?Y ahora qu¨¦ hago yo con el Real Madrid?
El dilema de seguir siendo de un club que con la dichosa Superliga se me ha vuelto antip¨¢tico
No me gusta el f¨²tbol, pero soy, m¨¢s o menos, del Real Madrid. Ese m¨¢s o menos tiene que ver con la intensidad y no con la identidad. Soy por entero del Real Madrid aunque no haya visto m¨¢s de cuatro o cinco partidos completos en mi vida. Su recorrido, sus victorias o derrotas me traen sin cuidado. Pero soy del Real Madrid. Cuando era un ni?o, uno pod¨ªa cambiar de equipo impunemente hasta que se compraba la camiseta o el traje. A partir de ese momento se acababa el mariposear: uno pertenec¨ªa ya para siempre a un bando. Y si a pesar de todo se cambiaba, los dem¨¢s pod¨ªan llamarle entonces con raz¨®n chaquetero, que era casi como llamarle traidor, que era casi como llamarle mierda. Esa era la regla no escrita. Yo ped¨ª el traje del Real Madrid con 10 a?os, lo utilic¨¦ poco porque era muy malo (yo, no el traje) pero lo ped¨ª. As¨ª que he sido del Real Madrid desde ese d¨ªa hasta hoy. No se puede traicionar al grupo de amigos de los diez a?os. Ni siquiera cuando se tienen muchos m¨¢s. Sobre todo cuando se tienen muchos m¨¢s. As¨ª que nunca se me ha ocurrido cambiar de equipo, o abandonarlo, y pasar al limbo del ate¨ªsmo futbol¨ªstico, aunque el Real Madrid y yo casi no tengamos relaci¨®n: somos como esos amantes de pel¨ªcula de Filmin aburridos de ellos mismos y de la misma pel¨ªcula, que no se ven y que tampoco dejar de verse.
¡°El papel¨®n que hemos hecho con la Superliga nos convierte, simplemente, en el malo del cuento, en el tipo a batir. ?Si por lo menos hubi¨¦ramos tenido la gallard¨ªa de los hinchas ingleses, que salieron a la calle a exigir que no les incluyeran en un club ignominioso del que no quer¨ªan formar parte! Borrachos, pero valientes. Aqu¨ª no hubo nada de eso. Ni siquiera el entrenador estuvo a la altura¡±
Pero ahora resulta que por culpa de la dichosa Superliga y de las ideas de Florentino, el Real Madrid, que me era c¨®modamente indiferente, se me ha vuelto antip¨¢tico. Ahora, amigos, somos elitistas, engre¨ªdos, insolidarios, prepotentes, peseteros y millonarios. Adem¨¢s de fracasados. El papel¨®n que hemos hecho con la Superliga nos convierte, simplemente, en el malo del cuento, en el tipo a batir. ?Si por lo menos hubi¨¦ramos tenido la gallard¨ªa de los hinchas ingleses, que salieron a la calle a exigir que no les incluyeran en un club ignominioso del que no quer¨ªan formar parte! Borrachos, pero valientes. Aqu¨ª no hubo nada de eso. Ni siquiera el entrenador estuvo a la altura. Guardiola dio un digno paso al frente. Zidane se escondi¨® detr¨¢s del jefe, el principal mu?idor de la cosa. Nada nos salva. Y que conste que la pirueta atl¨¦tica de bajarse en marcha me parece a¨²n peor. Pero esto no quita para que me vea en un dilema que afecta a lo principal: la memoria. ?Qu¨¦ hago? ?Darme de baja ¨Csimb¨®licamente, ya que nunca he sido socio- y traicionar al ni?o de los diez a?os o seguir como hasta ahora y traicionar al tipo que soy? No hay salida. Si pudiera viajar en el tiempo volver¨ªa a la tarde en que mi padre me compr¨® la camiseta. En vez de la del Real Madrid, le pedir¨ªa la del Chelsea.
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