨®n de coches que tienen que soportar, mal aparcados enfrente de sus viviendas sin respetar las se?ales de no estacionar. A¨²n as¨ª, este hecho no erosiona la buena convivencia. ¡°Cuando vienen hay mucha vida en el pueblo y eso siempre es bueno. Lo veo bien porque la gente necesita este aire¡±, dice Mari Carmen Mesto.
Esta vivaracha se?ora de 77 a?os es la encargada de abrir y cerrar la Iglesia de San Nicol¨¢s de Bari, aunque all¨ª son devotos de San Antonio de Padua. ¡°El m¨¢s guapo que hay¡±, opina Mari Carmen, que va guardando con mimo los candelabros, los manteles y tapices de la misa que se acaba de oficiar. Se?ala una peque?a c¨²pula del siglo XIV que se descubri¨® hace unos a?os. ¡°Durante la ¨¦poca de la gripe espa?ola se tap¨® y no lo sab¨ªamos. Se encal¨® la iglesia entera para desinfectarla, la cal mata todo, era como el gel hidroalcoh¨®lico de entonces¡±, explica.
Delante de su casa, esta veterana monaguilla que ha nacido en este pueblo, al igual que sus antepasados, tiene dos sillas para tomar el sol y echar la tarde. ¡°Montamos el tenderete aqu¨ª para que no nos aparquen¡±, confiesa en bajito. Cuando hay mucha gente que quiere visitar la iglesia a veces la cierra y se va a casa directa para evitar contagiarse.
¡°Venimos porque no podemos ir a otro sitio, es la primera vez y reserv¨¦ en enero porque ya intu¨ªamos que no ¨ªbamos a poder salir. Conoci¨¦ndonos, no hubi¨¦semos venido en la vida si no hay una pandemia¡±, cuenta Jaime Grabalosa, que est¨¢ con su familia y son del centro de Madrid. Reconoce que sus amigos han intentado reservar hace un mes y no han podido. ¡°No solo en la sierra del Rinc¨®n, sino en toda la Sierra Norte. Llevo tres semanas llamando a restaurantes y sin hueco. Nos va a tocar improvisar¡±, apunta con humor. Han ido a visitar tambi¨¦n otros pueblos y se han encontrado con muchos j¨®venes que han alquilado casas rurales y con padres con hijos como ellos.
Por una estrecha calle, sentado en un banco de madera est¨¢ Armando Mart¨ªn, de 88 a?os, una persona mayor que siente pasi¨®n por su tierra, y que ha vuelto por fin a su casa tras recibir la vacuna. Ahora vive en una residencia en la capital con su mujer. Apoyado en su bast¨®n, recuerda los tiempos duros en los que no hab¨ªa trabajo y le toc¨® emigrar a la ciudad: ¡°Despu¨¦s de la guerra aqu¨ª lo pasamos muy mal¡±.
Las consultas por tel¨¦fono a la Reserva de la Biosfera, categor¨ªa otorgada por la UNESCO en 2005, han aumentado considerablemente. Desde aqu¨ª intentan diversificar para que no se concentren los turistas en el mismo pueblo y ofrecen informaci¨®n sobre las 24 sendas disponibles. A su vez, Verde Serrano, un proyecto que se ha creado con el objetivo de poner en valor y visibilizar la transici¨®n ecol¨®gica que hay en toda la Sierra Norte de Madrid, confirma que no hay alojamientos debido a la creciente demanda de los ¨²ltimos meses.
¡°Con el tema de la pandemia, la sierra siempre ha sido un lugar de ocio, pero vivido desde un enfoque de venir a comer¡±, comenta Ar¨¢nzazu Burgos, una de las socias de Verde Serrano, que piensa que la crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto que ¡°los ecosistemas enfermos ponen enfermas a las personas¡±. Por eso, apuesta porque estos pueblos de la Comunidad de Madrid, como el de Horcajuelo de la Sierra, se cuiden con inversiones p¨²blicas para que los madrile?os m¨¢s urbanitas se conecten con los bellos entornos naturales que tienen a tan solo una hora de la capital.
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